Balkan Adventure 2016

Embarque

Día 1 – Viernes 29 de julio – Ferry de Barcelona a Civitavecchia (0km)

Hacía ya tres meses que tenía la moto; había servido honorablemente en su papel de transporte diario al trabajo y había hecho su salida ocasional algún fin de semana, pero día tras día podía notar que me pedía, que ansiaba un viaje más largo, la bestia quería alejarse de la ciudad. Cuando por fin llegaron las vacaciones pues, era hora de llevarla a su primer gran viaje. ¿Dónde? A los Balcanes.

El plan era coger un ferry a Italia, cruzar el país, coger otro ferry y empezar desde Croacia, desde allí bajar hacia Montenegro, Albania, Kosovo, Macedonia, Bulgaria, Grecia y de allí a Italia de nuevo mediante otro ferry.

20160730132925Empecé mis vacaciones al final de Julio, cosa que tenía dos consecuencias inmediatas sobre el inicio de mi viaje.

Una, recibí un crudo recordatorio de la temperatura y humedad que reinan en la ciudad a estas alturas del verano mientras cargaba con más de 40kg de equipaje bulto a bulto desde el piso hasta el garaje donde duerme la moto. Tras mucho sudar, tirar de pulpos y cintas y atar nudos, completé la partida de Tetris y la moto quedó cargada.

Dos, experimenté el gozo de iniciar mis vacaciones al mismo tiempo que millones de otras personas, materializado en colas interminables en la terminal de ferries.

IMG-20160729-WA0019Una vez a bordo, el ferry estaba lleno hasta los topes, con gente voceando, niños y camioneros de Europa del este de aspecto cuestionable, uno de los cuales intentó empezar una pelea en el bar de cubierta. Al menos el retraso de dos horas antes de zarpar se hizo más llevadero gracias a una pareja de argentinos que llevan más de dos años viajando por el mundo en moto y que tenían un montón de historias que contar. Podéis leer su historia aquí y aquí.

Atravesamos el Mediterráneo

Día 2 – Sábado 30 de julio – Más ferry y de Civitavecchia a Terni (113km)

Los ferries Grimaldi se pueden considerar el Ryanair del Mediterráneo: la forma más barata en la que uno y su vehículo pueden llegar a su destino vacacional desde Barcelona, y se nota. Lo que pagas es lo que hay, y la ventaja en este caso es que si en lo que te quieres gastar tu dinero son tus vacaciones en los Balcanes en vez de un camarote en un crucero a través del Mediterráneo, se puede embarcar con un simple billete de cubierta y buscar un rincón tranquilo donde poner la colchoneta y pasar la noche sin que nadie te mire dos veces; todo el mundo lo hace. Nos buscamos una esquina “de clase superior” (con enchufe, vamos) y nos instalamos allí.

20160730113443El día siguiente fue mucho más tranquilo de lo que mis primeras impresiones me habían habían hecho esperar, y el tiempo pasó plácidamente escribiendo este blog, jugando a cartas y leyendo entre la cubierta superior y una pequeña cubierta lateral con sombra un par de pisos más abajo que estaba prácticamente desierta y tenía una agradable brisa marina. El viaje se me hizo mucho más corto de lo que en realidad era, y a pesar del retraso inicial de dos horas desembarcamos en Civitavecchia a las 19:30.

20160730132754Teníamos unos 100km hasta Terni, una población a medio camino entre costa y costa donde íbamos a pasar la noche, e Italia nos dio la bienvenida con una carretera fantástica entre campos y colinas con el sol poniéndose rojo ardiente de trasfondo.

 

Máquinas expendedoras de porno

Día 3 – Domingo 31 de julio – De Terni a Ancona; ferry a Zadar; de Zadar a Korenica (311km)

No hace mucho leí un artículo que se titulaba Mis 25.000 maravillas del mundo. El título jugaba con el de la guía de Rough Guides 25 maravillas del mundo, y la autora lo abría describiendo un viaje que había hecho para ver la puesta de sol en Ayers rock, la famosa roca en Australia. Tras un viaje larguísimo, la experiencia de 10 minutos la había dejado más bien fría y con la sensación de haber ido hasta allí solo para poder tachar un nombre más de la lista de cosas que hay que ver que todos los turistas llevamos con nosotros. Algo más tarde decidió pasar por alto la oportunidad de ver la Gran Barrera de Coral porque prefería relajarse y tomar unas cervezas en un chiringuito y tras un momento de culpa pasajera por haber viajado tan lejos y no visitar la maravilla de la naturaleza, llegó a la conclusión de que si tuviera que escribir un libro sobre sus maravillas del mundo, éste contendría 25.000, no 25. La razón, explicaba, era que lo que hace especial un viaje, lo que ella recordaba pasados los años eran los pequeños detalles y vivencias que capturan nuestra imaginación y dan a cada país esa personalidad única y especial, como el hecho de que los billetes de dólares australianos estén impresos en una especie de plástico, de modo que uno puede pasarse el día surfeando y al terminar sacarse unos cuantos del bolsillo y comprar una cerveza fresquita en el chiringuito.

Nos pusimos en camino temprano, a las 7:00, porque según los billetes teníamos que estar en la terminal de ferries a las 9:30, tres horas antes de la hora de salida. Había llenado el depósito en Barcelona con la esperanza de llegar de costa a costa en Italia y repostar en Croacia, donde la gasolina no es tan cara como en este lado del Adriático, pero no preví las largas colas de embarque ni el trayecto rápido la noche anterior para llegar al hotel a tiempo, así que tuvimos que hacer un repostaje antes de Ancona. Fue en ese momento cuando descubrí una de las ‘maravillas’ que yo incluiría en un libro: una máquina expendedora que vendía DVDs porno. Al igual que las máquinas expendedoras de tabaco, había que enseñar un documento de identidad en la tienda para que la conectaran, y apoyada contra la pared de una gasolinera desierta a primera hora de la mañana cantaba una triste oda a la soledad de los camioneros de larga distancia.

20160731024313Durante la mayor parte del trayecto de Terni a Ancona el paisaje era sorprendentemente montañoso y, con poco tráfico, el viaje fue agradable y en su mayor parte tranquilo; solo vimos tres o cuatro conductores italianos adelantar a coches mas lentos con doble línea continua. Nosotros también lo hicimos, claro. A donde fueres haz lo que vieres, Sancho.

20160731042211Llegar temprano a Ancona tuvo su recompensa, y no encontramos cola ni para recoger los billetes ni para cambiar dinero, cosa que se agradece teniendo en cuenta el calor que hacía. Tampoco había cola para subir la moto al ferry, y embarcamos con un grupo variopinto, algunos de ellos ataviados para el viaje de forma… curiosa.

20160731051403_120160731060010Encontramos una buena mesa al lado de una ventana, en una cubierta con aire acondicionado y nos preparamos para lo que parecía que iba a ser una travesía tranquila, con el barco lejos de estar lleno. A penas había pasado ese pensamiento por mi cabeza cuando mi tranquilidad se hizo añicos. ¿Qué, esta vez? Os preguntareis. ¿Bebés berreando? ¿Camioneros borrachos? ¿Hordas de adolescentes sobreexcitados? No. Un grupo de evangelistas italianos.

20160731082950Empezaron a entrar en tropel en la zona del comedor donde estábamos y pronto nos encontramos rodeados y sin posibilidad de escape, pues estábamos en la esquina opuesta a la salida. Justo habíamos empezado a comer y, para desconsuelo nuestro, se sacaron de alguna parte una guitarra y unos timbales y empezaron a cantar, levantar los brazos, sacudir sus cabezas y alabar al Señor en general de forma bastante escandalosa. En cuanto terminamos de comer nos abrimos camino entre ellos mascullando unos cuantos ‘scusi’ y nos fuimos a buscar un café y un sitio más tranquilo. Como dicen: ‘La religión es como un pene. Es totalmente aceptable tener uno y sentirse orgulloso de ello pero, por favor, no vayas mostrándolo en público.’

20160731125710Llegamos a Zadar puntuales, y sobre las 19:00 ponía las ruedas sobre las carreteras Croatas por tercera vez en mi vida. La red viaria parecía ir mejorando con cada visita, y no tardamos mucho en llegar a nuestro destino en Korenica, pero lo que no parecía haber cambiado era el calor; estábamos bastante por encima de los 30ºC a pesar de ser ya ultima hora de la tarde. Por suerte Korenica está en las montañas, a casi 700m sobre el nivel del mar, y la temperatura era mucho más agradable.

20160731133706Nuestro alojamiento para los siguientes dos días era una pequeña casa de tres habitaciones, House Tony, donde Marine, nuestra anfitrión, nos recibió con un par de cervezas y un plato de galletas de chocolate.

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Los lagos de Plitvice

Día 4 – Lunes 1 de agosto – Bus de Korenica a Plitvice a Korenica (0km)

A través de los tapones para los oídos escuché el distante sonido de la alarma del despertador sonando en nuestros dos móviles a las 7:00, luego Nat los apagó (sí, los dos) y volvió de nuevo el silencio. No intentó despertarme y yo, cansado como estaba tras dos días de viaje, no me preocupé demasiado de averiguar por qué. Una hora más tarde me desperté, me quité uno de los tapones e inmediatamente oí un trueno tremendo. Me giré hacia Nat y le pregunté: ‘¿En serio?’ Dos días viajando a temperaturas muy por encima de los 30ºC y hoy, el día que íbamos a recorrer a pie una de las atracciones turísticas más famosas de Croacia, ¿se pone a llover? Sin duda alguna, Dios me estaba castigando por haberme metido con sus evangelistas italianos…

20160801022012Esperamos un rato, pero el cielo no nos daba ninguna esperanza de que el tiempo fuese a mejorar pronto. Estaba cubierto de nubes amenazadoras y caían intensos chubascos cada pocos minutos. No había mucho que hacer, así que decidimos acercarnos al super a hacer algo de compra para comer y pasar el rato. De camino hacia allí vimos una caseta de información turística y preguntamos sobre el parque natural para ver si tendríamos tiempo de ver algo a la mañana siguiente antes de trasladarnos a Omiš por la tarde.

La chica nos dijo que había trenes y barcos si no queríamos andar demasiado, y el mapa mostraba también algunos cafés y restaurantes donde nos podríamos resguardar de la lluvia. No queríamos dejar pasar la oportunidad de visitar el parque y, viendo que había un bus en cinco minutos, decidimos allí mismo arriesgarnos, sin ni siquera volver al apartamento. Por suerte habíamos cogido chaquetas, la cámara, los pasaportes y algo de dinero.

20160801051218Seguía nublado, pero la lluvia había parado cuando el bus nos dejó en la entrada del parque. Estudiamos el mapa y decidimos subir a un barco para cruzar el lago central y andar hasta la atracción principal, la gran cascada. Se puso a llover de nuevo al llegar a la otra orilla, pero por suerte había una pequeña tienda de recuerdos donde pude comprar un chubasquero para evitar que la lluvia diese al traste con la visita ahora que ya quedaba claro que el lugar era algo por lo que bien valía enfrentarse a los elementos.

20160801053903Con 16 lagos e incontables cascadas que los conectan, el parque natural de Plitvice es uno de los más antiguos de Europa. Se pueden tardar hasta ocho horas en verlo a pie, incluso más si se quieren recorrer todos los senderos y rutas en el parque y sus alrededores. Si bien la mayoría de gente viene a Croacia atraída por sus playas, este paraje natural, catalogado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, es sin duda una visita obligada.

20160801070956Tras ver la gran cascada fuimos andando de vuelta hasta la entrada mientras la lluvia arreciaba y nos metimos en una cafetería donde aprovechamos para comer algo. No queríamos dejar la visita a medias, así que subimos a un tren para ir hasta la otra punta del parque y ver los lagos superiores.

20160801052628Sin duda alguna valió la pena, y tuvimos nuestra recompensa en forma de un respiro con la lluvia y menos turistas que en la gran cascada. Mi limitado talento narrativo no haría justicia al lugar, así que os dejo algunas fotografías. Podéis ver muchas más en Facebook.

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Cuando viajéis, hablad siempre con la gente del lugar. Son una fuente de información mil veces más valiosa que cualquier guía publicada o web de viajes al uso si lo que quereis es descubrir cosas interesantes.

No hay ningún autobús local que conecte Korenica con el parque natural de Plitvice, así que para volver a casa al final de la visita el día anterior tuvimos que esperar en la parada a la salida del parque a que pasara uno de los autocares de línea regulares que van de Zagreb a Zadar o Split y esperar que hubiera asientos libres, cosa que no parecía demasiado probable viendo la cantidad de turistas japoneses y mochileros que estaban también haciendo cola y ya tenían un asiento reservado. Cuando el autobús llegó estaba lleno pero, por suerte, a pesar de que Croacia es miembro de la UE desde hace tres años, la cultura de higiene y seguridad tan prevalente en la mayoría de estados miembros parecía no haber afectado la vida cotidiana aquí aun, así que nos dijeron que podíamos viajar de pie en el pasillo. Un turista japonés se bajó en la siguiente parada, dejando un asiento libre para Nat, y un conocido del conductor que iba sentado delante hablando con él me invitó a sentarme en el asiento plegable del guía.

En un momento ya estábamos hablando de motos y lugares que visitar en la zona, y en un momento dado señaló por las ventanas de la izquierda a una montaña con antenas en la cumbre y me dijo que era el monte Plješevica, la más alta de la región. Luego, en un tono más confidencial, me contó que tras la montaña había un ‘aeropuerto secreto’. En el mapa que nos dieron del parque natural y sus alrededores vi que había un par de líneas rectas y largas que parecían pistas y que la línea divisoria entre Croacia y Bosnia, que sigue más o menos la líniea divisoria de las aguas se desviaba en ese punto y entraba en el lado Bosnio de la montaña para incluirlas en territorio croata, pero no había ningún nombre que indicara que era un aeropuerto o que se encontrara en uso. Obviamente, me despertó una enorme curiosidad, pero antes de poder conseguir más información su móvil sonó y se enfrascó en una conversación que aun duraba cuando llegamos a nuestra parada.

De vuelta al apartamento miré en Google Maps, pero no aparecía nada más que un par de pueblecitos cerca de la carretera que lleva a Bosnia. Sin embargo, al activar la imagen por satélitem aparecía lo que parecían al menos cinco pistas de aterrizaje.

Screenshot_2016-08-03-15-50-44Screenshot_2016-08-03-15-50-25El mapa de OSM en el Garmin lo confirmaba, y a estas alturas yo estaba más que decidido a descubrir qué era. Una búsqueda del nombre de la montaña en Google me dio por fin más información.

No era un aeropuerto abandonado, sino una base militar, llamada base aérea de Željava, con el nómbre en código ‘Objekat 505’, construida entre 1948 y 1968 como un sistema de radar de alerta temprana de la antigua Yugoslavia, con una estación de radar en la cima del monte Plješevica y una base aérea en las entrañas de la montaña que alojaba cazas Mig en unas instalaciones a prueba de explosiones nucleares. La base tuvo un uso intensivo durante la guerrra de los Balcanes, y cuando el Ejército Popular Yugoslavo huyó de la zona, destruyeron las pistas y el complejo de túneles con toneladas de explosivos. Hoy la base se encuentra completamente abandonada y es de fácil acceso desde el vecino pueblo de Željava.

‘De fácil acceso’ no significa que sea seguro ni aconsejable hacerlo. El hecho de que fuera una instalación militar significa que la zona estaba fuertemente minada, y esas minas siguen ahí a día de hoy. Dentro, la estructura se encuentra seriamente dañada por la detonación de más de 56 toneladas de explosivos y hay grandes cantidades de polvo de PCB cancerígeno y americio radioactivo de la destrucción del sistema de detección de incendios. Bien, lo único que faltaba era explicarle a Nat que íbamos a llegar unas horas tarde a la playa en Omiš. Y no mencionar las minas.

20160802034714Gracias a los mapas de OSM encontramos el camino al pueblo de Željava sin problemas después de un precioso recorrido hasta el otro lado de las montañas, y desde allí una carretera estrecha que estaba siendo devorada a ambos lados por la creciente vegetación nos llevó hasta una verja que marcaba la entrada al complejo. A su lado, entre arbustos, la primera sorpresa de la visita – un DC3.

20160802033913Bajamos de la moto y le dije a Nat que no pisara fuera de las zonas asfaltadas o de caminos claramente trillados, porque había minas por todas partes, detalle que había omitido hasta entonces. Me lanzó una mirada fulminante que decía ‘divorcio’.

20160802033726Pasamos la verja y a través de más árboles y arbustos cerniéndose sobre la carretera, llegamos a la intersección de las tres pistas principales y, a nuestra derecha, las entradas al complejo subterráneo.

20160802041640201608020352532016080203540820160802035520La central estaba diseñada especialmente para cazas de combate, y las en las otras dos los daños de las explosiones eran evidenters, con enormes trozos de cemento armado colgando del techo abovedado y parte de las grandes puertas presurizadas de acero y cemento tiradas en el suelo.

2016080203570120160802034859Llevaba una buena linterna conmigo y empecé a aventurarme por el túnel, pero el aire estaba enrarecido, y una foto con flash reveló la cantidad de polvo en suspensión que había, así que no me arriesgué a internarme más sin una máscarilla. Habrá que volver antes de que la UE se entere de la existencia del sitio y mande sellarlo.

20160802035823A continuación recorrimos una cuarta pista que atravesaba la frontera entre Croacia y Bosnia. A medio camino había unos bloques de cemento que cerraban el paso con moto, y a ambos lados había señales prohibiendo el paso, pero no había ningún tipo de vigiliancia. Aqui estamso a ambos lados de la frontera, Nat en la UE y yo fuera de ella.

201608020414202016080204124420160802041152Después de la foto hicimos una pasada por la pista principal con la moto a fondo (¿quién no lo haría?) y contentos de no haber saltado por los aires por culpa de una mina, volvimosd a Korenica y emprendimos el camino a Korenica.

20160802042249Desde mi primer visita a Croacia la autopista que atraviesa el país siguiendo más o menos la costa ya está prácticamente completada, desviando la mayor parte del tráfico de las carreteras secundarias que eran la única manera de desplazarse por el país. Esto significa que carreteras que anteriormente eran infernales (horas atascado tras camiones y tráfico lento) estaban ahora gloriosamente vacías. Si venís a Croacia en moto, evitad la autopista, las carreteras del interior son una joya.

20160802060217Llegamos a Omiš a media tarde con un calor de 35 grados y casi lloramos cuando la mujer a quien alquilamos el apartamento nos recibió con un par de cervezas frías. ¡Me encanta esta costumbre!

Tras descargar la moto y darnos una ducha fría, nos cambiamos y fuimos a dar una vuelta por el centro y empezar nuestros cuatro días de relax con una mariscada enorme.

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Omiš

Días 6 a 8 – Miércoles 3 a Viernes 5 de agosto (0km)

Tras un año de duro trabajo una de las cosas que queríamos hacer este verano era relajarnos un poco. Las vacaciones de aventura están muy bien, e íbamos a tener bastante en los días venideros, pero primero unos días para desconectar en la playa nos vendrían de maravilla, y Omiš es el lugar perfecto para ello.

