Ruta – On: Del Parc Natural de Sant Llorenç a la Serra de Llaers (117km)

La ruta

Como parte de la preparación del viaje de estas Navidades, esta es una salida con Nat a probar el equipo de invierno en una ruta matinal con muchas curvas y unos paisajes preciosos en esta época del año.

La ruta se inicia en Castellar del Vallés, desde donde tomamos la B-124 a través del parque natural de Sant Llorenç y la Serra de l’Obac. Estas carreteras combinan tramos con muchas curvas, un asfalto excelente y vistas magníficas, lo que juntamente con su proximidad a Barcelona y un buen número de núcleos urbanos importantes atrae a una gran cantidad de moteros y ciclistas cada fin de semana. Conviene disfrutar de esta parte de la ruta a un ritmo tranquilo para evitar sustos.

El siguiente tramo, de Calders a Moià por la N-141c es en carretera más rápida y abierta, aquí tenemos las primeras vistas a Pirineo si el día está despejado y podemos llevar un ritmo más alegre, aunque ojo, es un tramo favorito de los Mossos.

En Moià dejamos la carretera principal para encarar un tramo otra vez perdido y revirado, esta vez sin tráfico ni ciclistas, por la C-59 hasta llegar a la C-25 o Eix Transversal, que dejamos a los pocos kilómetros para tomar la C-62 hasta Sant Bartomeu del Grau, donde la ruta sigue por carreteras perdidas hasta Sant Agustí de Lluçanés. Todo este tramo se puede hacer por pistas, como hicimos en esta otra ruta, que transcurre casi paralela por unos parajes si cabe aún más bonitos.

Desde Sant Agustí la ruta baja hasta la C-17 a la altura de Sant Quirze de Besora. La prueba de frío ha sido todo un éxito, y para celebrarlo subimos hasta el Hostal de la Serra de Llaers a darnos el placer de una buena butifarra a la brasa y la especialidad de la casa, pato.

Si no se quiere desandar el camino de vuelta a Sant Quirze, la carretera, o más bien pista asfaltada, sigue hasta llegar cerca de Ripoll. También se puede tomar una pista a la izquierda a los pocos kilómetros del hostal que desemboca directamente en la C-17 (ver la ruta mencionada antes).

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Dónde comer

El Hostal Serra de Llaers es una masía perdida en medio de la montaña, a la que se accede por unos 9km de pista asfaltada desde Santa María de Besora. Otros 9km más desembocan en la N-260a cerca de Ripoll. La carne a la brasa es excelente, y la especialidad es el pato, con unos postres caseros para rematar la comida.

Ruta – Off: Castellterçol a Orís (76km)

La ruta

Esta ruta está basada en un track de la web Moterus creado por miguel 650 con un tramo extra al principio entre Castellterçol y Collsuspina añadido por un compañero que es un todo un atlas andante del offroad. Gràcies Ricard!

A las 8:30 nos encontramos en un bar llamado Can Joan en la C-59 a la salida de Caldes. La quedada estaba prevista en el Bar Olimpo, un clásico punto de inicio de rutas tanto moteras como ciclistas, pero lo encontramos cerrado por vacaciones.Tras dar cuenta de un buen bocadillo, nos ponemos en camino.

La ruta que llevo programada en el GPS empieza en las afueras de Moià en dirección a Tona, pero Ricard propone enlazar por una pista que conoce para ir calentando motores. Al salir de Castellterçol hay un pequeño polígono industrial llamado El Vapor, desde donde la pista se inicia entre dos naves. Tras parar un instante para desconectar el ABS y el control de tracción, dos de los compañeros desaparecen tras una nube de polvo. Se nota que había ganas de tierra… Yo no he hecho nunca enduro ni salidas a complicarme la vida, por lo general me meto en pistas cuando me las encuentro, pero desde que cambié de moto he decidido exprimir un poco más las posibilidades de esta nueva máquina que, dicho sea de paso, son muy superiores a mis habilidades. Sin embargo, el grupo con el que he salido hoy tiene una extensa experiencia fuera del asfalto, así que esto va a ser un curso acelerado para mí.

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La pista une Castellterçol y Collsuspina a través de campos y es bastante llana y sin dificultad, de hecho es accesible a turismos sin problemas. Una vez allí salimos al asfalto y nos dirigimos hacia el oeste unos 5 kilómetros hasta llegar al inicio del recorrido que llevo en el GPS, justo a las afueras de Moià. El primer tramo de la ruta es una pista ascendente por dentro del bosque, que tras algunas curvas cerradas se abre a tramos más rápidos, siempre con el firme en muy buen estado y con buena visibilidad, que permiten un ritmo alegre. Al cabo de unos pocos kilómetros, sin embargo, nos vemos obligados a bajar un poco la marcha al encontrarnos con señales que indican lo que parece ser un evento de BTT, y efectivamente, más adelante empezamos a encontrar bicicletas que llegan de frente. Hacemos el tramo compartido con precaución, y tras una parada para admirar el paisaje, dejamos atrás el recorrido de las BTT y volvemos a disfrutar de las pista casi para nosotros solos hasta que va a morir en la carretera BV-4316 justo encima de unos túneles de la C-25.

