Como quizás recordéis del post sobre el fin de semana de prueba, tuve algunos problemas con mi hornillo Coleman, no podía encenderlo y parecía que perdía algo de gasolina, así que ya me veía comiendo frío o aprendiendo a hacer fuego en medio de la nada. Comer en restaurantes o comprar otro hornillo que funcionase con gasolina no eran opciones que contemplase, ya me he gastado todo el presupuesto para preparación que había calculado, y «en medio de la nada» suele significar que hace viento, llueve y estás detrás de un polígono industrial medio abandonado o en un camping familiar rodeado de críos que se preguntan por qué ese tipo vestido de robocop no usa un Camping Gaz como el de papá.
Así que después de dejar el hornillo en casa de mi padre (tiene un taller muy bien montado en el sótano) con la intención de desmontarlo cuando tuviese un momento, me alegró muchísimo que me dijese que funcionaba. .
Resulta que no tenía ningún problema, aparte del hecho que lo compré de segunda mano y no venía con instrucciones (aparte de los pasos básicos escritos en la etiqueta al lado de la advertencia «lea cuidadosamente las instrucciones antes del uso») y no lo estaba utilizando como debía, le puse demasiada gasolina y no usaba la bomba correctamente. Con todo debidamente preparado, se encendió, la llama duró mucho rato con una pequeña cantidad de gasolina y solo tardó unos minutos en hacer hervir un cazo grande lleno de agua. Maravilloso.