Omiš se encuentra en la desembocadura del río Cetina con un profundo cañón detrás y la isla de Brac delante ocultándola del mar, lo que la convirtieron en un refugio perfecto para los piratas que atacaban los barcos que surcaban el Adriático.

La mayor parte de la gente que viene a Croacia van a Dubrovnik o a alguna de las muchas islas que salpican la costa, de modo que las espectaculares playas de piedras en Omiš son muy tranquilas, ocupadas principalmente por croatas de vacaciones y algunos húngaros, austríacos y polacos. Se puede disfrutar de una excelente cena a base de pescado o marisco en el centro a unos precios muy contenidos y el alojamiento también es barato.

Conseguimos un apartamento al otro lado de la carretera frente al mar y luego descubrimos una pequeña playa escondida al otro lado de la desembocadura del río, justo a la salida del pueblo, con aguas cristalinas y sombra de los pinos justo en la orilla. Además, como prácticamente no había arena el sitio estaba casi desierto en cuanto a niños se refiere, así que era muy tranquilo. Ideal para nadar, leer y relajarse.

Con la playa a media hora a pie del apartamento y el centro aun más cerca, la moto se pasó los días bien encadenada a un árbol en el jardín, y mejor así teniendo en cuenta cómo está el tráfico. Si venís a Omiš, hacedlo en moto, y si tiene que ser en coche, buscad alojamiento en un sitio desde el que podáis ir a la playa y al pueblo a pie si no queréis perder la paciéncia muy rápido. La carretera de la costa pasa por dentro del pueblo, y la única manera de cruzar el Cetina es un estrecho puente que además tiene desvíos a ambos lados hacia las carreteras que suben por ambos lados del cañón, y con las escarpadas colinas pegadas a las casas, no hay espacio para construir una alternativa. El resultado es que se literalment se atraviesa antes el pueblo a pie que en coche.

DCIM123GOPROLa última noche cenamos con unos buenos amigos que viven en Londres y que tambie¡én estaban de vacaciones en Croacia, Josep and Mona. Él había visto en el blog que etábamos por aquí e iban de camino a Split para coger el vuelo de vuelta a casa, así que decidieron pasar su última noche en Omiš y compartimos una velada genial.

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30km en contra dirección

Día 9 – Sábado 6 de agosto – De Omiš a Dubrovnik (209km)

Hoy tenía que ser un trayecto sencillo, solamente 209km de agradable carretera de costa para llegar a Dubrovnik a media mañana con tiempo de sobra para aprovechar el día y visitar la ciudad, pero las cosas no siempre salen como a uno le gustaría.

La previsión meteorológica anunciaba cielos nubosos con posibilidad de tormentas a mediodía, cosa que de hecho me parecía bien, pues no me apetecía especialmente hacer el camino con el mismo calor de los últimos tres días, máxime si íbamos a cruzar una frontera donde quizá nos tocaba hacer cola al sol. Tras una noche de intensa lluvia y tormenta el día empezó nublado pero seco, y a las 9:00 ya teníamos la moto cargada y lista para partir cuando el propietario de los apartamentos vino a despedirse. La tarde anterior, cuando bajamos a su apartamento a pagar nuestra estancia, nos invitó a una copa de vino tinto de elaboración propia y nos estuvo explicando un poco su vida. Había estado trabajando 30 años en Alemania y se había construido los apartamentos con el dinero que ganó allí como plan de jubilación. No hablaba nada de inglés, pero se hizo entender con el poco alemán que yo recordaba de la universidad. El vino era muy bueno, y viendo que nos había gustado, nos ofreció una botella como regalo de despedida y nos avisó de que fuéramos con mucho cuidado con el viento durante aproximadamente los primeros 20km de trayecto. ‘¡Langsam, langsam!’

20160806042020En el momento en que salimos de Omiš quedó claro que no se trataba de una advertencia gratuita. No había padecido vientos así desde el primer día de mi frustrado viaje a Mongolia. El relieve escarpado de la costa y la carretera revirada hacían que los fuertes vientos que soplaban del mar se movieran en todas direcciones, haciendo muy difícil predecir de dónde iba a venir la siguiente racha, y tuvimos un par de momentos de infarto cuando una nos pilló por el lado malo cuando ya estábamos inclinados a media curva. Al cabo de pocos kilómetros el cielo que veíamos en la distancia se tornó completamente negro y los rayos impactaban contra el mar y los acantilados. Parecía el día del juicio final. Con estos pensamientos en mi cabeza mientras me peleaba con la moto para evitar que el viento nos empujara contra el tráfico que venía de cara o por encima del guardarraíl y al mar, noté unos golpes no precisamente sutiles en el casco: Nat se había cuadrado y se negaba a seguir adelante en esas condiciones.

Paré la moto y gracias a una de esas felices coincidencias de la vida había un restaurante justo al otro lado de la carretera donde nos refugiamos del viento después de aparcar la moto de forma que estuviera seguro de que el viento no la iba a tirar. Con una taza de café y conexión a internet para comprobar la previsión meteorológica estudiamos nuestras opciones, que resultaron ser más bien limitadas. Nat no quería oír hablar de volver a subirse a la moto, así que no podíamos hacernos los valientes y enfrentarnos a la tormenta que aguardaba por delante para intentar superar el tramo con viento y tampoco podíamos volver a Omiš y pasar el día allí a la espera de que al día siguiente las condiciones mejoraran. Así que nos dedicamos a sorber el café y esperar durante unas dos horas.
Cuando el viento amainó por fin un poco seguimos hasta encontrar el primer desvío hacia el interior para ir hacia la autopista y alejarnos de la carretera de la costa en un intento de evitar el viento.

Funcionó, el viento casi no soplaba en el interior, pero en el momento en que recogimos el ticket de la cabina de peaje de entrada, el cielo se abrió y Dios descargó su cólera sobre nosotros en forma de diluvio. Paramos de nuevo en la primera estación de servicio que encontramos, pero para entonces el equipo supuestamente impermeable ya estaba medio empapado. Pasamos otras dos horas allí, viendo como llovía y como otros moteros igualmente miserables llegaban y se iban mientras charlábamos con un holandés jubilado que tenía amigos en la MotoGP.

20160806064306Viendo que la cosa no iba a cambiar en ningún momento decidimos volver a la carretera y, para nuestro regocijo, las condiciones mejoraron un poco para cuando llegamos al final de la autopista en Ploče y empezamos a bajar a la costa en dirección a Dubrovnik.

Ya estábamos a más de medio camino de nuestro destino, la lluvia había parado y el viento también, pero era demasiado temprano para cantar victoria: quedaba un último obstáculo por superar. La región de Dalmacia, que ocupa más de la mitad del litoral croata y al sur de la cual se encuentra Dubrovnik, está cortada en dos por un pequeño corredor que le da a Bosnia acceso al mar. Esto implica que para llegar allí hay que cruzar la frontera a territorio extracomunitario, hacer unos 10km y volver a cruzar otra frontera de vuelta a Croacia. Si crees que suena pesado estás en lo cierto. Ahora súmale el hecho de que estamos hablando de una carretera de doble sentido estrecha que atraviesa todos los pueblos y que es la única manera de acceder al sur de Dalmacia. En plena temporada alta de verano.

Nuestro amigo Josep nos había dicho que se había pasado tres horas para cruzar la frontera, pero no esperaba encontrar el tráfico completamente parado a 20km de la frontera. Además se puso a llover de nuevo, así que hice la única cosa que podía hacer: salir al carril contrario e ir contra dirección. Durante 20km fuimos por el lado contrario de la carretera, apartándome entre los coches parados para dejar pasar si venía algo grande, como un camión o un autocar (o un furgón de la policía), y luego hicimos 10km más en Bosnia, donde el atasco continuaba porque había que volver a cruzar la frontera más adelante. Si no lo hubiéramos hecho así, probablemente seguiríamos esperando en el atasco a día de hoy, y encima empapados.

Justo antes de volver a cruzar la frontera a Croacia paramos en una gasolinera Bosnia para hacer honor a la tradición de conseguir una pegatina para la moto que tenía que empezar a ganárselas. Era la segunda del viaje, la primera se la habíamos puesto en Croacia esa misma mañana.

En los últimos 30km antes de Dubrovnik el tiempo y el tráfico mejoraron por fin, a pesar de que los fuertes vientos hicieron una poco bienvenida reaparición. Finalmente llegamos a la casa donde nos alojábamos a las 19:00, descargamos la moto y fuimos a hacer una visita nocturna al famoso casco antiguo.

Desembarco del Rey

Día 10 – Domingo 7 de agosto – Dubrovnik (0km)

El Desembarco del Rey y también el de miles de turistas, ya que Dubrovnik es uno de los destinos más populares en la zona del Mediterraneo, tanto para cruceros como para los que llegan en coche, autocar, avión e incluso autoestop.

Esta corriente constante de gente, sin duda incrementada este verano por el reciente rodaje de Juego de Tronos, es la principal fuente de ingresos de la ciudad, cosa que se relfeja en los precios del alojamiento. Lo más barato que encontramos fue una habitación en un caserón a unos 20 minutos a pie de centro histórico, con baño y cocina compartidos, que no estaba nada mal pero tenía de lejos la peor relación calidad-precio que habíamos encontrado hasta momento. Solo se podía llegar a través de un callejón peatonal, así que lo más cerca que pude dejar la moto fue en el aparcamiento de un centro comercial que había al otro lado de la calle, donde pasó la noche encadenada a una escalera metálica.

DCIM123GOPROHabíamos pensado visitar la isla de Mljet, de la que Josep nos había contado maravillas, pero la previsión del tiempo volvía a pintar mal: fuertes vientos con tormenta y chubascos otra vez, así que decidimos quedarnos y visitar la ciudad, que era el plan para el día anterior si el viaje no nos hubiera tomado tanto tiempo.

20160807033855A pesar de estar abarrotado en pleno verano, el casco antiguo vale sin duda la pena. Rodeado de altas y anchas murallas de piedra, sus calles son un laberinto de inclinados callejones y pasajes donde uno se puede perder con facilidad y encontrar rincones apartados del bullicio de las vías principales y pasear casi sin ver otros turistas. Hace falta tiempo para explorar toda la ciudad, especialmente si se quieren recorrer las murallas o visitar sus muchos museos.

20160807122241Al poco de cruzar la puerta principal empezó a llover, así que seguimos a un grupo de franceses de un crucero a lo que parecía un memorial a los ciudadanos que habían dado sus vidas defendiendo la ciudad durante la guerra. La chica de la entrada asumió que seríamos parte del grupo, así que nos ahorramos unas pocas kunas que luego se reinvertirían en una cerveza fresca, y aprovechamos la explicación de la guía sobre cómo sufrió la guerra la ciudad.

El centro histórico es patrimonio de la humanidad declarado por la UNESCO desde 1979 y a pesar de que ya en 1970 toda la ciudad se había desmilitarizado para evitar que fuese un objetivo en caso de conflicto armado, en 1991 fue atacado y sitiado por el Ejército Popular Yugoslavo tras la declaración de independencia de Eslovenia y Croacia. En aquella época el país aún no tenía un ejército regular, así que la dura tarea de su defensa recayó sobre sus propios ciudadanos durante los siete meses que duró el sitio, hasta que el recién creado ejército croata, formado por policías, lo liberó. El bombardeo tuvo un efecto devastador sobre la ciudad, y a pesar de que hoy en día se ha restaurado gran parte, es fácil ver el alcance de la desrucción si se sube hasta el fuerte que hay en la montaña que se alza tras la ciudad, desde donde se pueden distinguir muchos tejados de reciente construcción.

20160808031654Hay mucho que ver y hacer si tienes tiempo y dinero: salidas en barco a las islas, buenos restaurantes, un par de bares colgados de las rocas en la parte exterior de las murallas que dan al mar, preciosas playas, paseos nocturnos… Hay hasta un circuito de Juego de Tronos. No es de estrañar que tanta gente visite la ciudad hoy en día.

No te fíes de las primeras impresiones

Día 11 – Lunes 8 de agosto – de Dubrovnik a Kotor (107,1km)

Hoy me levanté con la emoción de cruzar una frontera a un país en el que nunca había estado: Montenegro.

Cargamos la moto, que como he contado en el post anterior estaba en el aparcamiento de un centro comercial, y cuando bajamos por la rampa que daba a la calle vimos que, a diferencia del fin de semana, la barrera estaba bajada y había un vigilante en la cabina. Había visto un cartel que especificaba los precios por hora y lo más preocupante, el precio a pagar en caso de pérdida del ticket y no tenía intención alguna de pagar eso, así que cuando vimos que el vigilante estaba ocupado cobrando al conductor de un coche aprovechamos el momento y nos colamos por el hueco entre la barrera y la pared y salimos disparados calle abajo. Estaremos en la frontera antes de que se enteren, Joe.

20160808025014Y efectivamente llegamos a la frontera rápido tras una visita al fuerte para hacer una foto panorámica de la ciudad. Anticipando largas colas de nuevo nos habíamos puesto en camino temprano y habíamos tomado una carretera más al sur de la principal que seguía la costa para evitar el tráfico. No estábamos seguros si habría un paso fronterizo allí o si estaría abierto. No había coches en la carretera, que era realmente bonita, descendiendo suavemente hacia el mar por las laderas que dan al Adriático. Tras disfrutar de la carretera un rato encontramos la frontera croata, con solo dos coches esperando, y nos dejaron pasar muy rápido.

Dos curvas más abajo encontramos la frontera de Montenegro, donde había tres coches esperando, pero la policía se tomaba las cosas con mucha más calma, recogiendo los pasaportes de cada coche, llevándoselos al edificio y volviendo al cabo de un buen rato. Esperamos pacientemente al, con la temperatura en aumento a medida que avanzaba el día, hasta que al final nos dejaron pasar y llegamos a la primera población importante del otro lado, Herzeg Novi, diez minutos después de unirnos al tráfico que llegaba de Croacia por la carretera principal. En la primera gasolinera que encontramos compramos una pegatina para la moto (la Susi no tiene esta).

20160808041713Estábamos a la entrada de uno de los lugares más bonitos y únicos del Adriático: la bahía de Kotor, una intrincada bahía rodeada de montañas que superan los 1000m sobre el nivel del mar y que constituye lo que puede ser el único fiord en la zona del Mediterráneo. A lo largo de la costa ondeante, más de 100km de una carretera que tenía muchas ganas de hacer.

Desgraciadamente, al contrario que con otras carreteras que me han creado grandes expectativas, esta resultó ser algo decepcionante… la carretera está muy bien, pero es una vía princiopal que en esta época del año tiene mucho tráfico. Pasamos todo el viaje detrás de coches lentos o directamente parados cada vez que la carretera atravesaba una población, había un flujo constante de vehículos en el otro sentido y era demasiado estrecha para intentar circular entre los dos sentidos como hicimos en la frontera en Bosnia. Para cuando llegamos a Kotor, donde el tráfico estaba en su peor momento, y giramos para buscar el apartamento, me alegré de no tener que hacer la carretera entera. Hay un ferry que cruza la bahía en su parte más estrecha y ahorra más o menos la mitad del recorrido, pero no lo usamos porque había leído que la carretera valía la pena. Si venís aquí en plena temporada turística de verano, yo cogería el ferry.

El apartamento estaba colgado de la ladera con unas vistas imponentes de la bahía, el casco antiguo de Kotor y la fortaleza con su muralla. Para llegar hasta él tuve que subir por unas calles de las más empinadas que he visto jamás (y los que sepan donde vivía antes pueden dar fe de cómo eran las calles allí). Esta era la primera toma de contacto de Nat con la arquitectura de la Europa del este más profunda: caótica, gris, funcional, a veces sin terminar… y no se llevó muy buena impresión.

2016080810222520160808102503Solamente tras ver el apartamento, que era el mejor que habíamos encontrado hasta el momento, y dar una vuelta por la tarde en el centro histórico medieval perfectamente conservado empezó a tener una opinión más positiva de Montenegro. Hay que decir que el calor y los atascos no habían ayudado, así que para compensar nos dimos un baño en la playa de la ciudad, cuyas aguas eran increíblemente transparentes para una playa que está justo al lado de un puerto donde amarran grandes cruceros.

2016080811255620160808115859Con el sol y la temperatura ya más bajos nos atrevimos a hacer una visita a las murallas y la fortaleza, una impresionante muestra de arquitectura medieval que protegía la ciudad de ataques desde la montaña. La muralla se aferra casi en vertical a la montaña tras la ciudad, culminando en una fortaleza con una vista que domina la ciudad debajo, la bahía delante y las montañas detrás.

20160808132406Incluso a una hora tardía, con el sol ya tras las montañas, la temperatura era alta, y llegamos arriba empapados en sudor y agotados, pero las vistas valían sin duda la pena.

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La bahía de Kotor

Día 12 – Martes 9 de agosto – Bahía de Kotor (0km)

Tras haber visitado el casco antiguo y las murallas el día anterior, hoy decidimos hacer un tour en barca para ver toda la bahía desde al agua (mucho más agradable que las vistas desde la moto mientras estábamos en pleno atasco) y que nos llevó también a mar abierto, con una parada a mediodía en una playa precisa donde nos dimos un baño y comimos al lado del mar y luego a una cueva en los acantilados llamada la cueva azul.

20160809033539201608090713232016080909225520160809094522Fue una buena experiencia, a pesar de que el mar estaba demasiado picado para permitir a la barca parar el tiempo suficiente para nadar en la cueva y de que en el trayecto de vuelta no nos dio tiempo a visitar Nuestra Señora de las rocas, una iglesia construida en una pequeña isla frente a la costa en el pueblo de Perast. Al menos la visita a Perast valió la pena, y el hombre de la barca nos ofreció un trayecto gratis al día siguiente para ver la iglesia, pero ya teníamos reservado alojamiento en Albania, así que tenemos una excusa para volver aquí algún día.

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Otra ‘best road… in the wooooorrrrld’?

Día 13 – Miércoles 10 de agosto – de Kotor a Shkodër (209.1km)

Hoy era el gran día: ¡Albania! Estaba muy emocionado, había oído muchas cosas sobre el país, la mayoría contradictorias; que era un lugar precioso, pero que las carreteras eran las peores de Europa, que la gente era muy agradable, pero que era el lugar donde terminaban muchos de los vehículos robados en Europa… Pero todo eso tendría que esperar aun un poco. Primero teníamos un día entero por delante para cruzar Montenegro y descubrir grandes contradicciones.

En la agenda del día había una visita al parque nacional de Lovćen para ver el mausoleo de Njegoš, en lo alto de una de las montañas más altas en la zona de la bahía de Kotor, una visita a la ciudad costera de Budva, donde queríamos ver algo llamado ‘mini Montenegro’, un pueblo construido sobre una roca conectada a la costa a través de un estrecho puente, y un largo recorrido siguiendo la orilla sur del lago Skadarsko antes de cruzar la frontera a Albania y pasar la noche en Shkodër, la primera ciudad en el lado Albanés. Un día completo, sin duda.