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Tras cruzar la carretera, otro corto tramo de pista nos lleva hasta la carretera C-62. Parece que vamos a tener que hacer un tramo de asfalto, pero descubrimos que hay una pista de servicio que transcurra paralela a la carretera, cruzándola de vez en cuando, que nos permite seguir por lo marrón hasta la B-433, donde la ruta nos mete ya inevitablemente en asfalto hasta Sant Bartomeu del Grau.

Desde aquí empieza el tramo más aislado de la ruta, un pista ya más estrecha y revirada por dentro el bosque, donde ya estamos disfrutando de lo lindo. Al llegar a curva muy cerrada antes de que la pista empiece a perder desnivel, encontramos junto una antigua caseta de transformador eléctrico y una balsa de extinción de incendios un mirador que da a la Riera de Sorreig, desde donde disfrutamos de unas vistas fantásticas.

El camino baja a continuación hasta una laguna y luego asciende un poco y a medida que el bosque se va haciendo menos denso encontramos alguna masía aquí y allí. Justo al pasar por delante de una de ellas, en una curva cerrada y en bajada, la rueda de delante me patina y me voy al suelo. Debía ir a unos 30 o 40 kilómetros por hora y afortunadamente no he hago daño, pero ha sido una caída totalmente inesperada. Al levantar la moto y comprobar posibles daños vemos que las defensas se han movido y han llegado a tocar el carenado, pero un buen estirón entre tres las vuelve a poner en su sitio y no hay nada roto en la moto; intermitente, retrovisor, maneta de freno… todo correcto. Al examinar la moto con más detalle vemos que el golpe se ha repartido entre las defensas de motor primero, y las de carenado, cubrepuños y estribera del acompañante después. Buena cosa llevar protecciones.

La pista sigue, más llana y agradable, hasta desembocar en Sant Boi de Lluçanès, donde hacemos un cortísimo tramo de la BV-4608 antes de tomar una pista a la izquierda y adentrarnos de nuevo en el bosque. Al cabo de poco nos desviamos unos kilómetros de la ruta por una pista que sube hasta la ermita de Sant Salvador de Bellver, que cuenta con un monasterio habitado.

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El rodeo vale la pena, las vistas desde la ermita son espectaculares, en un día claro como hoy se puede ver hasta muy lejos desde aquí.

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Nos quedamos un rato a disfrutar de ellas, charlar y bromear, hasta que nos damos cuenta de que justo detrás nuestro, los monjes están dentro de la ermita, sentados en círculo y meditando, así que decidimos seguir con lo nuestro y no fastidiarles más el karma.

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Tras deshacer el camino hasta la pista, reprendemos la ruta, que tras un largo rodeo pasa por debajo de la colina donde estaba la ermita y va descendiendo en uno de los mejores tramos de la mañana. La confianza que había perdido en el neumático delantero va regresando poco a poco y voy aumentando el ritmo y disfrutando de este tramo final antes de llegar a Orís, donde la ruta termina.

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Desde aquí se toma ya la C-17 para volver a casa, pero en nuestro caso Ricard sugiere un buen sitio para ir a comer y alargar la ruta un poco más esta vez por asfalto: subimos por la C-17 hasta Sant Quirze de Besora, donde nos desviamos hasta Santa Maria de Besora y luego nos metemos por una carretera que es poco más que una estrecha pista asfaltada hasta llegar al Hostal La Serra de Llaers, una masía en medio de la nada donde celebramos el final de la salida con unas butifarras a la brasa y una ensalada de dimensiones colosales. La pista asfaltada sigue pasada la masía, pero para evitar subir hasta la N-260a tomamos una pista, el último tramo de tierra, que empalma con la C-17 un poco más debajo de Ripoll.

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Qué ver

Esta es una ruta offroad (aparte de los tramos de conexión por carretera), de modo que lo más interesante es el paisaje en sí. Sin embargo, vale la pena desviarse para visitar la ermita y monasterio de Sant Salvador de Bellver, cuyos orígenes datan del año 1100. Abandonado durante el siglo XX hasta quedar en estado de ruinas, en la actualidad ha sido ocupado por una comunidad que ha restaurado y ampliado el conjunto. Desde su privilegiado emplazamiento se pueden contemplar unas magníficas vistas que abarcan la Plana de Vic, el Montseny, Montserrat y hasta Pirineos.