20160810041018_1El mausoleo de Njegoš está construido en el pico Lovćen, sobre la bahía de Kotor. Njegoš era un noble, obispo y poeta de gran importancia en Montenegro cuya voluntad era ser enterrado en la montaña que había visto toda su vida desde el pueblo de Cetinje, de donde era originario, pero cuando murió en 1851, el mal tiempo y enfrentamientos con los turcos no permitieron a su gente enterrarlo allí. Más de un siglo después, entre 1970 y 1974, el gobierno yugoslavo construyó el mausoleo en la montaña para cumplir su voluntad.

20160810032325La manera más directa de acceder al pico desde Kotor es tomar la carretera P1, que lleva desde el nivel del mar hasta casi 1.600m a través de más de 30 horquillas que nada tienen que envidiar a las del Stelvio, con unas vistas incomparables de la bahía para rematar la experiencia. Eso sí, tampoco es muy buena idea andar distrayéndose con el paisaje, casi no hay protecciones que te separen del borde del precipicio si vas en moto y de vez en cuando un vecino pasa a todo trapo en dirección contraria sin que le importe mucho que haya apenas espacio para que dos coches se crucen en la carretera. Del otro lado de la montaña, la M23 hasta Budva, en la costa, es más rápida, ancha y con unas vistas muy buenas a las montañas. No sé cómo se escriben esos artículos que hablan de ‘las mejores carreteras del mundo’ o cómo seleccionan las carreteras, pero estoy seguro de que es imposible tener en cuenta todas las carreteras del mundo. Bueno, esta es una que debería figurar en una posición alta en cualquier de esas listas, no os la perdáis si venís a Montenegro.

DCIM123GOPROEl mausoleo también vale la pena, se accede a él a por una escalera con más de 400 peldaños a través de un túnel que desemboca en el pico mismo, y contiene una estatua enorme del poeta tallada de un solo bloque de granito y un techo cubierto de oro de verdad.

DCIM123GOPRODCIM123GOPROTras un maravilloso trayecto de bajada llegamos a la ciudad de Budva, un destino turístico costero muy popular por estos lares. No entramos, pues el ‘mini Montegro que queríamos visitar quedaba algo más al sur, pero al menos desde mi punto de vista no parecía el tipo de lugar al que querría ir: grandes hoteles y bloques de apartamentos de mal gusto, y el tráfico de siempre.

Unos pocos kilómetros carretera abajo nos desviamos siguiendo una señal que indicaba ‘Sveti Stefan’, que es el nombre real de lo que habíamos visto anunciado en varias oficinas de turismo y panfletos como ‘mini Montenegro’ y nos encontramos con una calle que supuestamente era de doble sentido pero estaba tan llena de coches aparcados que era casi imposible circular por ella. Al final, ni un solo sitio donde aparcar, ni siquiera una moto, tan solo un aparcamiento privado lleno de coches de lujo donde nos dijeron que costaba 2€ por hora dejar la moto. Cansado de menear la moto con el calor asfixiante que hacía decidí que no íbamos a pasar mas de eso visitando el pueblo, especialmente con la ropa de moto puesta, así que pagamos y aparcamos.

Nada más poner un pie en el puente que conecta la playa con el pueblo oímos una voz detrás nuestro que gritaba: ‘¡Oiga, oiga, no pueden pasar, es privado!’ Me giré y me encontré con un ejemplo de manual de guardia de seguridad privado: alto, cuadrado, cabeza afeitada, gafas de sol, pinganillo, todo el lote vamos, que nos explicó en tono condescendiente que el pueblo era un hotel y que el acceso estaba reservado solo a los huéspedes. Miré el pueblo al final del puente, volví a mirar al guarda y le pregunté: ‘¿Todo el pueblo?’ ‘Todo el pueblo’, respondió en un tono que decía: ‘Saca tus sucias botas de mi puente, siervo’.

20160810062304Miramos alrededor y nos dimos cuenta de que el acceso a las playas a ambos lados también estaba controlado por guardias de seguridad, y que todo el mundo llegaba en coches de alta gama o minibuses de lujo directos al aeropuerto, vistiendo ropa y accesorios que debían costar más que mi moto. ‘Pues que jodan a los ricos’, pensé, sacamos la moto del aparcamiento y nos largamos de allí tan rápido como el tráfico nos permitió.

Ya era bien pasado el mediodía y la temperatura se estaba volviendo insoportable, así que nos dirigimos rápido hacia el interior en busca de la carretera que bordea la orilla sur del lago Skadarsko y de un lugar fresco para parar y comer. Entre el tráfico, el calor y la decepción de Sveti Stefan iba yo pensando que si oía las palabras ‘playa’ y ‘vacaciones’ en la misma frase antes de 2030, me divorciaba.

20160810080722Por suerte la carretera a lo largo del lago era muy agradable y encontramos un rincón a la sombra bajo los árboles de un pequeño memorial de la guerra donde comimos, de modo que mi humor no tardó en mejorar.

20160810083247Según el mapa esta era la segunda carretera principal al sur del lago para llegar a la frontera después de la de la costa, pero estaba lejos de parecerlo. Era poco más que una pista asfaltada, a penas lo suficientemente ancha para dos coches, que unía los pequeños pueblos del lago, y el lugar estaba en las antípodas de Budva; estábamos en el Montenegro profundo y yo lo estaba pasando en grande.

20160810080742Al girar la última curva de la carretera dejamos el lago atrás y a nuestros pies apareció Albania, a tan solo unos kilómetros montaña abajo. Esta vez no había paso fronterizo pequeño en alguna carretera secundaria y nos unimos a la carretera que venía de la costa esperando encontrar largas colas para dejar Montenegro y largas colas para entrar en Albania. Había bastantes coches, autocares y autocaravanas, pero dos cosas nos facilitaron mucho el proceso: este era, según un cartel que lucía orgulloso en la pared del edificio, el primer paso fronterizo conjunto de los Balcanes occidentales, construido con la ayuda de la UE, de modo que nos ahorramos el doble proceso de salida-entrada, y además nos indicaron que pasáramos por la entrada de peatones, donde ya había otra moto enseñando pasaportes, así que nos ahorramos la cola.

DCIM123GOPROUna vez en el otro lado, paramos a comprar un seguro para la moto, pues había leído que Albania no entra en la mayoría de pólizas Europeas, pero el chico que nos atendió en una de las muchas casetas que ofrecían seguros comprobó nuestra carta verde y nos dijo que sí teníamos cobertura. ¡Genial!

20160810105005El tráfico y la carretera hasta Shkodër no eran peores de lo que había visto en otros lugares dfe Europa del este, con carros y otros vehículos cuanto menos curiosos compartiendo la vía con los coches, buses y camiones

DCIM123GOPROEncontramos nuestro hotel, más por casualidad que gracias al GPS, y nos sorprendió ver que tenía un garaje vigilado con cámaras y una habitación que, aparte de enorme, era mucho más lujosa de lo que uno podría esperar por estos precios. Tras una ducha nos fuimos al centro a cambiar dinero, buscar una pegatina para la moto y tomar una cerveza para celebrar nuestra llegada a un nuevo país.

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Los Alpes Albaneses

Día 14 – Jueves 11 de agosto – de Shkoëder a Theth (72,3km)

El plan del día era ir hacia el norte a Theth, una población en uno de los parques naturales más grandes del país, visitar la zona, quizá hacer alguna excursión y pasar la noche allí. Solo estaba a 70km y según el mapa la carretera debería ser buena; estaba marcada como carretera principal y llevaba al parque natural más importante del norte del país, al fin y al cabo.

Salimos de Shkodër a las 8:00 por la carretera que lleva a Podgorica y unos kilómetros después de dejar la ciudad giramos hacia el norte tras ver una señal que indicaba el parque. La carretera principal se volvió inmediatamente como la que habíamos encontrado en el lago en Montenegro: muy estrecha e irregular, pero al menos no había socavones y había gasolinera en casi todos los pueblos que atravesamos.

20160811034626Ante nosotros se elevaban grandes montañas recortadas contra el cielo de la mañana, dejando claro que estábamos en un parque mucho más salvaje que Plitvice o Lovćen; estas eran el tipo de montañas que estaba acostumbrado a ver en el Pirineo central. La carretera empezó a ganar cada vez más altura y nos sorprendió descubrir que mejoraba; seguía siendo estrecha pero el asfalto era nuevo, todo un placer. Seguimos ascendiendo a través de un valle, adelantando algunas furgonetas viejas cargadas de gente (los autobuses locales) hasta que llegamos al final del valle, donde la carretera se encaramaba por la empinada ladera de la montaña en una serie de horquillas cerradas hasta culminar en un puerto… donde terminaba.

20160811103332Había leído que esto ocurre con frecuencia en Albania; si el mapa dice que hay una carretera, habrá una, pero es imposible saber cómo de ancha será, en que condición estará o si estará asfaltada o no, y a menudo la carretera se termina y lo único que hay es una pista como la que encontramos 11km antes de llegar a Theth, nuestro destino. Es de destacar también que solo habíamos visto una señal más tras dejar la carretera principal, anunciando que entrabamos en el parque natural, pero no había caseta de control, centro de información turística ni carteles indicando rutas a pie. Cero infraestructura, solo las montañas, que en este punto ya se parecían más a los Alpes que a los Pirineos.

Un poco más allá del inicio de la pista encontramos una casa de madera que parecía un bar y paramos a preguntar sobre el estado del camino. Aparcados delante había un suizo y un italiano en KTM 990 Adventures que nos preguntaron si teníamos gasolina de sobra. Habían llegado por la misma ruta que nosotros, divirtiéndose de lo lindo, y no habían repostado en la última gasolinera.

Gente del lugar nos dijo que la pista estaba en buen estado, y parecía haber bastante tráfico, si bien era todo 4x4s y furgonetas. Decidimos seguir, y a pesar de que vimos dos o tres turismos, en algunos tramos la pista estaba tan mal que no creo que nadie en Europa occidental se atreviera a meter sus SUVs por ahí. Los de las KTMs se pusieron de pie y se lanzaron a por la pista con gusto, pero yo lo pasé bastante peor con la moto cargada a tope y pasajera para llegar hasta el fondo del siguiente valle, donde se encontraba Theth.

20160811065534A pesar de que los mapas lo indican como pueblo, Theth es poco más que unas cuantas casas desperdigadas sin calles, tiendas, ni servicios, y una pista en mal estado que lo conecta con el resto del mundo. Una de las poblaciones más importantes del parque natural era la definición misma de territorio virgen, como imagino que los Alpes debían ser hace siglos, antes de los turistas, los resorts de esquí y las excursiones con guía.

20160811054908A pesar de todo ello, habíamos encontrado la casa donde íbamos a pasar la noche en Booking.com, y había muchas otras casas de Theth en la web. La nuestra era una casa de campo de piedra de tres pisos donde una familia tenía tres habitaciones en alquiler, y justo tras nuestra llegada el hijo menor, que hablaba algo de inglés, nos presentó toda la familia, incluyendo la abuela, que nos recibió con un abrazo de oso. Era mediodía, y tras preguntar si éramos vegetarianos nos sirvieron una de las mejores comidas que he visto, todos los ingredientes naturales y del lugar. Ir un momento al súper no era una opción allí arriba.

20160811073554Por la tarde fuimos a dar una vuelta al ‘centro’ del pueblo: una caminata por el bosque hasta que encontramos más casas y el río que pasaba por el fondo del valle, y vimos que había una escuela que parecía en uso. Bueno, al menos una aula en la planta baja, ya que el piso superior parecía abandonado y el techo estaba dañado.

20160811104401201608111006412016081110462620160811104804Seguimos andando valle abajo intentando encontrar el camino hacia una cascada que parecía ser una de las atracciones del lugar, pero no había ninguna indicación. Preguntamos a varias personas y nos sorprendió encontrar unos cuantos turistas, hasta que descubrimos que el pueblo es el punto de inicio de muchas rutas de trekking, incluyendo una conocida como Ruta de los picos de los Balcanes, una travesía de 10 días que entra en Kosovo y Montenegro, a tener en cuenta de cara a futuras vacaciones.

Aun buscando el camino a la cascada vimos un cartel que anunciaba el museo local y decidimos ir a visitarlo.

20160811111447Como podéis ver, el acceso estaba adaptado para discapacitados.

20160811112652El edificio del museo tenía dos pisos: en la planta baja había un corral (en uso), y la planta superior alojaba el museo etnográfico, con la exposición dividida en dos salas.

2016081111190220160811112408DCIM123GOPRODCIM123GOPROSaliendo del museo vimos lo que asumimos que eran los curadores, pues no había otro ser vivo a la vista.

20160811112544De vuelta a la ‘calle’ principal encontramos otra casa de huéspedes donde por fin nos explicaron como llegar a la cascada. Caminamos hasta que la tuvimos a la vista, pero se estaba haciendo tarde y no llevábamos linternas para la vuelta, además el cielo se estaba cubriendo y se oían truenos justo detrás de los picos más cercanos, así que decidimos volver, ya que teníamos una buena caminata valle arriba hasta nuestra casa.
La lluvia nos pilló justo cuando pasábamos por la escuela y corrimos a refugiarnos bajo el porche, donde esperamos más de una hora a que pasara el diluvio mientras pensaba en qué íbamos a encontrar la pista para salir del valle al día siguiente.

20160811135359Cuando llegamos a la casa me sorprendió ver una Honda CBF1000 con neumáticos de carretera aparcada al lado de mi moto. Si a mi me había costado llegar hasta aquí, ese tenía que haberlo pasado fatal. Pregunté en la casa y me dijeron que pertenecía a un par de italianos que no sabían que la carretera era como era. No hay ninguna advertencia, y si se busca Theth en Google uno se imagina un pueblecito de montaña típico de un parque natural, así que no creo que los italianos fueran los únicos que habían reservado una habitación en una de las muchas casas disponibles pensando que esto era un destino turístico popular de fácil acceso.

Veremos qué pasa mañana cuando tengamos que volver a subir por la pista para salir del valle.

 

Off the road again

Día 15 – Viernes 12 de agosto – De Theth a Shkodër (73km)

El único plan del día era subir por la pista, salir del valle y volver a Shkodër a pasar la noche antes de dirigirnos al lago Koman al día siguiente, así que por primera vez desde hacía tiempo no hacía falta madrugar. Eso no significa, sin embargo, que pudiéramos dormir hasta que nos diese la gana; estábamos en la misma zona horaria que en casa pero mucho más al este, de modo que el sol ya estaba alto y brillante a las 6:00, y nuestra habitación no tenía persiana ni porticones, ni siquiera tenía una ventana que cerrase como es debido, por lo que había pasado la noche debajo de una manta y un nórdico.

Sin otra alternativa que empezar el día temprano, nos tomamos el desayuno con calma y disfrutamos de una cantidad y calidad equiparables a la comida de día anterior, y nos esperamos a que el sol secara un poco la pista. Charlamos con los italianos, que nos contaron que, efectivamente, lo habían pasado fatal para bajar por la pista el día anterior y que también se iban hoy.

2016081202531320160812032308Con la moto cargada, y tras despedirnos de nuestros anfitriones nos pusimos en camino, listos para enfrentarnos a la pista. Me alegro mucho de decir que si estáis esperando una historia emocionante en la que tenemos que empujar la moto a través del barro, recogerla del suelo repetidas veces y, en general lo pasamos fatal, os vais a llevar una decepción. A pesar del barro en algunos puntos, algunos charcos y 4x4s que aparecían demasiado rápido en las curvas, lo pasamos bastante bien durante la subida. De hecho me divertí bastante, y la moto se portó como una campeona, tragándose piedras, baches, grava, barro y charcos sin inmutarse. Hasta tuvimos tiempo de ir parando para contemplar las preciosas vistas del valle.

201608120520172016081205474420160812060631De vuelta en Shkodër volvimos al mismo hotel donde habíamos estado dos días antes, salimos a tomar unas cervezas por el centro y nos retiramos temprano; al día siguiente nos levantábamos a las 6:00 para llegar a tiempo de coger el ferry que cruza el lago Koman.

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Un viejo ferry y un país joven

Día 16 – Sábado 13 de agosto – De Shkodër a Prizren (140km)

El lago de Koman no es un lago natural sino una pantano con por lo menos dos paredes y centrales hidroeléctricas. Tras su construcción un enorme valle quedó inundado y se estableció un servicio de ferry para los pueblos de la zona. Es importante poner esto en perspectiva: estamos hablando de Albania, de modo que cuando digo ‘pueblos’ digo una o dos casas como mucho, y el ferry era una experiencia de verla para creerla.

20160813035453Habíamos visto que solo había un ferry por día hasta Fierzë, que salía a las 9:00, y llegamos a Koman con 20 minutos de margen. La carretera hasta allí era del estilo de la del parque natural el día anterior, pero al menos esta vez no se convirtió en una pista sin avisar, aunque en algunos tramos estaba en tan mal estado que lo parecía. Al pie de la presa de Koman se metía en un túnel excavado en la roca que según el mapa daba al pantano y al embarcadero del ferry. Justo antes del final del túnel vimos coches parados y una furgoneta que estaba bloqueando la salida al embarcadero y parecía estar descargando pasajeros, así que paramos a esperar que terminase.

Antes de que tuviera tiempo de ira a echar un vistazo fuera del túnel un chico que parecía trabajar para el ferry se nos acercó y nos preguntó si teníamos una reserva para el trayecto. Ehhh… no, no sabíamos que se podía o se tenía que reservar con antelación, pero viendo que en los aproximadamente cinco minutos que llevábamos allí seis o siete coches más habían llegado y aparcado detrás nuestro en el túnel, empecé a preocuparme por el tema.

DCIM123GOPRO‘No problem, no problem, I find you place, I call you’ dijo, y se fue por donde había venido. La furgoneta había terminado de decargar gente pero seguía parada en el mismo sitio, así que decidí ir al embarcadero a ver cómo estaba el tema.

DCIM123GOPROSalí del túnel y me encontré en medio del caos más absoluto. El embarcadero era minúsculo y había mas de una docena de coches y furgonetas con familias enteras y hasta animales aparcados sin orden alguno, apuntando en todas direcciones y ocupando cada centímetro de espacio disponible, era como un juego de Tetris que había terminado muy, muy mal. En el agua había un ferry de pasajero y dos de coches, aún medio llenos de vehículos que querían desembarcar pero no podían porque no había espacio para salir, y yo de pie en medio de todo esto contemplando la escena con la ropa de moto y comiendo un plátano que acabábamos de comprar a un vendedor ambulante a precio de oro. Mi aspecto no podía estar más fuera de lugar.

En lo que solo puedo describir como una combinación alucinante de unos de esos rompecabezas de fichas deslizables que tienen siempre un solo hueco pero a tamaño real y unos dotes logísticos incomparables, los trabajadores del ferry, moviendo un coche a la vez en huecos que parecían crear de la nada, consiguieron descargar los coches de ferry y hacerlos pasar por el túnel, algunos marcha atrás, cosa que tiene mérito considerando que el túnel era largo, en bajada y con curvas, y empezaron a embarcar los coches que estaban esperando.

El embarcadero era muy básico, la rampa del ferry muy estrecha y había un hueco considerable entre ambos que algunos hombres intentaban cubrir con un cabo de amarre viejo. Los coches encajaban parachoques contra parachoques, y el personal llegó incluso a levantar un VW de la parte trasera para para acercarlo más a la barandilla y hacer espacio para el último coche, que quedó de lado y con una rueda en la rampa.