Dónde comer

Al inicio de la ruta, el bar-restaurante Olimpo, en la C-59 al salir de Caldes es un punto de encuentro clásico de moteros y ciclistas para desayunar antes de ponerse en camino. Al terminar la ruta a mediodía, y si estamos dispuestos a añadir unos kilómetros (unos 30), la cocina a la brasa en el Hostal de la Serra de Llaers es excelente.

Ruta – On/Off: Sierra de Javalambre II – Amanaderos, Fuente de la Miel, Alto de Barracas (95km)

La ruta

El punto de inicio de esta ruta circular es de nuevo la población de Ademuz. Sin embargo, si se accede a la zona desde Cuenca se puede comenzar desde Torrebaja y desde Teruel se puede comenzar en Villel, ambas poblaciones en la nacional 330.

Desde Ademuz tomo la nacional 330 en dirección Teruel. Lo que es una buena carretera de Ademuz hacia el sur, ancha y con buen asfalto, se convierte al poco de salir hacia el norte en una via estrecha más digna de ser considerada una regional que no una vía principal que enlaza Alicante con la frontera con Francia. Los 40 y pocos kilómetros que unen Teruel con Ademuz forman un tapón por el que circulan lentamente miles de camiones de gran tonelaje al año, pero la intención de proteger el valle del Turia y, en mucha mayor medida, el abandono político que sufre esta despoblada región se combinan desde hace décadas para evitar que se acondicione este tramo.

A medio camino de Teruel se encuentra la población de Villel, desde donde sale una carretera aún más estrecha y con firme irregular en dirección a Camarena de la Sierra y las pistas de esquí de Javalambre. De camino se pasa por un par de pequeños pueblos y, poco antes de llegar a Camarena, la carretera atraviesa una garganta donde encuentro una pequeña área de picnic y una fuente con numerosos chorros de abundante agua fresca. Tras una corta parada llego a Camarena, donde dejo la carretera principal justo al entrar en el pueblo para tomar la TE-34 hacia el aparcamiento de la cota baja de las pistas de Javalambre.

Al poco de abandonar la población, una pista asfaltada deja la carretera por la derecha y sigue el río de Camarena hasta un área de recreo. A partir de aquí la pista empieza a ascender y deja de estar asfaltada al cabo de poco, aunque sigue estando en suficiente buen estado para permitir el tránsito de turismos sin problema.

Esta pista desemboca en la fuente Matahombres, un área de picnic con varias barbacoas, fuente y una balsa, un rincón bonito pero bastante concurrido tanto por la facilidad de acceso en todo tipo de vehículos, como he mencionado antes, como por el atractivo del lugar, a pesar de que en los meses de más calor está prohibido hacer uso de las barbacoas.

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La ruta circular sigue por la pista pasada la zona de picnic, pero en este punto vale la pena desviarse hacia la derecha y seguir el barranco valle abajo para visitar Los Amanaderos y el salto de Yeguas. Esta pista está algo más rota y, aunque no presenta dificultades, ya no sería muy recomendable aventurarse por ella en un turismo. En época seca no presenta demasiados problemas, pero si ha habido lluvias recientemente el cauce normalmente seco del barranco puede dificultar el cruce de un par de puntos donde la pista lo atraviesa.

Poco antes de llegar al final de la pista un cartel del tipo que indica el nombre a la entrada de las poblaciones anuncia que me encuentro en los Amanaderos. Dejo la moto tan arrimada como puedo en un lateral de la pista para echar una ojeada a este punto del barranco, donde el agua mana de entre un caos de rocas para ir ganando caudal rápidamente y convertirse en el salto de Yeguas unos centenares de metros más abajo.

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Tras atravesar el cauce del barranco, esta vez con agua, llego a un punto donde la pista se ensancha y permite aparcar sin problemas. Tras esta zona de aparcamiento se entrevén unas barandillas de madera que protegen al despistado de una buena caída en el salto de Yeguas, el primero de una serie de saltos hasta llegar al molino de Montereta, pasado el cual la garganta se abre en una zona de huertos perteneciente al pueblo de Ríodeva. Es un recorrido a pie que vale mucho la pena, pero si no se tiene otro vehículo esperando al final para poder regresar al punto de inicio toca desandar los seis kilómetros de vuelta al salto de Yeguas, esta vez en subida.

Tras admirar el salto desde la parte de abajo, donde también hay una poza donde se puede disfrutar de un baño si se es lo suficientemente valiente para aguantar la temperatura del agua, regreso a la moto y deshago el camino hasta el área recreativa para seguir con la ruta.

La pista gana algo de altura a partir de aquí y transcurre entre pinos y abetos, aún sin dificultad si está seca. Al cabo de poco se llega a la fuente de la Miel, donde hay otra área recreativa, esta vez bastante abandonada.