La mayoría del pasaje eran de la zona y parecían acostumbrados al proceso, pero este último coche pertenecía a una pareja de suizos de cierta edad que casi sufren un infarto intentando subirlo abordo.

Una vez completada la operación el chico de antes vino a buscarme corriendo y me dijo que había un hueco para la moto. Miré y solo quedaba un rincón al lado de la rampa. El anciano motor diésel del ferry ya empezaba a toser, y me apremió a que fuese a por la moto. El corredor había desaparecido, el espacio que habían hecho para descargar los coches ya había sido ocupado por más coches que no paraban de llegar, y tuve que pasar entre parachoques y retrovisores, bajar tras un utilitario, rodearlo y subir por delante suyo, pasar por encima de un amarre con la rueda patinando y cinco tíos aguantando la moto, bajar por la rampa resbaladiza y encajar la moto de lado en la cubierta de madera entre el poste que aguantaba los cables que izaban la rampa y el VW. La cubierta no era plana, así que no había manera de dejar la moto con la pata de cabra sin que se cayera encima del VW, y no había sitio ya para tirar de ella hacia atrás y ponerla sobre el caballete central. El chico que me estaba ayudando a aguantarla de pie me indicó que la atara al poste de la rampa, pero no me dio ningún cabo. El ferry ya estaba empezando a maniobrar y alejarse del embarcadero, así que me quedé solo deshaciendo una de las cintas que aguantaba el petate en la parrilla trasera y atando la moto al poste mientras hacía fuerza contra ella con el cuerpo para mantenerla de pie y evitar que me aplastara contra el VW.

Con la moto aparentemente segura pero demasiado cerca del borde de la cubierta para mi tranquilidad, subí a la cubierta superior a intentar disfrutar el viaje. Lleno hasta el límite de su capacidad, el ferry empezó a deslizarse laboriosamente por las aguas del lago contra el fuerte viento de la mañana, con la línea de flotación inquietantemente cerca del borde de la cubierta. No había salvavidas ni flotadores, y el barco parecía estar construido con cachos de chatarra y piezas de camiones viejos. Toda una experiencia.

El puerto en Fierzë, al que llegamos tras más de tres horas de un trayecto que poco tenía que envidiar a un crucero por los fiordos noruegos, tenía mucho más espacio, pero para ser honestos no podía considerarse un puerto. El ferry simplemente llegaba, se acercaba lo máximo posible a la orilla y bajaba la rampa sobre una subida de gravilla y piedras.

20160813065815Los coches salieron como podían, con las ruedas patinando y los del ferry empujando, y luego le tocó el turno a la moto, que salió empujando marcha atrás orilla arriba.

Aliviados de haber llegado a destino de una pieza, salimos del puerto y paramos en el primer restaurante que encontramos, donde un camarero muy amable nos ofreció medio kilo de pescado fresco del lago. Un merecido banquete para celebrar la experiencia.

20160813085731Del puerto a la frontera la carretera era excelente, y llegamos al siguiente país en un momento.

Hace unos cuantos posts dije que siempre hay que prestar atención a los consejos de la gente del lugar cuando se viaja. A menos que, por lo que parece, dicha gente haya dejado el país en busca de una vida mejor. Un muy buen amigo mío trabaja para la UE en Bruselas y cuando le hablamos de nuestra intención de viajar a Kosovo tuvo el detalle de pedir información sobre el país a una colega suya que es de Serbia. Le dijo que solo había ‘pobreza, miseria y nada que ver’.

Bien, me alegro de poder decir que, al menos en la parte sur del país, el paisaje era precioso, lo pasé en grande en el trayecto desde la frontera en las montañas hasta Prizren, donde íbamos a pasar la noche, y la ciudad en sí fue una agradable sorpresa, con el casco antiguo lleno de vida y bares y restaurantes con terrazas y un sorprendente parecido a Sarajevo.

20160813121155Subimos hasta la fortaleza, desde donde contemplamos una preciosa puesta de sol con música en directo de un grupo que estaba dando un concierto allí, y cenamos en uno de los restaurantes del casco antiguo antes de volver al hostel, donde nos habían proporcionado espacio en un aparcamiento con videovigiliancia gratis.

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¿Skopje o no Skopje?

Día 17 – Domingo 14 de agosto – de Prizren a Skopje (104km)

Hacía una semana, mientras estábamos en Dubrovnik, nos llegaron las noticias de que unas inundaciones relámpago habían afectado Skopje, dejando al menos una docena de muertos y más de 60 heridos tras de sí y dañando las carreteras en la capital y sus alrededores, y de que el gobierno tenía la intención de decretar el estado de emergencia.

Después de aquello las principales fuentes de noticias internacionales se olvidaron del problema y a nosotros nos llegó el momento de tomar una decisión sobre si ir hacia allí y pasar dos días, tal y como teníamos planeado, o saltarnos Macedonia y pasar a Bulgaria. Teníamos una reserva en un hostel en Skopje, así que escribimos a nuestro anfitrión y le preguntamos por la situación, y nos respondió al momento asegurándonos que no había problema ni en la ciudad ni en los alrededores.

20160814050122En vez de dejar Prinzen por la carretera principal hacia Pristina y luego girar hacia el sur camino a Skopje, tomamos la R115, una carretera regional que sigue un cañón nada más salir de la ciudad, justo debajo de la fortaleza desde la cual habíamos visto la puesta de sol y luego ascendía a más de 1000m a través del parque natural de Malet e Sharrit.

En el otro lado del parque tomamos la carretera que va de Pristina a la frontera, donde encontramos mucho tráfico y una cola interminable en la frontera.

20160814062021Después de cruzarla el trayecto hasta la capital fue rápido y sin incidentes, pero mi primera impresión de Macedonia fue la peor hasta el momento estas vacaciones; tras todo lo que habíamos visto el paisaje era anónimo, requemado por el sol, con fábricas y naves industriales desperdigadas aquí y allí. Al menos el tráfico no era denso y curiosamente entramos a la ciudad y llegamos hasta el hostel casi sin parar. No está mal para la primera capital que visitamos.

Mi primera mala impresión se desvaneció por completo en el momento en que entramos en el hostel y conocimos a nuestro anfitrión, Goran. Me dejó aparcar la moto dentro del jardín de la casa, nos ofreció una habitación mucho mejor que la que habíamos reservado (que era la más barata, viajamos con un presupuesto ajustado) sin cobrarnos de más y nos dio una explicación completísima de todo lo que había que ver en la ciudad y sus alrededores, con recomendaciones de los mejores bares y restaurantes incluidas. Habiendo absorbido toda esa información y tras una ducha y algo de comer, nos fuimos a ver la ciudad.

Skopje resultó ser mucho más interesante de lo que me esperaba: me dio la sensación de ser una ciudad en estado de flujo, ocupada en transformarse a si misma rápidamente, y que parecía tener un poco de otras ciudades mezclado en un solo lugar.

20160814112842Caminando del hostel al centro vi Varsovia como imagino que debía ser hace unos años, con grandes edificios grises reliquia del comunismo y hoy vacíos, esperando a ser remodelados o destruidos, la mitad del edificio que alojaba la estación principal ya derribado y la otra mitad convertido en el museo de la ciudad, y el antiguo patio de vías, desnudo de raíles, a la espera de su uso futuro.

20160814110335Vi Berlín en el frenético ritmo de construcción en el centro, en los edificios modernos creando centros alternativos. Vi un guiño a Praga en las muchas estatuas que adornaban los dos nuevos puentes peatonales y las orillas del río en un homenaje a las figuras más prominentes de las artes, cultura, educación, política y religión de Macedonia.

20160814120404Vi Sarajevo en el casco antiguo, caminando por sus calles adoquinadas llenas de pequeños comercios con fachada de madera y cristal, hombre tomando té en pequeños cafés y la visión fugaz de una mezquita entre tejados viejos.

20160814123619Vi hasta una pincelada de Londres en los autobuses rojos de dos pisos que dan servicio a la ciudad.

20160814110347Absorbimos todo eso, no sabíamos nada en absoluto de la ciudad y cuando llegamos aquí no teníamos expectativas ni nociones previas, de modo que éramos un lienzo en blanco donde la ciudad podía pintarse a si misma en su forma más pura. Contemplamos otra puesta de sol desde otra vieja fortaleza y luego disfrutamos de una cena de comida tradicional macedonia en un restaurante recomendado por Goran.

20160814131208Siempre digo que cada capital tiene una personalidad única y muy poderosa, y esta no era la excepción. Paseamos con calma de vuelta al hostel, felices de no habernos saltado la ciudad.

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Kayak en el cañón Matka

Día 18 – Lunes 15 de agosto – Skopje al cañón de Matka y vuelta (37km)

Los efectos de la inundaciones en el centro de la ciudad apenas eran visibles aparte de en los bordes del río, donde se podían ver desechos y ramas. Aparte de la ciudad en sí, el otro motivo de nuestra visita a Skopje era el cañón de Matka, que queríamos explorar en kayak.

Me temía que fuera peligroso por culpa de las inundaciones, pero resultó que hay una presa que forma el lago Matka y regula el caudal del agua, además del hecho que las inundaciones habían afectado la zona norte de la ciuadad y el cañón está al suroeste, así que Goran nos aseguró que no había ningún problema. También nos descubrió algo que desconocíamos: en el lago se encuentran las cuevas de Vrelo, unas cuevas bastante grandes con interesantes formaciones de estalactitas y estalagmitas y dos lagos en su interior. También nos dio indicaciones para llegar a la boca del cañón, que está a tan solo 18km de la ciudad.

Al poco de salir del hostel me acordé de las indicaciones de Goran (‘recto, imposible perderse, imposible perderse’) mientras el GPS nos llevaba a través de una estrecha carretera que cruzaba un barrio a las afueras de Skopje donde vimos exactamente ningún indicador que apuntara al cañón. El única que encontramos fue ya al llegar, así que una vez más me alegré enormemente de tener el GPS.

La carretera terminaba en un pequeño aparcamiento donde no parecía haber ningún sitio que alquilara kayaks (ni lago), pero se veía una carretera más estrecha que salía de la esquina opuesta, así que por ahí nos metimos con la moto. Se volvía mucho más estrecha unos metros más arriba, y nos dimos cuenta de que era un camino para peatones, así que aparqué la moto en un rincón donde se ensanchaba y Nat se avanzó a preguntar por el lago y los kayaks.

DCIM123GOPROResultó que la presa estaba justo a la vuelta de la esquina, y el sitio de los kayaks unos cinco minutos más lejos. Mientras nos cambiábamos la ropa de moto, un guarda de seguridad, sin duda de la presa, pasó por allí y le pregunté si había problema para dejar la moto allí. Levantó un pulgar y señaló a una cámara de seguridad que yo no había visto antes.

20160815045039Tras un corto paseo llegamos a un sitio donde las paredes del cañón se abrían un poco y había un restaurante y un pequeña caseta de madera con unas escaleras que bajaban a un embarcadero donde había tres barcos y varios kayaks de plástico amarrados. Nos dijeron que un par de horas era suficiente para llegar a las cuevas, visitarlas y volver en kayak, y que también ofrecían viajes en barco. Viendo que el kayak era muy poco más caro y duraba mucho más, además de darnos más libertad, alquilamos uno.

20160815063542Esta era la tercera vez que Nat y yo usábamos un kayak, y me alegra decir que tras ser capaces de ir de compras a IKEA sin discutirnos, remar un kayak en línea recta sin soltarse improperios es una clara señal de que nuestra relación es sólida.

20160815063415El trayecto por el lago hasta las cuevas nos brindó unas vistas excelentes, y llegamos a destino antes de lo que esperábamos. Tras unas maniobras un tanto amateurs, amarré el kayak a las escaleras que subían a las cuevas y desembarcamos justo cuando llegaba otro barco con un pequeño grupo de turistas.

20160815054801La coincidencia no podía ser más oportuna, pues no teníamos linternas y nos habían dicho en la caseta de los kayaks que las cuevas estaban iluminadas pero el generador lo ponían en marcha los guías que llegaban en barco con grupos. Nos unimos a los que acababan de llegar y aprovechamos la luz y la explicación.

20160815060331Las cuevas eran fascinantes, y parece que hay mucho más debajo del agua, al menos otras tres cuevas según nos dijeron. No se ha explorado todo aun, y se dice que pueden ser las cuevas submarinas más profundas del mundo. No puedo imaginar la sensación de claustrofobia que se debe experimentar en esas situaciones, nadando hacia adelante por huecos estrechísimos sabiendo que no hay superficie a la que salir si algo falla.

Nos tomamos el trayecto de vuelta con mucha más calma sabiendo que teníamos tiempo de sobra, y cuando llegamos a la caseta nos dijeron que el corto trayecto para cruzar el cañón hasta la otra orilla, desde donde un sendero salía montaña arriba hacia una iglesia, era gratuito para los clientes que habían alquilado un kayak, así que aprovechamos para ir a visitar la iglesia. Cuando nos bajamos tras el corto viaje, el chico nos advirtió sobre el calor a esas horas y nos enseñó una placa de hierro y un martillo colgando de un árbol y nos dijo que lo usáramos para llamar el barco de vuelta.

20160815073915Me considero un buen montañero, pero casi me muero en la subida hasta la iglesia con aquel calor… al menos la visita valía la pena, la iglesia estaba en una pequeña esplanada en un collado donde también había una fuente e instalaciones de picnic y acampada para la gente que hacía el camino de 16km que llega al cañón desde Skopje, al otro lado de la montaña.

20160815073517De vuelta paré a recoger mis calzoncillos, que se habían mojado en el kayak y que había dejado tendidos al sol en la subida, y cuando llegamos a la orilla usamos el intercomunicador para llamar el barco.

El GPS nos llevó por un camino mucho más directo a la vuelta, que imagino que era el que Goran me había querido explicar el día anterior, y volvimos al mismo restaurante para una comida muy tardía, ya que tanto los platos como el servicio había sido excelentes el día anterior. Allí estuvimos charlando mucho rato con Ace, nuestro camarero, que nos contó, entre muchas otras cosas, que había estado trabajando de voluntario para ayudar en las inundaciones y se quejó de que la ayuda se estaba repartiendo de forma desigual según a qué partido estuvieran afiliados los afectados. Si visitáis Skopje, os recomiendo el restaurante, Etno Bar Grill, a la orilla del río en el centro.

Sexta marcha

Día 19 – Martes 16 de Agosto – De Skopje a Blagoevgrad (225km)

Hoy fue, quizá por primera vez desde hacía bastante, un día bastante tranquilo en cuanto a visitas, excursiones y exploraciones. Subimos a las colinas al sur de Skopje antes de dejar la ciudad para ver las vistas desde la cruz del milenio, una estructura de 66 metros de altura construida para conmemorar 2.000 años de cristianismo. Nos llevamos una decepción al ver que solo era accesible por telecabina, no por carretera, pero había buenas vistas desde el aparcamiento donde terminaba la carretera y disfrutamos de unas vistas excelentes de la ciudad que añadieron un elemento más a la lista de lugares de los que mis impresiones de Skopje se alimentaban: Barcelona vista desde las colinas de Collserola.

20160816043255Dejamos la ciudad por la autopista y en el cuadro de la moto vi algo que no había visto desde hacía bastante tiempo: ¡la sexta marcha! Cubrimos una buena distancia (algo aburrida) antes de que se terminara la autopista, que por cierto no es que estuviese en muy buenas condiciones para lo que nos costó en peajes. Se terminaba en Kumanovo, desde donde una carretera nacional normal que culminaba en un tramo de largas y fantásticas curvas colina arriba nos llevó a la frontera con Bulgaria.

De todas las fronteras que habíamos cruzado esperaba que esta fuese con diferencia la más fácil y rápida; dejar un país generalmente es cuestión de un par de minutos y entrábamos en la UE con pasaportes de la UE y un vehículo registrado en la UE con seguro de la UE, pero por alguna razón que desconocemos los macedonios se tomaron su tiempo para comprobar cada uno de los pocos coches en la fila y los papeles de sus ocupantes, y aun fue peor para entrar en Bulgaria. Me sentí tentando de hacer eso que se ve tanto en las películas, donde los americanos que están en el extranjero claman ‘¡soy un ciudadano americano!’ a la que algo no cuadra, y ponerme a gritar ‘¡soy un ciudadano de la UE, dejadme entrar!’

Una vez en el otro lado aun nos quedaba un buen rato hasta nuestro destino del día: Blagoevgrad, una pequeña ciudad situada entre los parques naturales de Rila y Pirin. En principio íbamos a pasar solo una noche aqui hasta que tuviéramos información de la zona y decidiéramos a dónde ir luego, pero el hotel resultó ser barato y muy agradable, y vimos que la excursión que queríamos hacer al día siguiente estaba a tan solo una hora de allí, así que decidimos quedarnos dos noches.

20160816113552Por la tarde fuimos a ver la ciudad y comprar provisiones para la excursión, y Nat tuvo otra lección sobre barrios obreros en Europa del este.

 

Ocho lagos y un pico

Día 20 – Miércoles 17 de agosto – De Blagoevgrad a Panichishte y vuelta (165km)

Hasta el momento, en este viaje hemos pasado tiempo en la playa, en barcos y ferris, haciendo kayak, haciendo turismo y ahora íbamos a hacer trekking en Bulgaria, un país que con sus muchos parques naturales nos brindaba la oportunidad perfecta pero como podéis imaginar, viajar en moto no nos permite llevar demasiado equipo, así que tuvimos que moderar un poco nuestras ambiciones. Tras investigar un poco descubrimos una ruta bastante popular: el camino de los siete lagos en el parque natural de Rila.

La ruta sale desde un telesilla pasado el pueblo de Panichishte, parte de una estación de esquí que en verano funciona como instalación para hacer bici de descenso. Se puede subir con el telesilla hasta el refugio de Rilski Ezera, desde donde comienza el camino, o a pie desde el aparcamiento, cosa que añade entre una hora y una hora y media a las cinco o seis horas que se tarda en ver los siete lagos.

20160817032809Estaba claro que era un camino muy popular a juzgar por la cantidad de coches que encontramos aparcados a ambos lados de la carretera desde un buen trecho antes de llegar al aparcamiento, para el cual había que pagar. Al acercarnos al chico que estaba cobrando a los coches, nos dijo ‘moto free’ y nos indicó que pasáramos, y cuando llegamos al final del aparcamiento, el hombre que controlaba el acceso al telesilla nos hizo señas para que aparcáramos justo pasado el edificio, donde se encontraban los coches del personal y las máquinas pisa pistas. Una vez más, es un placer viajar en moto.

Vale la pena subir en telesilla no solo por el tiempo que se ahorra, cosa que permite disfrutar con más calma del recorrido por los lagos, sino también por las vistas que ofrece del valle a medida que gana altura. Una vez en el refugio entendimos por qué habíamos leído que era imposible perderse en esta ruta; no solo había una larga hilera de personas subiendo lentamente montaña arriba, además el camino estaba bien trillado y era imposible no verlo.