A partir de aquí la pista asciende hasta que el bosque se abre en el Alto de Barracas, donde se bifurca – ambos caminos llevan a la Puebla de San Miguel, el de la izquierda directo, el de la derecha pasando por el Pico Calderón y el Pino Vicente Tortajada, una microrreserva de flora con un árbol centenario. Tomo la ruta de la derecha y tras sortear un par de curvas en bajada con el terreno bastante suelto por culpa de las últimas lluvias, la pista bordea el pico Calderón, el más alto de la zona, por su vertiente sur hasta llegar a otra bifurcación. Por la derecha la ruta rodea el pico por su vertiente norte y regresa al Alto de Barracas y por la izquierda se acerca al Pico Gavilán, accesible en moto y todo terreno, pues tiene un puesto de observación contra incendios en la cima.

Pasada esta bifurcación, la pista desciende rápidamente, con algunos de los tramos más empinados pavimentados con cemento, hasta que llego a la última bifurcación de la ruta.

Tenía pensado volver a la carretera desde aquí, pues me encuentro ya a la altura de La Puebla de San Miguel, a donde se llega en un kilómetro y poco por la pista de la izquierda y desde donde sale la carretera de vuelta a Ademuz vía un par de aldeas. Sin embargo, un indicador me informa de que si sigo a la derecha puedo llegar a Mas del Olmo, la primera de las dos aldeas por las que pasa la carretera de vuelta, por pista. Con ganas de seguir un poco más por lo marrón, tomo esta opción.

Este último tramo tampoco presenta dificultades, es una pista agradable que serpentea entre campos de almendros en bancales que roban terreno como pueden al agreste terreno, un reflejo de lo dura que debía ser la vida de nuestros abuelos en esta zona.

Llegado a Mas del Olmo, no me queda más que tomar la carretera de vuelta a Ademuz, el punto de inicio.

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Qué ver

Ademuz – Con algo más de 1.000 habitantes, es la capital de comarca, construido en la ladera de la montaña con un entramado de estrechas calles que confirma las influencias árabes a la que apunta su nombre. En lo alto de la montaña se encuentran las ruinas de un castillo, anteriormente fortaleza árabe llamada Al-Damus. Desde la entrada del pueblo llegando desde Teruel se puede tomar una pista que accede al Pico Castro, desde donde se pueden disfrutar unas vistas excelentes del pueblo y sus alrededores, incluyendo el río Turia. La ermita de Nuestra Señora de la Huerta, del siglo XIV, merece también una visita.

Los Amanaderos – Este es el punto en el que nace la Rambla de los Amanaderos, que más adelante se convierte en el Río Ríodeva. En este punto de un barranco aparentemente seco el agua mana de varios puntos en un pequeño caos de rocas. No hay espacio para aparcar, por lo que hay que apartar la moto lo máximo posible en un lateral de la pista para permitir el paso de otros vehículos. Como alternativa, el lugar es accesible a pie en poco rato desde el aparcamiento del Salto de Yeguas, barranco abajo.

Salto de Yeguas y recorrido del Río Ríodeva – Este salto es el primero de varios que, juntamente con alguna poza, conforman un interesante recorrido por la garganta del río hasta llegar al Molino de Montereta. Si se dispone de otro vehículo en Ríodeva se puede hacer todo este recorrido de bajada y disfrutar de las vistas de los saltos que el río ha formado. Si no, se tendrá que desandar los 6km de camino, esta vez en subida. Vale la pena acercarse al menos hasta los primeros saltos.

Parque Natural de la Puebla de San Miguel – Parte del recorrido por pistas transcurre por el interior de este parque. En él encontramos el Pico Calderón, que con sus 1.837 metros es el pico más alto de la Comunidad Valenciana. Su ascenso no presenta dificultad alguna, y se puede llegar a la cumbre con un simple paseo si dejamos la moto en el Alto de Barracas. El parque cuenta también con microrreservas de flora, todas ellas señalizadas con paneles informativos.

Ermita en la Puebla de San Miguel – Si tomamos la ruta de bajada hacia este pueblo la pista desemboca en la carretera asfaltada cerca de este ejemplo de la típica arquitectura de las ermitas de la zona, con un porche que cubre la entrada.

Dónde comer

Casa Domingo, el principal hotel en Ademuz, cuenta con bar y restaurante. En Camarena de la Sierra, al tomar el camino del Balneario, la carretera que nos lleva al inicio de la parte off road del recorrido, encontramos el Hotel Esmeralada.

Ruta – On/Off: Sierra de Javalambre I – Pico Javalambre por la cara sur (162km)

La ruta

El punto de inicio de esta ruta y las demás por esta zona es Ademuz, en el enclave del Rincón de Ademuz, un pedazo de tierra valenciana que los avatares de la historia dejaron en la línea de demarcación entre las provincias de Teruel y Cuenca. He elegido esta población por ser el núcleo principal de la zona y donde se puede encontrar más fácilmente lugares donde comer, dormir y aprovisionarse (aquí se encuentra una de las dos únicas gasolineras que hay en el Rincón) pero también porque aquí tengo mi base de operaciones para explorar la zona. La ruta es circular, de modo que se puede elegir cualquier otro punto de inicio según de dónde se llegue.

Tras llenar el depósito de la Pajarraca salgo de Ademuz hacia el sur siguiendo el cauce de río Turia por la antigua nacional en dirección a Casas Altas y Casas Bajas. La carretera tiene un buen firme, pero es muy estrecha, así que debo andarme con ojo y pegarme a la derecha en las curvas sin visibilidad, que son la mayoría, especialmente pasado Casas Bajas, donde encuentro una curva de prácticamente 90º a la izquierda dentro de un túnel sin iluminación alguna.

A partir de aquí la carretera se vuelve un poco más ancha y asciendo por las famosas Emes, una serie de horquillas muy cerradas que tengo que hacer en primera y que salvan una de las numerosas gargantas por las que transcurre el Turia. Parece increíble que el coche de línea que hace el recorrido desde Valencia capital hasta Ademuz sea capaz de pasar por aquí. Del otro lado hay menos curvas y son más abiertas, y tras una parada en un mirador para contemplar las vistas, llego enseguida a Santa Cruz de Moya.

A la derecha sale una carretera que lleva a la nueva nacional 330, una vía mucho más rápida, pero sin interés paisajístico alguno, pues en esta zona transcurre entre campos más o menos llanos. La carretera en la que estoy es mucho mejor. El Turia sigue a mi izquierda, pero ahora más abajo, en un agreste desfiladero, y al cabo de unos pocos kilómetros llego a una de las mejores vistas del recorrido: el puente que atraviesa el desfiladero en uno de sus puntos más estrechos y altos. No hay sitio donde parar, pero con una moto siempre se puede apurar un instante en la cuneta para admirar la vista del río al fondo de la garganta.

Pasado el puente la carretera, que habiendo abandonado el Rincón se llama ahora CV 35, asciende por la orilla izquierda del Turia entre espesos bosques de pinos. El paisaje contrasta con los campos de almendros que he dejado atrás hace apenas unos kilómetros, indicando que estoy ganando altura. Este tramo de carretera, como muchos otros perdidos en lo más profundo de esta zona, parece congelado en el tiempo. Sobreviven aquí unas pocas señales de tráfico de una época que hace ya mucho que pasó, así como aquellas protecciones de entramado metálico fijado a postes de cemento, que asoman en algunas curvas por detrás de los más recientes guardaraíles. No sé hasta qué punto aguantarían el impacto de mi cuerpo si fuese a parar contra ellas por culpa de la gravilla o las agujas de pino que se acumulan en algunos sitios, pero estoy seguro de que no me arrancarían una mano o una pierna, como los afilados y relucientes perfiles metálicos de sus modernos sucesores.

La carretera deja el bosque al alcanzar una llanura en la que encuentro el pueblo de Aras de los Olmos, desde donde tengo por primera vez una buena vista de la sierra de Javalambre, cuyo pico es mi meta hoy. Al llegar a Titaguas, población con más vida por encontrarse en un otrora importante cruce de caminos, dejo la carretera y giro a la izquierda justo a la salida del pueblo para enfilar la CV 345. Esta carretera combina tramos estrechos, aunque en buen estado, con otros recién estrenados y mucho más anchos que me permiten llevar un buen ritmo y disfrutar de lo lindo sobre la moto. Prácticamente no pasa nadie por esta ruta, y los moteros lo saben. En mi ascenso hacia Arcos de las Salinas me cruzo con bastantes grupos que han decidido evitar las nacionales y autovías para dirigirse hasta Alcañiz a la cita con el GP de Aragón, que se celebra al día siguiente. Este tramo de carretera es simplemente maravilloso y lo disfruto como se merece, deteniéndome solo en un mirador donde la carretera alcanza su punto más alto entre los cerros antes de perder algo de altura en Arcos de las Salinas. Mientras contemplo el agreste paisaje veo una construcción baja y alargada en una loma al otro lado del estrecho valle justo enfrente de mí. Su pintura blanca destaca fuertemente sobre los ocres, grises y verdes oscuros del paisaje a su alrededor, y me doy cuenta de que es una ermita con la construcción típica de la zona, con un porche en la entrada. De ella sale una pista que se esconde detrás del cerro y reaparece más adelante en una constante pendiente hacia el pueblo, o al menos me parece a mí que debe tratarse de la misma pista. Decido explorar, que a hacer un poco de pistas es a lo que he venido, al fin y al cabo, y justo a la entrada del pueblo encuentro un desvío a la izquierda y unos carteles de madera que indican que el camino lleva a dos ermitas y unas salinas que imagino son las que dan nombre al pueblo. Pues vamos allá.