20160817044218Empezamos el recorrido en sentido anti horario, como la mayoría de gente, ascendiendo por un sendero empinado con una empinada caída a la izquierda desde donde pronto tuvimos vistas a los dos últimos lagos y a otro refugio, más grande y rodeado de cientos de tiendas.

20160817053906El camino se nivelaba en una planicie de hierba donde vimos el primer lago, llamado Babreka (el riñón) y también un grupo de gente de pie en un círculo concentrados en algo que no acerté a ver qué era; podría haber sido yoga, podría haber sido algún tipo de ritual, pero a mis ojos parecía sobretodo como si estuvieran intentando estrangularse a sí mismos.

20160817052542Eso, y el hecho de que estaban en medio de grandes círculos concéntricos marcados en el suelo me hizo recordar que había visto un libro a la venta en una cafetería en la carretera un poco antes de llegar al telesilla titulado ‘La guía esotérica de los lagos sagrados de Rila’. Después de eso empecé a darme cuenta de que entre los muchos turistas que andaban por ahí había un número considerable de personas que iban vestidos de forma peculiar, como si acabaran de volver de un año de meditación en algún monasterio remoto o se hubiesen trasladado en el espacio y el tiempo directamente desde Woodstock.

20160817055352Al poco de dejar atrás esta curiosidad el camino volvía a empinarse hasta que encontramos el segundo lago, Okoto (el ojo), llamado así porque forma un óvalo perfecto. Aquí deberíamos haber girado a la izquierda y haber seguido ascendiendo hasta un alto saliente de roca sobre el cual se veía aún más gente con sus siluetas recortadas contra el cielo, pero vi otro camino que iba a la derecha y parecía llevar a un pico que no se veía demasiado lejos. Habíamos llegado al segundo lago antes de lo esperado, hacía un día estupendo y pensé ¿por qué no? y empezamos la ascensión.

20160817061003Una hora y 300 metros de desnivel después llegamos a la cima de un pico con vistas de 360 grados sobre todo el parque. Mi altímetro daba 2714 metros, y más tarde descubrí que estábamos en un pico llamado Rilec. Desde allí tuvimos el privilegio de ver un octavo lago del otro lado de la montaña, que la mayoría de gente que hace la ruta no ve.

20160817064616Volvimos al lago Okoto de nuevo y subimos al saliente de roca, desde donde vimos el tercer y más alto de los lagos, el lago Salzata (la lágrima), y contemplamos la panorámica de los siete lagos a la vez. Comimos allí, gozando de las vistas y hablando con una familia búlgara que vivían en Pamplona y que había vuelto a su país a pasar las vacaciones.

20160817075707Tras volver al punto donde la cascada que cae del lago Okoto se encuentra con las aguas que vienen del Babreka nos desviamos a la derecha para volver al telesilla pasando por los cuatro lagos restantes: Bliznaka (los gemelos), Trilistnika (el trifolio), Ribnoto Ezero (el lago de lo peces) y Dolnoto Ezero (el lago bajo).

20160817092025Al pasar por el refugio que habíamos visto desde lejos durante la subida, a orillas del Ribnoto Ezera, vimos mejor la enorme cantidad de tiendas que habían plantado a su alrededor. Se podían contar más de cien, desperdigadas por los alrededores del refugio y subiendo por la ladera a su lado en la otra orilla del lago. De camino al telesilla nos cruzamos con más gente que subía cargando con tiendas, claramente con la intención de hacer noche allí arriba, pero lejos de tener el aspecto de alguien que ha venido a hacer montaña. La mayoría iban mal equipados, tanto en términos de ropa como de calzado, y me pregunté si tenía algo que ver con el libro mencionado antes y la gente haciendo aquella especie de yoga en círculo. Quizá estábamos en una zona con poderes curativos, o en un punto de avistamiento de OVNIs…

20160817095955Nos subimos al telesilla de vuelta a la moto, contentos de haber elegido esta opción, pues nos había dado el tiempo para subir al pico Rilec, y comenzamos el camino de vuelta a Blagoevgrad. Nos desviamos de la ruta normal porque queríamos ver el monasterio de Rila, que teníamos entendido que era el más grande del país, pero el problema era que no habíamos preparado esta visita y no sabíamos dónde se encontraba exactamente. Por esta parte del mundo los indicadores son entre escasos e inexistentes, y la gente en los pueblos no habla inglés, así que después de un rato de buscar valle arriba pasado el pueblo con el mismo nombre sin encontrarlo, y viendo que se estaba haciendo tarde, decidimos volver a la ciudad a tiempo de encontrar algo abierto para comprar algo de comida para el día siguiente.

Nat fue a hacer la compra yo me quedé con la moto y, mientras esperaba, se acercó un chavalín que se miraba la moto con fascinación. No entendía ni una sola palabra de lo que le dije, y yo no entendí ni una de lo que decía él, pero el amor por las motos es un lenguaje universal, sobretodo para los críos, y no cabía en sí de contento cuando lo senté encima y le dejé manosear la bocina y los intermitentes. Cuando Nat volvió le mostré qué botón apretar para arrancar; tendríais que haber visto que cara puso cuando lo apretó y el motor se puso en marcha con un rugido. Seguramente fue lo mejor del día para él, o de la semana, o del año, qué sé yo. Espero que le vayan bien las cosas en la vida y algún día pueda disfrutar de su propia moto.

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El pueblo fantasma

Día 21 – Jueves 18 de agosto – De Blagoevgrad a Rila y a Bansko (135km)

Íbamos a trasladarnos a una población diferente para estar más cerca del parque natural de Pirin pero, una vez más, no teníamos aún información sobre excursiones en la zona, así que sabíamos que no íbamos a subir a la montaña hoy. Eso, y el hecho de que la población adonde íbamos estaba a tan solo una hora, nos hizo decidir volver a Rila por la mañana e intentar visitar el monasterio antes de ir hacia allí.

Esta vez habíamos hecho los deberes y encontramos el monasterio sin problemas, era simplemente cuestión de ir más lejos valle arriba, pero no teníamos tiempo el día anterior y nos lo hubiéramos encontrado cerrado.

Al igual que con el telesilla, nos encontramos coches aparcados en la carretera un rato antes del monasterio, pero cuando llegamos un policía nos dejó aparcar la moto al lado de la carretera en la esquina misma del edificio. Vimos que no era el único agente de policía, había bastantes, además de guardas de seguridad privados y varias furgonetas con antenas parabólicas de distintos canales de televisión.

DCIM123GOPROPregunté de qué iba el asunto y me dijeron que el líder religioso más importante del país, no recuerdo exactamente con qué cargo, obispo, arzobispo, papa… estaba oficiando la misa ese día, y además el presidente de Bulgaria también se encontraba allí.
Por suerte, aparte de la presencia policial y de los medios, el monasterio no estaba particularmente lleno, así que pudimos disfrutar de la visita.

20160818033204Al atravesar el arco de la puerta principal el contraste entre los muros de piedra exteriores, que son casi de fortaleza, y los arcos pintados que sostienen los diferentes niveles de la residencia es sorprendente.

20160818032651Sabía que se trataba del monasterio más grande del país, y una de sus principales atracciones turísticas, pero debo admitir que superó con creces mis expectativas.

Tras la visita bajamos por el valle de vuelta a la zona de Blagoevgrad y el calor, y luego otra vez montaña arriba, esta vez hacia el parque natural de Pirin, contentos de tener temperaturas razonables de nuevo.

Habíamos encontrado alojamiento en una especia de hotel-resort de esquí en Bansko, que habíamos elegido porque aparentemente era la población principal de acceso al parque. De camino hacia allí vimos incontables carteles en los bordes de la carretera anunciando no solo spas y tiendas de deportes, sino casinos y discotecas. No parecía precisamente mi tipo de lugar…

Llegamos al hotel, aparcamos la moto y entramos en la zona de recepción con la gente mirándonos como si fuéramos marcianos. Ahí estábamos, con los cascos en la mano, botas, pantalones y chaqueta de moto, sudando en el calor del verano mientras los huéspedes iban pasando con brazaletes de todo incluido y un cóctel en la mano camino de la piscina, desde donde llegaba música pop a todo trapo. Esto no era el sitio ni para moteros ni para montañeros, eso estaba claro, pero bueno, era increíblemente barato, incluía desayuno, cena y bebidas y teníamos un estudio para nosotros solitos.

Por la tarde fuimos andando al centro para intentar encontrar información sobre las rutas del parque y nos sorprendió ver lo vacío que estaba. Aparte de cuatro o cinco grandes complejos hoteleros como el nuestro, que hacían ofertas todo incluido por cuatro duros para atraer clientes en verano, el resto del pueblo estaba completamente muerto. Vimos calles enteras de hoteles, restaurantes, tiendas de alquiler de esquís, bares, discotecas, casinos, centros comerciales, hasta una sex shop y un local de striptease… todo cerrado. Solo unas pocas tiendas de deportes de rebajas y de suvenires seguían abiertas en el centro, con dependientes con pinta de estar mortalmente aburridos tras los mostradores. La estación es esquí pasado el pueblo parecía enorme, de modo que estoy seguro que todas estos servicios deben cubrir las necesidades de un número muy elevado de personas durante la temporada de esquí, per nunca había visto semejante contraste antes. Ni tan siquiera pudimos encontrar un supermercado abierto, y al final compramos algo de comida para llevar a la montaña al día siguiente en una especie de colmado a un precio exorbitante. ¿Qué come la gente que vive aquí?

20160818101929También encontramos la oficina de turismo, donde nos dieron información sobre otro recorrido por lagos y sobre el pico más alto del parque, el Vihren, que la segunda montaña más alta de Bulgaria. Nuestra intención era subirla al día siguiente, pero la previsión del tiempo no era halagüeña.

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Lagos, lluvia y granizo

Día 22 – Viernes 19 de agosto – De Bansko a Vihren y vuelta (32km)

La previsión meteorológica resultó ser acertada y a la mañana siguiente el cielo estaba cubierto y ni siquiera veíamos las montañas valle arriba. Cada diez minutos o así caían fuertes chubascos, así que desayunamos y nos sentamos en la terraza delantera del hotel a leer un rato, escribir un rato, y pasar el rato en general esperando que el tiempo mejorara un poco para poder al menos subir en moto hasta el refugio de Vihren, unos 16km montaña arriba, y ver los lagos.

A mediodía la lluvia nos dio por fin un respiro y cogimos la moto y subimos enseguida mientras se abrían algunos agujeros azules en el cielo. Llegamos al refugio a través de una preciosa carretera de montaña y nos sorprendió ver la cantidad de coches que había allí a pesar de la lluvia.

20160819061127Empezamos a andar para ir a ver al menos los dos primeros lagos, que estaban a media hora y una hora y media del refugio respectivamente; las montañas parecían más altas y más imponentes, este parque daba un impresión más alpina que Rila.

20160819063259Llegamos al primer lago, también llamado Otoko, que era bastante pequeño, y seguimos hasta el segundo con las nubes cerniéndose sobre nosotros de nuevo. Para cuando teníamos el segundo lago a la vista ya oíamos truenos tras la montañas, así que hicimos un par de fotos y empezamos a volver al refugio.

La lluvia empezó a caer antes incluso de que llegáramos al primer lago, y en cinco minutos estábamos empapados. Para cuando alcanzamos el refugio, estaba diluviando e incluso caía granizo. Saqué el traje y las botas de moto de las maletas y me cambié corriendo en el porche del refugio, delante de toda la gente que se había metido allí para escapar la lluvia, intentando no pillar una pulmonía.

20160819074925Cuando la lluvia paró por fin volvimos al hotel y dimos por terminado el día, algo tristes por no haber podido ver más. Una cosa nos daba esperanzas, sin embargo: al día siguiente íbamos a Sofia, que estaba a tan solo 150km, y habíamos visto en el refugio que la ascensión al Vihren eran unas tres horas. Estaba previsto que el tiempo mejorase, así que decidimos levantarnos muy temprano, ver si el cielo estaba despejado e intentar subir el pico antes de ir a Sofía.

 

Catástrofe en el monte Vihren

Día 23 – Sábado 20 de agosto – De Bansko al refugio Vihren a Sofia (189km)

A las 6:00 el cielo ya estaba azul y tras dejar un par de bolsas en recepción, hicimos el check out y nos fuimos directos al refugio Vihren. Ya había varios coches aparcados delante, e iban llegando más mientras nos cambiamos la ropa y empezamos a andar hacia el pico Vihren.

20160819232630El sol salió por encima de las montañas a medida que ganábamos altura por un camino bien trillado, pero lejos de ser la autopista de turistas del recorrido de los siete lagos de Rila.

20160820014215A pesar de que se trataba de un ascenso relativamente sencillo, pues el camino estaba claramente indicado con marcas rojas y no había necesidad de trepar en ningún punto, el modo en que la ruta ganaba altura no perdonaba. Salía directo hacia arriba desde el refugio y se mantenía así durante la mayor parte de los 900m de desnivel.

20160820015850Alcanzamos el collado previo al pico a una buena hora, después de dejar atrás varios grupos de personas que habían salido antes pero iban a un ritmo más lento, y desde allí vimos que el pico estaba cubierto de nubes.

20160820025531Por suerte no eran lo bastante densas para suponer un problema de visibilidad serio, y aun podíamos seguir bien el camino hacia la cima. La coronamos en dos horas exactas, una hora menos de lo que decían las reseñas y el indicador en el refugio

20160820030648La temperatura era mucho más baja aquí y hacía bastante viento, así que hicimos unas fotos, comimos algo y disfrutamos de vistas fugaces del paisaje a través de algún agujero ocasional en las nubes.

20160820031203La bajada fue aún más rápida, y solo paramos dos o tres veces a quitarnos ropa a medida que la temperatura subía de nuevo durante el descenso al valle. Nos sorprendió ver la cantidad de gente que subía; estaba claro que era un pico popular, pero pocas veces he visto tanta gente empezar a subir tan tarde. No solo hacía demasiado calor para subir a esa hora, sino que se estaban empezando a formar nubes en los picos de alrededor, y el tiempo puede cambiar muy rápidamente en la montaña una vez llegada la tarde. Nos habíamos puesto en camino a las 8:30 y había solo unos pocos grupos por delante nuestro; si uno empieza a andar a esas horas en los Pirineos, tiene muchos números de estar entre los últimos.

Cuando llegamos al refugio miré el reloj para ver lo que habíamos tardado: cuatro horas en total, ascenso y descenso. Era un tiempo muy bueno, y metí la mano en la mochila para sacar la GoPro y hacer una foto al reloj con el refugio de fondo. Palpé por todas partes pero no la encontraba. Vacié la mochila, le di la vuelta a todos los bolsillos y constaté, horrorizado, que la cámara no estaba allí.

Recordaba que había hecho la última foto en el collado, justo después de bajar de la ladera rocosa del pico, y de ahí en adelante habíamos parado dos veces: la primera yo había guardado la braga en la mochila y la segunda Nat había sacado cosas para encontrar unos pañuelos de papel. O bien me la había dejado encima de una piedra en la primera parada, o se había caído de la mochila en la segunda. Las posibilidades parecían apuntar al segundo caso.

Esto había sido a unos 300m por encima del nivel del refugio, así que sin pensarlo dos veces, le dije a Nat que me esperase allí y salí corriendo montaña arriba. Llegué al lugar un rato más tarde, empapado en sudor y sin respiración, esperando encontrar la cámara en el suelo, ya que era un rincón apartado del camino principal, pero no estaba allí. El otro lugar estaba mucho más arriba, casi a dos tercios del camino hasta el pico, y esta vez en pleno camino, así que las posibilidades de encontrarla eran escasas… Sin embargo no quería irme sin intentarlo, no por la cámara en si, podía comprar otra, sino porque en la tarjeta SD había muchos de los vídeos y fotos que habíamos hecho en lo que llevábamos de vacaciones.

Tras intentar recuperar el aliento un momento seguí corriendo montaña arriba hasta que llegué al otro punto, pero la cámara tampoco estaba allí. Abatido, comencé el descenso, aun rápido, pues Nat solo sabía que había subido hasta el punto más abajo y me imaginaba que estaría empezando a preocuparse de que tardara tanto.

Llegué al refugio exhausto, me había llegado cruzar con gente tres veces: durante el descenso normal, subiendo corriendo y bajando otra vez. Me pregunto qué deberían haber pensado. En total había subido un desnivel de 1600m, perdido la ventaja de tiempo que teníamos al llegar al refugio tras el primer descenso y ahora teníamos que coger las cosas y hacer todo el camino hasta Sofía.

Con los ánimos bajo mínimos, recogimos nuestras cosas del hotel y dejamos Bansko. Nat estaba muy triste por las fotos, y yo intentaba restarle importancia al tema y decirle que no se preocupara, pero entre el calor sofocante en el valle de Blagoevgrad, mi cansancio y el trecho que nos faltaba, terminé por contestarle mal cuando paramos en una gasolinera, cosa que me hizo sentir fatal el resto del camino hasta Sofía.

Con semejante humor, no es de extrañar que la primera impresión que nos llevamos de la ciudad no fuese exactamente buena, cosa que se vio agravada por el hecho de que entramos por lo que luego descubrí que era lo que llaman ‘el barrio gitano’, donde vimos calle tras calle de gente llevando desperdicios en carros tirados por mulas y coches a medio desmontar cada dos esquinas.

20160820131442La cosa empezó a mejorar poco a poco cuando llegamos al hotel, vimos la habitación, nos dimos una ducha y salimos a ver la famosa catedral de Alexander Nevsky a la puesta de sol. Para cuando encontramos un restaurante de carnes a la parrilla, nos dimos un buen atracón y nos tomamos dos gin-tonics de postre, por fin conseguimos sonreír de nuevo.

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Partidas

Día 24 – Domingo 21 de agosto – De Sofía al aeropuerto de Sofía y vuelta

Sofía es una ciudad muy bonita, pero como capital no la disfrutamos tanto como Skopje. Quizá era porque no teníamos expectativas previas para Skopje y nos sorprendió, quizá era porque aun estábamos apenados por la pérdida de la cámara y las fotos, pero imagino que era sobretodo porque esa tarde Nat iba a coger el avión de vuelta a Barcelona. Sus vacaciones tocaban a su fin, y a la mañana siguiente tenía que estar en el trabajo.

20160821044215Insistía en que ahora empezaba la parte del viaje para disfrutar yo solo, e ir de adventure rider de verdad, pero habíamos pasado tres semanas fantásticas juntos y sentía que ya había visto todo lo que habíamos planeado ver. Iba a encontrarme con mi hermana y su marido en Atenas para pasar el siguiente fin de semana juntos allí, y me daba ola impresión de que no sabía que hacer con los días que quedaban de por medio.

20160821055337Tras visitar la ciudad la llevé al aeropuerto, nos despedimos y volví al hotel, sintiendo un vacío enorme. La habitación era demasiado grande ahora, y me senté a planear la ruta para el día siguiente e intentar escribir un rato.

Milagro en Sofía

Día 25 – Lunes 22 de agosto – De Sofía a Idilevo (273km)

Mientras preparaba este viaje vi un hilo sobre Bulgaria en el HUBB y pregunté por sitios a que ver, ya que era el país sobre el que había buscado menos información. Alguien mencionó el Motocamp de Doug allí, que sonaba a algo parecido al Biker Camp en el que estuve cuando fui a Budapest. Disfruté mucho de aquella experiencia, así que tenía muchas ganas de ir hacia las montañas del centro del país y ver de qué iba el tema.