Ha estado lloviendo todo el día y noche anteriores, cosa que me hacía temer que mis proyectos de explorar pistas hoy se fueran al traste, pero esta zona tiene un clima muy seco y aparte de algunos charcos en la parte umbría de la pista que transcurre cerca del río, el terreno está seco. Tras dejar atrás los edificios en ruinas de las salinas y una pequeña ermita, la pista gana altura con decisión y enseguida llego a la ermita que había visto. Es grande, con lo que parece un corral adosado en la parte trasera, dándole un aspecto inusualmente alargado para este tipo de construcciones. En la parte delantera encuentro un cartel con una pequeña explicación que me aclara el buen estado de la pista: la fiesta patronal es el primer fin de semana de junio y es popular en toda la región, los fieles llegan de todos los pueblos de la zona y muchos suben hasta aquí en coche, sustituyendo a las antiguas caballerías para las cuales se abriría el camino original. También dice que los peregrinos llegan a pie, pero me gustaría saber cuántos quedan en estos tiempos de comodidades y poco esfuerzo.

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Hay dos ramales en la pista que sube hasta Javalambre, uno que sale poco antes del pueblo de Torrijas y gana altura rápido y otro más largo que viene de Manzanera. Yo tomo el primero para no tener que hacer los 15 kilómetros de más hasta allí, pero si se empieza esta ruta desde la autovía de Teruel quizá sea mejor optar por ese ramal.

El primer tramo está en excelente estado y permite un buen ritmo sobre la moto hasta unirse a la pista que sube de Manzanera. A partir de aquí se cierra más el bosque, la pista se torna más pedregosa y las curvas más cerradas hasta que ganamos altura y salimos a los páramos de la parte superior de la sierra de Javalambre, donde los abetos ceden su lugar a arbustos bajos de sabinas y boj. El paisaje es imponente y aquí la pista atraviesa suaves montes hasta llegar a los 2020 metros del pico. La ruta no presenta dificultad para la moto salvo algún tramo poco antes del pico donde el terreno es mas negro y se ha reblandecido por las recientes lluvias. Atravieso estas partes con redoblada prudencia, pues en algún momento noto que la moto hace ademán de perder adherencia delante y estoy completamente solo aquí arriba.

El pico es accesible con la moto y desde él se tienen unas magníficas vistas en todas direcciones si el tiempo acompaña, con los Montes Universales y la Sierra de Gúdar en la distancia y justo delante de mí la enorme antena de la estación de radar, que pintada de rojo y blanco recuerda al cohete con el que Tintín fue a la luna.

La bajada más directa desde aquí lleva por la pista de acceso a la estación de radar y luego directamente por una de las pistas de la estación de esquí de Javalambre, pero en lugar de ello tomo otra pista a la derecha desde el collado entre el radar y uno de los telesillas y rodeo la Cruz del Negro, la colina que me tapa la base de la estación de esquí por la derecha. Esto me permite disfrutar un poco más de la tierra antes de volver a pisar asfalto, pues este camino desemboca bien pasado el aparcamiento de las pistas.

En vez de bajar hasta Camarena de la Sierra por la ruta habitual, que es ir a buscar la carretera que sube desde la autovía de Teruel en el collado de El Gavilán, me desvío hacia el aparcamiento de la cota más baja de la estación, desde donde sale una estrechísima carretera, poco más que una pista asfaltada, que baja hasta el pueblo entre abetos.

El pueblo de Camarena se encuentra enclavado en la confluencia del torrente que viene del collado del Gavilán y el río Camarena, que nace a las faldas del pico que acabamos de dejar para luego descender hacia el río Turia tras dejar atrás el pueblo. Si el tiempo apremia, desde aquí la carretera que sigue el río desemboca en la nacional 330 a medio camino entre Ademuz y Teruel. Si, como yo, aún quedan ganas de buen paisaje y algo más de pistas, se puede tomar una minúscula carretera nada más salir del pueblo que escala por la ladera sur del valle del río y se pierde entre bosques hasta descender de nuevo en el valle paralelo y el pueblo de Riodeva, hoy famoso por ser el lugar donde se encontraron unos de los restos más importantes del complejo Dinópolis de Teruel. Esta carretera tiene ese tipo de asfalto que con el tiempo se descompone y se convierte en gravilla, cosa que me obliga a concentrarme para no pisar ni demasiado cerca de las cunetas ni en el centro, pues solo por donde pasan las ruedas de los coches está limpio el terreno.