Se supone que el Motocamp debería haber sido el tema principal del día, al fin y al cabo resultó ser un sitio maravilloso, si no fuera porque algo distinto y completamente inesperado ocurrió por la mañana, mucho antes de que me pusiera en camino.

De hecho, la historia comienza la noche anterior. Estaba publicando los artículos del blog y las fotos en Facebook cuando vi que tenía una solicitud de amistad de alguien llamado Julian que vivía en Sofía. Que yo recordara, no habíamos conocido a nadie en los últimos días, así que no le presté atención y seguí escribiendo.

A la mañana siguiente, cuando agarré el teléfono de la mesilla de noche para detener la alarma del despertador, vi una notificación de una de esas aplicaciones que vienen con el móvil y que no se pueden eliminar a pesar de que nadie las usa. Iba a ignorarla, pero entonces vi que era de la misma persona que me había enviado la solicitud de amistad en Facebook y me pudo la curiosidad por ver quién insistía tanto en contactarme. Abrí el mensaje y leí: ‘Hola, creo que he encontrado tu cámara, estoy intentando contactarte a través de tu cuenta de Facebook’.

No me lo podía creer. Medio dormido aún, tuve que leer el mensaje dos veces más antes de responder a toda prisa. Me preguntó si aún estaba en Bulgaria, y cuando le dije que estaba en Sofía, no en Bansko, contestó que él también estaba en la capital. Me envió una dirección y vi que estaba al sur del centro, así que le dije que podía estar allí en una hora. Aun estaba en calzoncillos y tan anonadado que ni se me pasó por la cabeza cómo podía haber dado conmigo. Me vestí, bajé a la cafetería a hacer un desayuno exprés, cargué la moto, hice el check out y seguí las indicaciones del GPS hasta su dirección. No fue hasta que estaba ya en la moto rodeado del tráfico de hora punta de un lunes por la mañana cuando me planteé la pregunta: no había ningún tipo de detalles de contacto en la propia cámara, y en las fotos y vídeos que contenía no se mencionaba mi nombre en ningún momento. ¿Quizá la matrícula de la moto? ¿Pero cómo puede alguien el Bulgaria conseguir mi nombre usando la matrícula de un vehículo extranjero? Estaba intrigadísimo.

Cuando llegué al punto de encuentro ya me estaba esperando y, efectivamente, tenía mi cámara. Estaba tan contento de haber recuperado las fotos y los vídeos que me lancé de inmediato a una retahíla de profundo agradecimiento, y una vez más, tardé en caer en hacerle la pregunta del millón: ¿Cómo me había encontrado?

20160822024914Mediante una increíble sucesión de golpes de suerte y a base de puro talento de detective, así fue cómo. Me contó que había pensado en dejar la cámara en el refugio Vihren, pero luego cayó en que quién fuera que la había perdido quizá ya no estaba en la zona, así que dejó su número de contacto con una nota y se llevó la cámara con él a Sofía. Una vez allí miró las fotos para ver si había algo que le pudiera ayudar a identificar al propietario. Examinándolas, vio que yo llevaba un pin en mi chaqueta de moto que decía ‘Rider1000’ y pensó que quizá era algún tipo de club, así que lo buscó en Google y encontró la web. Como puede que sepáis si seguís este blog, la Rider1000 es un reto que consiste en hacer 1000km en un día alrededor de Catalunya, y casualidad de casualidades, la lista de los participantes de la última edición aún está colgada en su web.

‘Un momento’ puede que penséis. ‘No sabía tu nombre, así que ¿cómo te encontró en la lista?’ Buena pregunta. También había visto mi moto en las fotos, y la reconoció como la nueva Africa Twin. En la lista de participantes de la Rider1000 se publica el nombre completo del motero y la marca y modelo de la moto, pero no la matrícula ni ninguna otra información, así que tuve mucha suerte no solo de que quien encontró mi cámara entendiera lo suficiente de motos como para identificar marca y modelo de la mía, sino de tener esa moto en particular. Imaginad, había 850 personas en esa lista, y solo dos se habían apuntado con la nueva Africa Twin. ¡Gracias a Dios que no tengo una GS!

a383a578De modo que ahora nuestro hombre tenía dos nombres, y en la misma web se pueden ver las fotos que se hacen de cada participante antes de tomar la salida, frente a un tablero de patrocinadores. Buscó los dos nombres y me identificó a mí comparando las fotos con las de la GoPro. Voilà, ya tenía mi nombre completo. Tras eso, le bastó con buscarme en Facebook para contactarme.

Tenía que irse, así que no tuvimos tiempo de hablar mucho más, pero está claro que me devolvió la fe en la especie humana durante una buena temporada.

Pero las aventuras de tener una Africa Twin no terminan ahí… Después de que se fuera me quedé donde nos habíamos encontrado para mandarle un mensaje a Nat, que se alegró sobremanera al recibir las noticias y no terminaba de creérselo, sobretodo al recibir una historia semejante en versión condensada a través de WhatsApp. Estaba yo sentado en la moto, en la cuneta de una gran avenida, con los warnings puestos, trasteando con el móvil, cuando un chico en un escúter se paró a mi lado y me preguntó si necesitaba ayuda. Resulta que él también tenía una AT nueva, empezamos a hablar y me dijo que vivía justo a la vuelta de la esquina, y me llevó al garaje a enseñármela. En lo que debía ser ya la enésima coincidencia de la mañana, cuando mencioné que iba hacia el Motocamp en Idilevo me dijo que acababa de estar allí el día anterior, que era amigo de la gente que lo llevaba y sacó un mapa para recomendarme las mejores carreteras para llegar hasta allí evitando las vías principales. Increíble. Y aun no eran ni las 11 de la mañana.

20160822032326Tras darnos los contactos, salí de Sofía siguiendo las indicaciones de Nikolay y disfruté de lo lindo por las carreteras perdidas de las montañas del parque nacional de los Balcanes Centrales, atravesando pueblecitos, bosques… completamente solo, sin tráfico que me molestara.

20160822060324Vi una estación de pesaje abandonada al lado de la carretera y, a su lado, un par de mesas, una barbacoa y un pequeño altar con una fuente, todo ello junto al río, y pensé que era un buen lugar para parar a comer. Cuando aparqué la moto sobre la plataforma de la báscula vi a través de los cristales rotos que la báscula seguía allí, a diferencia de lo que ocurre con estos aparatos una vez caen en desuso, y que la puerta estaba abierta.

20160822060109Atraído por la curiosidad, di la vuelta y entré en el edificio. Había un pequeño baño, una habitación con un sofá y una cama y los restas de una cocina y una sala más grande con un escritorio y la báscula, que se veía en buen estado y parecía funcionar. Jugueteé un poco con ella para ver cuánto pesaba mi moto con todo el equipaje y el depósito casi lleno. La báscula era muy precisa, se podía ajustar hasta unidades de kilo, y después de trastear con ella un rato me dio una lectura de un poco por encima de 280kg. Mmm…

A primera hora de la tarde llegué al pueblo de Idilevo. A unos pocos km de la carretera principal, era un pueblecito minúsculo, casi salí por el otro lado antes de darme cuenta de que había llegado, y justo antes del final vi una vieja moto pintada con la Union Jackm y frente a ella, del otro lado de la calle, una valla con un cartel de madera tallada que decía ‘Doug Motocamp’.

P1280484Paré frente a la valla y Polly salió a recibirme. Era la única que había de los tres que llevan el sitio, los otros dos, Doug e Ivo, estaban de viaje. Me enseñó el lugar, había cuatro habitaciones para huéspedes (Yamaha, Honda, BMW y Harley), me tocó la Yamaha, la Honda ya estaba ocupada. Había también una sala/bar en un pajar, una zona de barbacoa y un taller con herramientas y espacio para guardar motos.

20160823032938Me di una ducha y me senté en una de las mesas a lado de la barbacoa a escribir un rato cuando empezó a llegar más gente. Había una barbacoa esa noche y Polly me había invitado a unirme a ellos. Antes de que me diese cuenta, había mucha más gente de la que podía entrar en las cuatro habitaciones, y la cerveza de la nevera self-service no me ayudó a recordar todos los nombres que me dieron en cuestión de minutos.

20160823042113Hablando con varias personas me di cuenta de que la mayoría no eran huéspedes, sino viajeros cuyos caminos les habían llevado a este minúsculo pueblo en medio de Bulgaria algún momento de sus vidas y se habían dado cuenta de que era la base de operaciones perfecta tanto para explorar esta parte del mundo (Grecia, Turquía, Macedonia, Albania, Kosovo, Montenegro, Rumanía, etc. quedan todos muy cerca) como para punto de partida de viajes más largos hacia el este.

Algunos de ellos habían dejado una moto aquí y volaban desde Alemania o el Reino Unido (donde vivía la mayoría de ellos) para pasar el verano aquí en moto en vez de invertir una semana en llegar y otra en volver, otros habían incluso comprado una casa en el pueblo y la estaban arreglando, ya que tanto el precio de las propiedades como la mano de obra eran increíblemente bajos.

La tarde pasó a ser noche y nos dedicamos a comer carne, beber cerveza y compartir incontables historias sobre motos y viajes. Esto era un pequeño paraíso, un Shangri-La donde todos los moteros que vagan por el mundo pueden encontrar un momento de descanso, comodidad y la compañía de aquellos que como ellos, piensan en la aventura.

Un OVNI comunista

Día 26 – Martes 23 de agosto – De Idilevo a Buzludzha y vuelta (162km)

La noche anterior había empezado a llover mientras estábamos haciendo la barbacoa y la lluvia se convirtió en tormenta mientras yo dormía cómodamente enroscado debajo de un nórdico con las gotas golpeando contra la ventana y el techo. A la mañana siguiente el cielo amaneció cubierto y había previsión de lluvia durante el día, así que descarté aventurarme a explorar pistas por las montañas, estaba todo lleno de barro y unos días antes una de las chicas británicas que pasaba el verano en el pueblo había tenido una caída con la moto mientras hacía offroad y se había hecho daño en el hombro.

Decidí pasarme por Sevlievo, la población grande más cercana, a conseguir aceite para el engrasador de la cadena y dedicarme un poco a la moto. Una vez terminadas las tareas el tiempo parecía haber mejorado un poco, así que decidí ir a visitar Buzludzha, que estaba a unos 60km de carretera y era algo que tenía ganas de visitar.

Buzludzha no es un pueblo, sino una montaña, y la razón por la que iba a ir allí no era hacer senderismo sino visitar el monumento que se encuentra en la cima, a más de 1400m sobre el nivel del mar. No se trata de un monumento cualquiera, sino de un monstruo de hormigón construido en 1981 para conmemorar la fundación del Partido Comunista búlgaro en una reunión secreta que había tenido lugar allí cien años atrás.

20160823070612El edificio es una enorme estructura circular de hormigón que se parece a un platillo volador con una alta torre detrás, y alojaba un pabellón para funciones del estado y celebraciones. No demasiado orgullosos del pasado comunista, el gobierno búlgaro dejó el edificio abandonado y actualmente se está desmoronando lentamente en medio de la nada.

20160823070800Tras subir por el paso Shipka, otro fichaje en mi lista de grandes carreteras, tomé una carretera más pequeña que llevaba hasta el monumento. Esta estaba en mucho peor estado, seguramente también olvidada por el gobierno, pues solo lleva hasta el edificio.

20160823064016Había bastante niebla esa mañana, y tras unas cuantas curvas cerradas llegué a un collado desde donde la imponente estructura se reveló entre las brumas. En el collado mismo había otra construcción monumental, dos manos enormes aguantando sendas antorchas, desde donde un camino peatonal subía hasta el edificio. La carretera sin embargo seguía, rodeando la montaña, así que fui con la moto hasta el pie mismo de la gran escalinata que llevaba a la entrada.

20160823065516Hasta hace poco el edifico había estado abierto, pero últimamente el techo se había deteriorado considerablemente, de modo que el gobierno había decidido soldar las puertas para evitar el acceso. A pesar de ello, la gente se las había apañado para abrir una entrada a través de los ventanales de las escaleras, y desde entonces una especie de batalla se iba librando de forma regular: alguien cortaba las barras que cerraban el acceso y a los poicos días las autoridades volvían a soldarlas. Poder visitar el interior del edificio era cuestión de tener suerte con el calendario y que la visita coincidiera con la ventana de tiempo correcta.

DCIM123GOPROEn el Motocamp los últimos rumores eran que acababan de volver a cerrarlo y, efectivamente, cuando llegué descubrí que no había manera posible de acceder al interior a pesar de darle la vuelta varias veces. Me llevé una gran decepción, pero debo admitir que a pesar de todo era impresionante solo desde fuera.

DCIM123GOPROMe libré de la lluvia de vuelta y logré llegar seco al Motocamp, donde pasé el resto del día poniéndome al día con el blog y charlando con la gente que había por allí.

El lago Batak

Día 27 – Miércoles 24 de agosto – De Idilevo al lago Batak (259km)

Bulgaria, que al principio solo debía ser el sitio donde Nat cogía el avión de vuelta a casa y donde yo empezaba también el camino de vuelta, resultó ser mucho, mucho más interesante de lo que me había esperado. El siguiente paso en mis vagos planes era llegar a Atenas el viernes para encontrarme con mi hermana y su marido, que empezaban sus vacaciones entonces, de modo que tenía unos dos días y medio para pasar entre Bulgaria y Grecia.

Decidí no apretar demasiado y, tras pedir consejo en el Motocamp, decidí dirigirme directo al sur en vez de al oeste para volver a la arteria principal que baja de Sofía. Esa autopista pasa por el valle de Blagoevgrad, donde habíamos llegado a estar a 37 grados la semana anterior, y no tenía intención de repetir la experiencia. La ruta hacia el sur me llevaría por carreteras de montaña, una frontera mucho menos transitada y zonas bastante despobladas en el norte de Grecia. Un plan perfecto.

No me gusta llegar a una frontera hacia el final de día, y no parecía haber mucha oferta de donde elegir en cuestión de cámpings o alojamiento del lado griego, así que siguiendo el consejo de Peachy, otro expatriado Británico de Idilevo que se conocía la zona, decidí quedarme del lado Búlgaro e ir a un cámping en un lago llamado Batak.

20160824050038_1Salí de Idilevo con las capas de lluvia puestas en el traje, pues parecía que iba a llover y hacía bastante frío. La temperatura cayó aún más cuando crucé el macizo de los Montes Balcanes y al llegar al paso Beklemeto, a 1.520m, había tanta niebla que no pude disfrutar en absoluto de las vistas. De lo que sí disfruté fue de la carretera, otra de las grandes, y del descenso por la vertiente sur de la montaña, donde el sol asomó por fin y la temperatura subió rápidamente. Para cuando llegué a Kamare, la primera población al pie de la montaña, ya hacía tanto calor que tuve que parar a quitármelo todo y abrir las ventilaciones del traje.

20160824051130_1Desde allí el trayecto se volvió mucho más monótono. Hacía calor y el paisaje no era más que una extensa llanura de campos ocre. La carretera era buena y recta, lo que significaba más coches yendo más rápido, y poca diversión en una moto. En las afueras de Plovdiv atravesé un lugar llamado Trud, al que le otorgué el premio El Pueblo Más Feo Del Planeta.

Como podéis intuir, la calor y el paisaje anónimo no le hacían demasiado favores a mi estado de ánimo, pero la cosa cambió rápidamente al dejar Plovdiv en dirección oeste y girar al sur en Pazardzhik hacia las montañas de nuevo. El indicador de altura en mi GPS iba aumentando y empecé a temer que si el lago estaba más arriba de lo que pensaba, las iba a pasar canutas en el saco por la noche…

El lago Batak era preciso, y el cámping tenía una pequeña isla delante. Paré en recepción, que no era más que una minúscula cabaña de madera, pero no había nadie. El cámping estaba medio vacío, solo había unas pocas caravanas y ninguna tienda, y las pocas personas que vi estaban lejos, paseando por la orilla o pescando. Me estaba preguntando que hacer cuando vi un pequeño letrero en la ventana de la cabaña con un número de teléfono y un aviso de que llamáramos si no había nadie. Me respondió un chico que me dijo que plantara la tienda donde quisiera y me dio la clave de la wifi. ¿Wifi? Había unas duchas y baños detrás de la cabaña, pero no había ni bar, ni una sala común, ni cocina… pero había wifi, y luego descubrí que llegaba hasta mi tienda. ¡Menudo lujo! Me recordó a un cámping en el que estuve en Finlandia hace unos años.

20160824101611_1Planté la tienda y me senté a escribir en una mesa de madera cuando aparecieron los dueños e hicimos el registro en un momento. Me dijeron que supuestamente tenía que rellenar un formulario bastante completo porque las autoridades estaban bastante preocupadas por la posibilidad de que hubiera refugiados de paso por la zona, pero se conformaron con mi nombre y me hicieron un 15% de descuento cuando les dije que había encontrado el sitio a través de Motocamp.

20160824094118_1Pensé en ir a dar una vuelta por la orilla del lago, pero para entonces ya se estaban formando nubarrones negros otra vez y empezaba a tronar, así que me puse a preparar una cena temprana con el hornillo para estar listo para enroscarme en el saco dentro de la tienda cuando llegara la tormenta.

20160825025243_1La tormenta hizo acto de presencia tras hacerse de noche, y con ella llegó lluvia torrencial y un viento que sacudió la tienda toda la noche, pero estaba tan cansado que, con los tapones de los oídos, dormí sin casi enterarme toda la noche.

De los lagos canadienses a los Monegros

Día 28 – Jueves 25 de agosto – Del lago Batak a Vergina (389km)

Mis días sobre la moto iban alargándose ahora uqe viajaba solo, y a estas alturas ya tenía puesto el chip de larga distancia. Éste iba a ser el día más largo hasta el momento, pero no tenía intención de hacer grandes tiradas seguidas, la AT es menos cómoda que la V-Strom o la Super Ténéré como moto de turismo, así que me prometí parar a descansar cada 100km.

Había estado lloviendo toda la noche y no me gusta plegar la tienda cuando está mojada, pero no había salido el sol por la mañana, así que de poco servía esperar a que se secara. Le quité todo el agua que pude, la desmonté y me puse en camino con todas las capas del traje puestas, ya que hacía bastante frío.

En honor a Robert Frost tomé el camino menos transitado hacia el sur hasta un paso fronterizo pequeño, y una vez más Bulgaria me ofreció sus mejores paisajes: bosques densos y lagos con superficie de espejo que bien podrían haber estado en Canadá.

20160825032650_1Cuando llegué a la frontera solamente había unos pocos coches y dos camiones delante de mí, pero como ya había experimentado al entrar en el país, la policía de fronteras en Bulgaria deben ser de lo más lento del mundo. Con todo el papeleo comprobado, recorrí la corta distancia hasta el lado griego, donde tras echar un vistazo al pasaporte y hacer el comentario de rigor sobre el Barça me dejaron pasar a lo que parecía otro mundo.