Al llegar a Riodeva es conveniente seguir las indicaciones de Dinópolis a la izquierda para evitar meterse en el pueblo y perderse en sus laberínticas calles. Una vez en la parte baja, al lado del río, vuelvo a tener dos opciones: sigo la carretera valle abajo hasta la nacional 330, o tomo una pista que pasa casi por dentro de las minas al aire libre donde se encontró el dinosaurio y voy por tierra hasta una aldea llamada Mas del Olmo, desde donde se baja ya directamente al punto de inicio, Ademuz.

Como aún tengo rato opto por esta segunda opción, y tras negociar una subida algo complicada a través de una parte de la mina que parece ya cerrada, la pista vuelve a ser bastante buena hasta Mas del Olmo, un núcleo minúsculo que no es pueblo, sino que pertenece a Ademuz, que se encuentra a unos 12 kilómetros más abajo por una carretera endemoniadamente estrecha y revirada. Cansado ya al final de mi ruta, este tramo requiere toda la concentración que me queda, pues al estar cualificado de camino rural asfaltado y no de carretera tiene muchos tramos sin guardarraíles que dan directamente a una caída considerable, además de numerosas curvas completamente ciegas, y aquí hay más posibilidades de encontrar tráfico, pues si bien hemos llegado a Mas del Olmo por pista, la carretera sigue más allá hacia otros pueblos.

Al llegar al fondo del valle se encuentra otra aldea perteneciente a Ademuz, y desde allí la carretera sigue más o menos llana a la derecha del valle hasta llegar al lugar donde empecé nuestra ruta horas antes.

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Qué ver

Ademuz – Con algo más de 1.000 habitantes, es la capital de comarca, construido en la ladera de la montaña con un entramado de estrechas calles que confirma las influencias árabes a la que apunta su nombre. En lo alto de la montaña se encuentran las ruinas de un castillo, anteriormente fortaleza árabe llamada Al-Damus. Desde la entrada del pueblo llegando desde Teruel se puede tomar una pista que accede al Pico Castro, desde donde se pueden disfrutar unas vistas excelentes del pueblo y sus alrededores, incluyendo el río Turia. La ermita de Nuestra Señora de la Huerta, del siglo XIV, merece también una visita.

Arcos de las Salinas – La Ermita de San Salvador y las salinas hoy abandonadas. El acceso a estas últimas está cerrado a vehículos, pero a pesar del cartel que indica que es un terreno de propiedad privada, se puede acceder a ellas a pie.

Pico Javalambre – El pico más alto de la sierra de Javalambre, con 2.020 metros. En la vertiente noroeste encontramos la estación de esquí del mismo nombre, cuyas pistas están desiertas y son accesibles en moto en verano.

Riodeva – Minas a cielo abierto de sílices y caolines. Recientemente se descubrieron fósiles del dinosaurio más grande de Europa, que llevaron a la instalación de Titania, un museo perteneciente al parque temático Dinópolis de Teruel.

Dónde comer

Casa Domingo, el principal hotel en Ademuz, cuenta con bar y restaurante. En Casas Altas encontramos la Tasca Los Trillos, que ofrece unas excelentes tapas y en Ríodeva se puede degustar comida casera en el restaurante El Salón.

Ruta – On/Off: Cingles de Tavertet, Sau i Susqueda, Les Guilleries, Montseny (152km)

La ruta

Son las ocho menos diez en una gélida mañana de sábado cuando me reúno con mi compañero de ruta para hoy en una decrépita gasolinera de polígono industrial tristemente famosa por ser el lugar en el que terminó un secuestro de 492 días en 1994. No hay ni alma a la vista aparte de la silueta de mi amigo y de su Ténéré recortados contra la neblina matinal.

Estamos aún a unos 50km del punto de inicio de nuestra ruta, media hora de frío intenso y niebla densa que hace que la carretera parezca una escena sacada de Fargo.

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La ruta que hemos planeado para hoy empieza justo al dejar el eje que conecta Cervera y Girona, la C-25, por la salida 183. A pesar de tener puños calefactados en ambas motos tenemos las puntas de los dedos congeladas al dejar la autovía, los cubrepuños hacen bien su función de proteger las manetas de freno y embrague en caso de caída, no tanto la de protección aerodinámica de nuestras manos.

Ya en la carretera C-153, cruzamos Roda de Ter mientras el sol lucha por atravesar la bruma y hace difícil conseguir fotos decentes del viejo puente romano que salva el río Ter. Unos pocos kilómetros más adelante la carretera empieza a ascender por las colinas a través de campos de pasto, un recorrido mucho más interesante tras el tramo relativamente largo de autovía para llegar aquí, pero nos lo tenemos que tomar con relativa calma pues el asfalto está mojado y patina.