20160825062942_1Si me dicen que me habían teletransportado a los Monegros me lo hubiera creído al instante. Donde hacía apenas una hora había lagos y bosques verdes ahora había colinas ocres con muy pocos árboles, el olor a vegetación seca en el aire y una temperatura que subía por momentos.

A pesar del contraste el paisaje era precioso, especialmente en la ruta que había elegido, evitando poblaciones grandes y carreteras principales. Llegué cerca de una ciudad llamada Drama, pero giré al sur antes de alcanzarla, y no fue hasta cerca de Serres cuando empecé a encontrar carreteras más grandes.

Mis primeras buenas impresiones de Grecia cambiaron rápidamente. El paisaje era ahora principalmente llanuras quemadas por el sol, todo tenía un aire de abandono y las carreteras no eran mejores de lo que había encontrado en otros países. La carretera de circunvalación alrededor de Serres parecía sacada de Rusia: un asfalto catastrófico, cruces con semáforos cada pocos metros que hacían imposible avanzar rápido, y los peores conductores que me había encontrado hasta el momento en este viaje. Parece que los conductores griegos son muy resentidos: adelantaba a alguien en un coche con más de 15 años y luego los veía por el retrovisor acelerando, haciendo lo posible para volver a alcanzarme. Avanzaba hasta el principio de la cola en un semáforo en rojo y el coche de al lado estaba con la marcha puesta, haciendo patinar el embrague, listo para no dejarme salir delante suyo en cuanto el semáforo cambiara a verde. Por amor de Dios, si hasta señoras en utilitarios que se caían a pedazos lo hacían… ¿Cómo demonios esperaban salir más rápido que una moto?

Al cabo de poco entré en la autopista para intentar ahorrar algo de tiempo visto que no había paisaje que contemplar y que las carreteras principales se estaban degradando, y me sorprendió encontrar casetas de peaje al cabo de unos pocos kilómetros. No había visto ni un solo indicador en ningún lugar de acceso a la autopista que anunciara que era de peaje. Era la primera vez que me encontraba algo así. No era mucho dinero, pero lo pagué a regañadientes viendo el deplorable estado del asfalto, que formaba ondulaciones de palmo por la combinación del calor y el peso de los camiones, y las hordas de conductores agresivos. Ah, y no aceptaban tarjetas en el peaje.

Un buen rato después me alegré de dejar la autopista y dirigirme al pueblecito de Vergina, donde había encontrado una habitación barata en un pensión. Al menos esto supuso un final positivo al día: el sitio era tranquilo, la habitación estaba bien, la chica de recepción era muy agradable y me dejaron entrar la moto al jardín, donde la veía desde mi balcón. La única nota negativa fue que tampoco querían saber nada de tarjetas de crédito, y todo lo que llevaba encima eran lev búlgaros, así que tuve que ir en busca del único cajero automático del pueblo.

20160825103754_1Me llevó un buen rato, ya que el lugar parecía estar formado por casas con jardín y no tener centro, pero al final conseguí encontrarlo, así como un pequeño supermercado donde compré la cerveza que marca el final del día.

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Sentimientos contradictorios

Día 29 – Viernes 26 de agosto – de Vergina hasta Atenas (485km)

Tenia un buen trecho hasta Atenas hoy y estaba decidido a evitar la autopista, donde se concentraba la mayor parte del tráfico (y de conductores lunáticos) y ver algo de paisajes agradables lejos de polígonos industriales, fábricas, chatarrerías y la grima general que rodea las grandes poblaciones, de modo que planeé una ruta que me llevara los más cerca posible a monte Olimpo sin desviarme de mi destino final y luego hacia el sur vía Larisa, Farsala, Lama, Thiva y, al final de todo, un tramo de autopista durante los kilómetros finales hasta Atenas.

Las malas primera impresiones que había tenido el día anterior no tardaron en desaparecer; llené el depósito en la primera gasolinera que encontré al salir de Vergina (la que el GPS situaba delante de la pensión existía, pero estaba abandonada) y tuve una corta charla, principalmente a base de gestos, con las señora de la gasolinera sobre las pegatinas de distintos países en la moto. Durante la mayor parte del día las carreteras eran muy agradables, con poco tráfico, adentrándose en las montañas, bajando hasta las llanuras y atravesando campos. Las únicas excepciones era, como me esperaba, las pocas poblaciones grandes que tuve que cruzar, pero incluso eso fue mejor de lo esperado, ya que eran más pequeñas de lo que me temía y el tráfico no era muy denso.

20160826071249_1El tiempo también había acompañado durante casi todo el camino, pero al final no pude escaparme del viento, que apareció a unos 150km de Atenas y fue tan molesto que, combinado con la fatiga de un largo día en la moto, terminó por darme dolor de cabeza. Hice un última parada para tomar un Ibuprofeno y me adentré en Atenas, temeroso de lo que me iba a encontrar.

Era con diferencia la ciudad más grande del viaje, el hotel que había encontrado estaba justo al norte del centro, y tenía mucho números de encontrarme con lo peor del tráfico de inicio del fin de semana.

La autopista se convirtió en una carretera de circunvalación que dejé al cabo de poco siguiendo las indicaciones del GPS y no tardé más de unos pocos semáforos en llegar al hotel. En resumidas cuentas, una entrada fácil y sin incidentes, cosa que agradecí. Me sorprendió ver la cantidad de motos grandes que había en la ciudad, sobretodo Suzuki V-Strom y Yamaha TDM 900, esta última rara de ver en España, y la cantidad de gente que iba sin casco. ¿Acaso no era obligatorio?

En el hotel de dijeron que aparcase la moto directamente en frente de las escaleras de la puerta principal, desde donde el recepcionista, que estaba de guardia 24h, pudiera verla, e insistieron en que no dejara nada en ella.

Aún me quedaba tiempo al final del día tras haberme instalado en la habitación, así que decidí salir a explorar el barrio y conseguir información para el día siguiente. MI hermana y su marido llegaban muy temprano por la mañana con un vuelo nocturno desde Madrid, pero no nos alojábamos en el hotel donde me encontraba yo ahora, cuando reservamos el nuestro no tenían habitación para mi el viernes, así que me tuve que buscar éste. El del sábado estaba a tan solo unas calles, así que me acerqué a preguntar si podía dejar mis cosas allí a las 7:00 de la mañana siguiente y si había algún sitio para guardar la moto.

20160826123845_1Anduve toda la calle de ida y vuelta y no fui capaz de dar con el bed and breakfast… no era un calle larga, quizá siete u ocho manzanas pequeñas, y no me había apuntado el número exacto, un error, lo sé, pero esperaba encontrar algún cartel fácilmente visible en el edificio. Resultó que no había más que una hoja de papel impresa y plastificada pegada a la pared al lado del portal, y solo la vi porque había un tipo con maleta y mochila delante esperando a que loe abrieran la puerta. Había un timbre en el letrero, y tras pulsarlo varias veces vino el propietario, pero no de dentro del edificio, sino andando calle arriba. Parece que tenían dos pisos separados y el timbre era inalámbrico y sonaba en el otro, el tipo que se estaba esperando me dijo que había leído que supuestamente teníamos que llamar una vez y esperar unos minutos. El chico del B&B dijo que no había problema en cuanto a la mañana siguiente, y me indicó un párquing a la vuelta de la esquina donde se quedarían la moto por 5 euros al día. Por lo que había visto hasta el momento en la calle, era un precio que estaba más que dispuesto a pagar por tener la moto en un lugar seguro.

20160826125047_1Lo poco que había visto intentando encontrar el B&B y lo que vi luego cuando me di un paseo hasta la estación de tren para encontrar información sobre pases de bus y metro me chocó bastante. Esto no era lo que me esperaba encontrar en el centro de una capital de la UE: las calles estaban muy sucias, los árboles no se habían podado desde quién sabe cuándo, tenía que andar agachándome para evitar las ramas, las plantas y césped en las jardineras de los espacios públicos estaban muertas o crecían sin control, había cajas de conexiones del alumbrado público con las puertas colgando, un número alarmante de comercios tenían los aparadores cubiertos con tablones o rejas o simplemente estaban abandonados, cubiertos en grafiti o con las lunas rotas, había edificios enteros vacíos y en estado de ruina, coches abandonados en la calle… era como si hubieran dejado de cuidarse de la ciudad hacía mucho tiempo.

20160826125727_1Con toda la info que necesitaba para el día siguiente, volví al hotel, escribí un rato y me fui temprano a la cama, el sábado iba a empezar muy temprano e iba a ser un día largo ye tenía muchas ganas de encontrarme con mi hermana y su marido y de visitar la Acrópolis.

La ciudad de las ruinas

Día 30 – Sábado 27 de agosto – Atenas (0km)

A las 7:00 ya me había levantado, puesto todo en la moto y recorrida la corta distancia hasta el B&B donde me encontré con mi hermana y su marido, Alex, que tras una noche sin dormir en el avión estaban listos para llegar a la Acrópolis en cuanto sus puertas se abrieran, por delante de la mayoría de turistas.

Desayunamos de camino y un poco pasadas las 8:00 ya estábamos al pie de la colina que contiene unos de los restos arqueológicos más famosos del mundo. Había solamente unas pocas personas haciendo cola delante nuestro y todas parecían haber pasado con un amplio margen la edad de jubilación, pero aun así una chica del personal fue pasando por la cola preguntándoles si eran estudiantes. Dijeron que no, igual que no nosotros cuando nos tocó, pero un chico que había detrás nuestro, no precisamente mucho más joven que nosotros dijo ‘sí’ y, sin verificación alguna, la chica le dio una entrada gratuita. Demonios… nos podíamos haber ahorrado 30 euros.

IMG_1161Hay muchas cosas que ver al pie de la colina, mucho antes de alcanzar la Acrópolis misma, el Odeón de Pericles, el Teatro de Dionisio Eleuthero, el Odeón de Herodes Atticus… Pero tras dedicarles un rato, mi hermana decretó que quería ver la Acrópolis antes de que llegase el grueso de los turistas, y que ya habría tiempo de ver el resto de bajada.

IMG_1171Por desgracia, hay ciertos lugares en el mundo donde, no importa lo rápido que seas o cómo de temprano te levantes, no puedes huir de los grupos de los cruceros, y cuando llegamos a la entrada principal vimos las escaleras infestadas de gente con pegatinas en el polo que identificaban su pertenencia a tal o cual grupo, haciéndose fotos y escuchando a los respectivos guías, que intentaban mantener la distancia para no interferirse. Las explicaciones eran lo bastante largas para permitirnos a nosotros colarnos a través de los grupos y cruzar la entrada sin demasiada compañía.

IMG_1195No soy una persona especialmente dada a madrugar, pero por algo así vale la pena; entrar en una Acrópolis casi vacía a primera hora de la mañana, mientras el sol gana altura y la temperatura aun es fresca, es algo que hay que vivir. Todos hemos visto las fotos, todos la hemos estudiado más o menos en la escuela, pero poner los pies allí en persona produce una sensación difícil de explicar. No importa cuántas fotos cuelgue aquí o en Facebook, hay que venir a verlo.

IMG_1183Nuestras entradas incluían acceso a otros varios restos por toda la ciudad, y pasamos todo el día visitándolos a pesar de las altas temperaturas. Intento mantener este blog libre de política o religión, pero cuando uno ve lo avanzada que estaba esta civilización no puede evitar preguntarse dónde estaría hoy la humanidad si hubiera sido por enorme paso atrás que supuso el cristianismo y la edad media. Entiendo la necesidad del hombre de sentir que todo tiene un propósito o de creer en un ser superior que sí que sabe lo que hace, o al menos a quien culpar por las tragedias que suceden aleatoriamente, pero no dejo de llegar siempre a la conclusión de que la religión no nos ha hecho ningún favor. Y es solo la religión, últimamente me viene cada vez más a menudo a la cabeza aquella cita de George Carlin: ‘nunca subestimes el poder de muchos idiotas juntos’. Paseando por las ruinas me pregunté si quizá miles de años más adelante otra gente, quizá turistas de otros mundos, se pasearán entre las ruinas de nuestra civilización escuchando la explicación de su guía: ‘y en 2016 Trump se convirtió en presidente de los Estados Unidos…’

IMG_1238También visitamos el mercado … en el otro lado de la Acrópolis y nos perdimos un rato por las callejuelas de Plaka aunque decidimos dejarlo para la mañana siguiente y nos dirigimos a la colina de Philopappos para disfrutar de las mejores vistas de la Acrópolis.

IMG_1273La colina está situada al suroeste de las ruinas y es el lugar perfecto para ver la puesta de sol con unas vistas únicas de la Acrópolis bañada en el rojo del atardecer mientras el sol desaparece y luego contemplar las luces de la ciudad encenderse una a una, hasta que ha oscurecido casi por completo y la Acrópolis finalmente también se ilumina. Increíble.

IMG_1304A medida que atravesábamos el centro de vuelta al hotel, sin embargo, mi primera impresión de la ciudad del día anterior se vio confirmada; fuera de la Acrópolis y las calles que la rodean, la ciudad se cae a pedazos. Me quedan pocas capitales de la UE por ver (Dublín, Bratislava, Oslo, Luxemburgo) pero creo que puedo decir que Atenas era, con diferencia, la que se encontraba en peor estado.

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Despedida final

Día 31 – Domingo 28 de agosto – Atenas (0km)

Hoy marcaba el inicio de mi vuelta a casa. Mi hermana y Alex iba a coger un ferry a Santorini por la tarde para empezar el resto de sus vacaciones en las islas y yo tenía que empezar el recorrido de vuelta.

Había reservado un ferry de Igoumenista a Brindisi el martes, pero cuando empecé a planear la ruta vi que se tardaba bastante menos de lo que había pensado, así que me quedaban aún un par de días para visitar Grecia en vez de ir directo al puerto.

Decidí pasar esa noche en la ciudad también, ya que no me apetecía buscar alojamiento en las afueras y de todos modos el párquing de la moto estaba pagado hasta las 7:00 del día siguiente, así que al menos lo aprovechaba.

IMG_1314Visitamos los barrios de Plaka y Monastiraki por la mañana, tomamos un gyros excelente para comer y tras un largo paseo de vuelta al B&B nos despedimos. No me apetecía volver a andar hasta el centro hasta la hora de cenar, así que me quedé a planificar los días siguientes. El ferry salía a las 22:00, lo que me dejaba dos días enteros, así que tras estudiar los mapas decidí dar la vuelta a la península del Peloponeso y ver si podía irme del país con una impresión más positiva.

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La vuelta al Peloponeso I

Día 32 – Lunes 29 de agosto – De Atenas a Finikounta (610km)

El día anterior había programado una ruta en el GPS teniendo en cuenta las carreteras que mi mapa marcaba como panorámicas e información que encontré en la web de una empresa de tours en moto. Quería alejarme de las grandes urbes de nuevo y disfrutar de carreteras de costa perdidas a mi ritmo. El destino final era Finikounta, un pequeño pueblo de playa en la punta suroeste de la península, y el único lugar donde había encontrado alojamiento dentro de mi menguante presupuesto. Terminé de marcar los waypoints, el GPS calculó la ruta y me dijo que iba a tardar… diez horas.

Bueno, iba a salir temprano, si no sacaba la moto del párquing, a partir de las 7:00 me iban a cobrar otro día entero, así que pensé que me lo tomaría con calma, pararía a menudo y siempre podría tomar una ruta más directa si me cansaba.

El hombre del párquing no hablaba nada de inglés, pero cuando moví la moto señaló a la pegatina de Albania y levantó los pulgares, así que entendí que debía ser de allí.

img_1340El cielo empezaba a iluminarse mientras transitaba por las calles del centro, y el tráfico no estaba tan mal como me había temido (el chico del B&B nos había dicho que presenciaban un accidente a diario en el cruce de delante del edificio). Estaba decidido a evitar la autopista, y mientras bordeaba el golfo de Elefsina por la vieja carretera 8, justo pasada una zona deprimente de depósitos de petróleo, el sol asomó por detrás de Atenas.

img_1337Desde ahí en adelante el viaje mejoró, y mucho. No había nadie en la carretera, y menuda carretera era. Iba serpenteando a lo largo de la costa, ofreciéndome unas vistas estupendas del golfo de Elefsina y luego del mucho mayor golfo de Megara hasta llegar al pueblo de Isthmia, en la boca del canal de Corinto.

img_1341Pensaba que la península del Peloponeso estaba unida al resto del país en de este lado, pero resulta que no. Hay un canal construido por el hombre que conecta el golfo de Megara con el golfo de Corinto para permitir a los barcos cruzar, pero es muy estrecho, a penas algo más de 20m de ancho, lo que limita el tipo de embarcaciones que pueden usarlo; la mayoría de cargueros se ven obligados a circunnavegar la península. La autopista lo cruza a través de un puente que es lo bastante alto para que los barcos pasen por debajo, pero la carretera en la que yo me encontraba estaba mucho más cerca de la embocadura y por lo tanto mucho más baja, de modo que el puente tenía que dejar pasar los barcos. En vez de algún tipo de puente basculante o levadizo el puente de Isthmia es un puente sumergible; desaparece debajo del agua y reemerge una vez el barco ha pasado. La superficie de la carretera la forman una serie de vigas de acero longitudinales para permitir que el agua se evacue rápidamente, y esta combinación de acero, agua y huecos generosos lo hace extremadamente resbaladizo y peligroso para las motos. Crucé con mucha precaución, pero cuando estaba ya a solo dos metros del otro lado la moto empezó a patinar de lado sin previo aviso. Por suerte conseguí mantener el control y subir a la orilla opuesta.

Aquí podéis ver un vídeo (no mío) del funcionamiento del puente:

Pasado el pueblo la carretera se volvía más estrecha y los pueblos más pequeños y más dispersos. Las colinas eran bastante altas y bajaban hasta el mar con laderas empinadas, formando un paisaje precioso.

img_1343Cuando llegué a las afueras de Nafplion el lugar me recordó una vez más el duro contraste entre las ciudades y el campo en Grecia. Este fue el único lugar realmente feo que encontré en todo el día, y lo dejé atrás tan rápido como pude. Tras comer algo cerca de Leonidio empecé a dirigirme hacia el interior durante un rato para ahorrar tiempo (a este ritmo iba a tardar mucho más de diez horas) y elegí evitar del todo Sparta (¡basta de ciudades!).

img_1344Durante las dos horas siguientes la carretera de costa se convirtió en una carretera de montaña que me llevó a través de un cañón, a más de 1000m cerca del monte Parnon y de bajada por el otro lado de la cordillera. Era un recorrido maravilloso, y tan solo el temor a quedarme sin gasolina empañó un poco la diversión.

img_1355No había llenado el depósito en Leonidio, pensando que iba a encontrar una gasolinera en el siguiente pueblo, pero los pueblos eran aldeas de montaña remotas y no había ni rastro de gasolineras. No fue hasta que llegué al pie de las montañas en la otra vertiente que vi un cartel que indicaba una gasolinera en un pueblo a tan solo un kilómetro en dirección opuesta a la que yo iba.

img_1356Me desvié y encontré una pequeña y decrépita gasolinera. Un tipo joven con mala pinta que na hablaba nada de inglés me llenó el depósito y mientras estaba en ello, apareció un amigo suyo y empezó a andar alrededor de la moto. Cuando vio la pegatina de Albania la señaló y dijo ‘fuck Albania’, sin un rastro de humor en el tono de su voz. Pasaba con creces de los dos metros y no parecía especialmente inteligente, pero estaba seguro de que me podía arrancar la cabeza de los hombros de un solo mamporro con las manazas que tenía. Le dije ‘Claro, lo que tú digas’, pagué y me largué pitando de allí. Al menos tenía el depósito lleno y había visto una criatura extraña: un scooter Yamaha con transmisión por cardan.

img_1359En vez de ir directo a Kalamata bajé hasta encontrar de nuevo la costa en el pueblo de Gihtio y luego subí resiguiendo la orilla hasta Kalamata. Esta vuelta, juntamente con la carretera de montaña, fueron los dos mejores tramos del día.

img_1362En Velika, al oeste de Kalamata, dejé la carretera principal, aun siguiendo la costa, para el último tramo antes de Finikounta, y luego corté por las colinas y una carretera que era poco más que una pista asfaltada que atravesaba dos aldeas y terminaba justo en Finikounta.

El sol ya se había puesto y empezaba a anochecer, así que no tuve mucho tiempo de visitar el pueblo. Era un lugar minúsculo al lado de la playa, tranquilo y agradable, y el hotel era mucho mejor de lo que el precio daba a esperar.

La vuelta al Peloponeso II

Día 33 – Martes 30 de agosto – De Finikounta a Igoumenitsa (492km)

Me levanté tarde hoy y me di otra ducha antes de ponerme en camino, quería disfrutar las comodidades que me brindaba la habitación pues no iba tener ninguna durante las próximas 48 horas. Iba a pasar la noche en un ferry cruzando el mar Ionio desde Igoumenitsa hasta Brindisi, y no había reservado camarote. La segunda razón de levantarme tarde, además de estar cansado de la larga etapa del día anterior, era que el ferry salía a las 22:00, así que tenía todo el día por delante para hacer los casi 500km que me separaban del puerto. No había prisa.

La ruta de subida por la costa oeste del Peloponeso era mucho menos interesante que la de la costa este. La carretera hasta Patras, si bien no era autopista, era una vía más principal que las carreteritas que había estado haciendo el día anterior, de modo que no había mucho que ver. Imagino que la mejor idea para esta etapa hubiera sido cruzar la península por el centro y atravesar las montañas, pero no tenía tanto tiempo ni energía para otra mega etapa.

La poca autopista que encontré cerca de Patras era gratuita, y solo tuve que pagar por el puente que une los municipios de Rio, en las afueras de Patras, y Antirrio, en el otro lado del golfo de Corinto. Me esperaba un viaducto normal, con cuatro carriles construidos sobre pilares de cemento, pero me encontré con una obra maestra de la ingeniería. El puente, llamado Charilaos Trikoupis, es el puente totalmente suspendido más largo del mundo, y es una imagen digna de contemplar.

Del otro lado la carretera era más interesante, ascendiendo de nuevo por las colinas y luego bajando otro trecho antes de convertirse en una autopista. Iba bien de tiempo, así que cuando llegué a Amphilochia, a orillas del golfo de Arta decidí rodearlo por el oeste para ver un poco de paisaje en vez de coger la autopista que va dirección norte directa a Igoumenitsa. Paré a comer algo (un gyros excelente) en el pueblo mismo, que era precioso, y luego tomé una carretera muy interesante.

img_1363El golfo de Arta bien podría ser un lago si estuviera conectado al mar por una estrecha boca, y estaba disfrutando de unas vistas magníficas del mismo desde un tramo de carretera recto y sin tráfico cuando, tras volver mi atención a la carretera, me encontré con una imagen en los retrovisores que debe resultara familiar a conductores todo el mundo: los cuatro anillos de Audi a escasos milímetros de mi trasero. No sé por qué no me había adelantado, pero no tolero la gente que se pega al vehículo de delante, así que decidí dejar que corriera el aire entre los dos. En ese punto empezaban una serie de curvas ascendentes y el tipo desapareció de mis retrovisores bastante fácilmente sin tener yo que ir particularmente rápido.

Recordaréis que expliqué que parece que a los conductores griegos les cuesta digerir que los adelanten; bien, el Sr. Audi no era una excepción a ello (a pesar de que yo no lo había adelantado) y en el momento en que la carretera volvió a ser llana y recta, lo vi aparecer en la lejanía dándole a tope para atraparme. Lo hubiera dejado pasar, pero para cuando llegó a mi altura ya volvía a haber curvas, y al momento desapareció de nuevo.

Las estadísticas suelen dar Ucrania y Albania como los países con las carreteras más peligrosas de Europa, a menos en cuanto a número de muertos. Habiendo estado en ambos países en moto, no me pareció que los conductores fueran especialmente agresivos o temerarios, sino que están lastrados con algunas de las peores carreteras que existen, y la situación se ve empeorada por el hecho de que animales de todo tipo y tamaño, niños, carros tirados por caballos, ciclistas y muchas otras cosas que no deberían estar en la carretera la invaden constantemente. Los italianos también tienen mala reputación al volante, y sí, puedo confirmar que conducen muy rápido, pero la mayoría son excelentes conductores y saben lo que hacen. Grecia sin embargo es un tema aparte. Las carreteras, en general, no son malas, el problema son los conductores. Primero, no tienen respeto alguno por las normas de circulación o los demás usuarios de la vía. Son un compendio viviente de todas las posibles conductas negativas al volante. Teléfonos móviles, nada de usar casco, cero uso de los intermitentes, incorporaciones sin mirar y un larguísimo etcétera. Nunca había tenido tantos sustos en la carretera como aquí, y he ido en moto por Albania, Ucrania, Rusia y Kazajistán por nombrar los más peligrosos. Segundo, son fundamentalmente unos inútiles al volante. Cualquier idiota puede hundir el pie en el acelerador e ir rápido en recta, pero hay que saber conducir para trazar bien una curva y mantener el ritmo y podéis creerme cuando os digo que no vi un solo conductor en todo el país que fuese capaz de hacerlo. Y tercero, son terriblemente orgullosos al volante.

Así que, de vuelta al amigo del Audi, yo estaba aburrido, así que empecé a esperarlo en las rectas, dejar que se acercara y luego dejarlo atrás en las curvas. Imagino que conseguí cabrearlo bastante. Para cuando me cansé volví a mi velocidad de crucero normal y pronto llegué a la boca del golfo, donde no encontré un puente, como me esperaba, sino un túnel que cruzaba por debajo del agua, parecido al que conecta la isla donde está el cabo norte con el resto de Noruega.

Después de eso la carretera se volvió bastante aburrida y olvidable de nuevo hasta llegar cerca de Igoumenitsa, donde seguía la costa durante un rato y terminaba por conectar con la autopista que venía del interior para luego descender entre las colinas hasta llegar directa al puerto.

Este era un puerto importante, y como tal había mucha actividad. Seguí los indicadores hasta el edificio de la terminal y me encontré en medio de lo que parecía un campo de refugiados. El aparcamiento era un caos total, completamente lleno y con coches aparcados también en los pasillos molestando al tráfico, había gente por todas partes, todos con maletas, cajas de cartón, fardos, petates y bultos variopintos, muchos de ellos tirados por el suelo, no pocos durmiendo. Dejé la moto en la puerta misma, quité la bolsa de depósito y entré en la terminal, temeroso de dejarla sola allí, a intentar cambiar mi reserva por un billete.

El interior del edificio no era mejor, estaba a reventar de gente haciendo cola para conseguir billetes, para pasar el control de pasaportes y seguridad, etc. Busqué y busqué, pero no había ningún mostrador de la compañía de mi ferry, European Seaways. Me acerqué al que más se parecía, uno con un cartel que decía European Management Maritime Company, porque el nombre era algo similar y porque era el único con una ventanilla sin cola. Le di mi hoja de reserva a una chica que parecía Kate Winslet haciendo el papel de una chica con el trabajo más aburrido del mundo y le pregunté si eran la compañía que buscaba. Miró el papel todo un milisegundo, me lo devolvió y dijo ‘aquí no’. Le pregunté si sabía dónde estaban y dijo ‘no’ aún sin dignarse ni a mirarme. Bueno… muchas gracias. Me fui a por otro mostrador sin cola, en la otra punta del vestíbulo, y una chica mucho más atenta me dijo que era la empresa en la que acababa de estar, EMMC. Volví a mi amiga, le dije que me habían indicado específicamente su compañía y repitió ‘aquí no’. Bueno, si alguien de EMMC termina leyendo esto por alguna casualidad, que sepan que tienen un servicio de atención miserable en el mostrador de Igoumenitsa y que harían bien de sugerir a RRHH que trasladen a Kate Winslet a algún puesto donde no tenga que dedicarse a algo tan molesto como tratar con personas. A cargar contenedores, por ejemplo.

Al final fue un empleado de una empresa de carga el que me dijo que la oficina de European Seaways no estaba en el edificio de la terminal, sino al otro lado de la carretera, y que el nombre en los carteles no era European Seaways, sino algo completamente distinto. Fantástico.

Llevaba ya un rato corriendo arriba y abajo con todo el traje de moto puesto y cargando con el casco y la bolsa de depósito, así que para cuando entré en la oficina ya estaba empapado en sudor, impaciente y nervioso por haber dejado la moto desatendida en la terminal. Vi que solo había una pareja con dos críos delante de mí, y que ya les estaban dando los billetes. ‘Maravilloso’ pensé, ‘no hay cola’. Pero por desgracia pertenecían a esa especie que no parecen terminar de procesar información sencilla a no ser que se les repita diez o quince veces, así que tras varios minutos de ‘¿Muelle 13? ‘Sí, muelle 13, al final del puerto’ ‘¿Al final?’ ‘Sí, todo recto hasta el final’ ‘¿Número 13?’ ‘Sí señora, muelle 13’ ‘¿Al final del puerto?’ ‘Sí, al final’ ‘¿Embarcamos allí?’ ‘Sí, su barco está en el muelle 13’ ‘¿Muelle 13?’ etc. etc. etc. ya estaba yo más que dispuesto a asesinar a la familia entera, trocearlos y echarlos al agua desde el muelle 13.

img_1365Había llegado temprano al puerto, pero para cuando conseguí los billetes ya era hora de embarcar. Como no quería pasar un minuto más detrás de alguien con déficit de comprensión de instrucciones simples, me subí en la moto y me salté a la torera todas y cada una de las colas que encontré: la de salida del aparcamiento, la de entrada a la zona de embarque, la del control de seguridad y la de embarque mismo. Fui el segundo vehículo en subir a bordo (tras otra moto), aparqué la moto y me fui a buscar un rincón donde plantar la colchoneta.

Al contrario que el ferry de Grimaldi, donde el aire acondicionad suele estar alrededor de los 5ºC, en este ni había aire. Para cuando zarpamos docenas de personas habían acampado en cualquier superficie plana que habían podido encontrar, y el calor era insoportable. Decidí dejar la colchoneta allí y me fui a la cubierta superior a tomar el aire y ver como el puerto desaparecía lentamente en la noche. Adiós Grecia, me alegro de haber sobrevivido a tus carreteras, pero no creo que te eche mucho en falta.

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Autostrada

Día 34 – Miércoles 31 de agosto – De Brindisi a Civitavecchia (660km)

El ferry llegó a Brindisi a las 6:00, justo cuando el sol salía por detrás de las gigantescas grúas del muelle. Salí de sus entrañas, aparqué junto a la verja de salida y regalé a los adormilados ojos de todos aquellos que desembarcaban un magnífico espectáculo de striptease mientras me quitaba la ropa que me había puesto para la travesía y me ponía de nuevo el equipo de moto.

img_1370Tenía que estar en Civitavecchia a las 20:00 como muy tarde para sacar los billetes y embarcar en el ferry de las 22:00 hacia Barcelona. Pero tras la experiencia en la terminal del puerto de Igoumenitsa prefería llegar más temprano, así que decidí que por primera y única vez en todo el viaje, hoy iba a ser día de autopista.

img_1369Salí del muelle, dejé atrás rápidamente esa zona fea que rodea todos los puertos y enseguida me encontré en la autopista. Ya empezaba el día cansado; no había dormido mucho en el ferry, hacía demasiado calor y había demasiado ruido, así que decidí parar a menudo y tomármelo con calma.

Comparada con las carreteras y autopistas que había usado en Grecia, la autostrada hacía que Italia pareciese Suiza: asfalto en perfecto estado, conductores civilizados (sí, en el sur de Italia), Wi-Fi gratis en todas las gasolineras y áreas de descanso… Hasta el paisaje no estaba mal, especialmente en la parte central del trayecto, cuando la autopista cruzaba entre dos parques naturales, el Parco Regionale di Monti Picentini y el Parco Nazionale di Cilento Vallo di Diano. De allí descendía hasta Nápoles, lo rodeaba e iba hacia Roma, como todos los caminos.

Paré muy a menudo a descansar, comer, leer del libro que llevaba conmigo y, al principio al menos, repostar. Pero la gasolina es tirando a cara en Italia, y decidí descubrir hasta dónde podía llegar con un depósito con la moto nueva. Teóricamente debería alcanzar los 400km, pero nunca había visto unos resultados de consumo tan buenos en un uso a diario. Esta vez, sin embargo, iba por autopista, en terreno principalmente llano y sin prisas. Estaba a unos 380km del puerto de Civitavecchia la segunda vez que paré a repostar, así que me impuse el reto de hacer el siguiente repostaje ya en Barcelona. Llené el tanque hasta el borde y me dispuse a recorrer el resto del camino aplicando todo lo que sabía de conducción económica, que eran nociones aprendidas con el coche, porque nunca se me había ocurrido eso de la conducción económica en una moto…

img_1371Mantuve unos 100km/h, sin acelerones para adelantar, dejando la moto ir con un punto de gas en las bajadas, anticipando las maniobras de los demás conductores para evitar frenadas, etc.

Fue una experiencia mortalmente aburrida, pero ir por la autopista siempre lo es, así que ir más rápido o de forma más agresiva no iba a mejorar mucho las cosas. Sea como fuere, a las 19:00 estaba a tan solo dos kilómetros de Civitavecchia cuando se encendió el chivato de la reserva. Habitualmente esto pasa entre los 270 y los 300km, según el uso. Esta vez fue a los 383km. Había logrado un consumo indicado de 4,4l/100km, y según el ordenador de a bordo, quedaba autonomía para otros 66km más, aunque este dato suele ser optimista.

El edificio de la terminal en Civitavecchia estaba mucho más tranquilo que el de Igoumenitsa, no había colas, las oficinas de Grimaldi estaban bien señalizadas, había sitio donde sentarse cómodamente por todas partes y había Wi-Fi gratis. Bueno, al menos los primeros 15 minutos. Saqué los billetes y me esperé más o menos una hora hasta que pude ir hacia el muelle.

De nuevo, las motos fuimos los primeros en embarcar, así que conseguí encontrar un rincón perfecto con un enchufe y me instalé cómodamente a ver una película antes de pasar la noche. Al día siguiente por la tarde vería Barcelona de nuevo.

En casa

Día 35 – Jueves 1 de septiembre – Barcelona (6,2km)

Barcelona es una ciudad relativamente pequeña en extensión, su crecimiento se ha visto limitado por un río en cada lado, una cadena de colinas detrás y el mar delante, pero eso es una de las muchas cosas que la convierten en un lugar excepcional; tiene un tamaño que la hace cercana a habitantes y visitantes por igual, si no te importa andar uno puede llegar a la mayoría de lugares a pie en no más de una hora. La otra consecuencia positiva de su tamaño es que, para los viajantes, es una ciudad con una de las mejores llegadas que existen.

Cuando se llega a otras ciudades el avión suele sobrevolar extensiones de campos anónimos, zonas industriales y poblaciones satélite antes de aterrizar en un aeropuerto que está a bastantes kilómetros de la ciudad. Es imposible reconocer el destino desde el aire, y uno solo se da cuenta de que ha llegado tras atravesar una periferia que suele ser por lo general bastante gris. Para los que llegan en barco la historia es parecida. Los puertos no suelen ser lugares especialmente atractivos, y la preciosa ciudad que uno viene a ver se encuentra tras un páramo salpicado de depósitos de gas y petróleo, almacenes de contenedores marítimos y patios de vías.

Barcelona es otra historia. La ruta de aproximación al aeropuerto sigue la costa y pasa directamente por delante de la ciudad, y los que tengan la suerte de estar sentados a estribor del avión se ven recompensados con una de las mejores vistas de la ciudad que hace que sea fácil reconocer los edificios más emblemáticos que tantas ganas tiene de visitar. La experiencia de llegar por mar es parecida, y el puerto de pasajeros está en la ciudad mismo, de modo que al desembarcar uno ya se encuentra prácticamente en el centro, nada de atravesar polígonos.

Nunca había llegado a mi ciudad por mar, y cuando la tripulación anunció que estábamos a una hora del puerto subí a cubierta para intentar ver tierra y disfrutar de la aproximación. No tardó en aparecer una difusa línea de montañas en el horizonte, y antes de lo que pensaba ya pude reconocer la característica silueta de las montañas de Montserrat unos kilómetros tierra adentro.

img_1373El segundo hito que se hizo reconocible fue la torre de Collserola, seguida de la montaña de Montjuïc, la sierra del Montseny en la distancia y finalmente los primeros edificios altos de Barcelona en primera línea de la costa.

img_1376Poco a poco los edificios se fueron haciendo más reconocibles, y la torre Mapfre y el hotel Arts, la torre Agbar… un niño italiano que visitaba la ciudad por primera vez soltó un grito de emoción cuando su padre le señaló la Sagrada Familia y, mucho más rápido de lo que me esperaba, empezamos las maniobras de amarre en la terminal del puerto.

img_1387Saqué la moto del ferry y me vi rodeado al momento del tráfico de hora punta de la tarde. Tras tantos kilómetros en lugares donde no parece haber normas de tráfico, tuve que recurrir a grandes dosis de autocontrol para no empezar a adelantar donde no se podía e ir en contra dirección para llegar a casa más rápido.

img_1396Una vez vi este pequeño cartel en un hostel en Suecia, y al poner la cabeza sobre mi añorada almohada me vino la imagen a la cabeza y pensé ¡qué gran verdad!

Estadísticas

He aquí los números del viaje:

  • 5799,7km
  • 9 países
  • 35 días (25 días en la moto)
  • 232km de media diaria
  • Jornada más larga: 660km
  • Jornada más corta: 6,2km
  • Unos 307 litros de gasolina
  • 2 neumáticos montados dos días antes de salir, Heidenau K60, ambos aún en buen estado en la moto

Cosas que se rompieron:

  • ¡Nada! (es una Honda)
  • La bomba del hornillo Coleman dejó de funcionar, arreglado en el Motocamp en Bulgaria.

Cosas que perdí:

  • Una GoPro en Bulgaria, encontrada por una bellísima persona que me contactó y me la devolvió dos días después

Cosas que me robaron:

  • Una botella y una lata de cerveza de la nevera de una guest house en Dubrovnik