En el cercano pueblo de l’Esquirol giramos a la derecha dejando la carretera principal y enfilamos por una de mis carreteras favoritas: la BV-5207 que sube a Tavertet. A pesar de que la carretera termina allí, cuando hace bueno la llenan bastantes turistas que suben por ella hasta el pintoresco pueblo situado en lo alto de los acantilados que dan al valle del río Ter y la sierra de Les Guilleries, pero hoy la carretera es nuestra. Son las nieve y media, hemos ganado suficiente altura para dejar atrás la niebla matinal y el sol brilla intensamente sobre el espectacular paisaje.

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Unas curvas antes de Tavertet paramos en un mirador que da a un valle donde está teniendo lugar una batida de caza de jabalíes y nos encontramos a un hombre mayor siguiéndola con su walkie-talkie.

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Nos cuenta que cada año hay más y se organizan estas batidas para mantener la población bajo control. Sus rodillas ya no le permiten unirse a ella como hacía cuando era más joven, pero aún disfruta siguiendo el desarrollo desde allí. Señala un punto naranja en el denso bosque por debajo nuestro: un cazador con un chaleco de seguridad, y unos segundos después oímos unos disparos que resuenan contra las paredes de los acantilados y parecen cien escopetas disparadas al unísono.

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A entrada de Tavertet encontramos una barrera que bloquea parcialmente la carretera. Está ahí para evitar que los muchos turistas que conducen hasta aquí para disfrutar de una comida en alguno de los restaurantes aparquen dentro del minúsculo pueblo, se puede pasar sin problemas y atravesar el pueblo hasta el extremo este, desde donde una pista cementada asciende por el borde de los riscos hasta un llano desde el que se divisan los Pirineos en la distancia. Las visas desde aquí arriba son magníficas, en unos pocos metros de carretera uno puede disfrutar de una panorámica de casi 360º de las principales montañas y cordilleras catalanas: Pedraforca, Guilleries, Montseny, Pirienos…

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Desde allí la pista desciende a través de un bosque de hayas con el suelo cubierto de una alfombra de hojas de color marrón rojizo y termina de nuevo en la C-153 en dirección a nuestra siguiente parada: Rupit.

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Hay una pista que lleva de Rupit al pantano de Sau resiguiendo el pie de las paredes de Tavertet. He pasado por allí dos veces en mi vida: una en bicicleta cuando tenía doce años y otra en un Fiat Punto cuando estaba en la universidad con la que era entonces mi novia. Recordaba una pista en relativo buen estado, y para mi sorpresa descubrimos que la han cementado. Es un recorrido muy agradable entre bosque y pastos con vistas a los riscos sobre los cuales estábamos hace apenas una hora.

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Al llegar al fondo nos desviamos de la ruta principal para acercarnos a la orilla del pantano y desayunar frente al campanario de la iglesia del pueblo de Sau, que es lo único que queda visible tras la construcción de la presa. Con el vientre lleno pero las manos aún muy frías, hacemos los pocos kilómetros que nos separan de la pared de la presa para explorar la única parte de la ruta que aun me resultaba completamente desconocida.

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Mirando mapas e imágenes de satélite, parecía que había una carretera a lo largo de la orilla sur del pantano de Susqueda que lleva hasta su pared y luego hasta la C-63, pero no estaba seguro de que se pudiera pasar. Podría ser una vía de servicio de la presa o una pista forestal en mal estado y no me apetece especialmente meterme en terreno complicado pues mi moto lleva neumáticos de carretera (y encima gastados). Cruzamos la presa hacia donde parece que se desvía una carretera, pero está cortada y parece que lleva años así. Desprendimientos de rocas y tierra. Volvemos a cruzar a la orilla norte y desde allí bajamos por otra carretera que parece llevar a la central eléctrica al pie de la presa. Efectivamente, termina en una valla, pero a la subida descubrimos una pista de tierra que parece seguir bajando. Tiene una pendiente pronunciada, al menos los primeros metros, pero veo marcas de neumáticos de turismo y pensamos “no puede ser demasiado complicada”, y nos aventuramos.

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La pista está en buen estado y un puente al fondo de la garganta nos lleva de nuevo a la orilla sur de rio. Desde allí seguimos una estrecha pista que pone mi pobre moto a prueba. Piedras, arena, barro y hojas me dejan muy claro que neumáticos de carretera, poco recorrido de suspensión y muelles duros no son la mejor combinación aquí. ¡Cómo echo de menos la Super Ténéré!

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Una hora más tarde la presa de Susqueda aparace ante nuestros ojos tras la ultima curva. Estamos sudados y me duelen las muñecas y la espalda de la postura forzada sobre los resposapiés, pero también visto una sonrisa de oreja a oreja. Lo hemos conseguido.

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Una buena carretera lleva hasta la C-63, que tomamos durante un tramo hasta llegar Anglès y girar por la GI-542 para la parte final de la ruta. Esta carretera sube por las montañas de Les Guilleries atravesando el pueblo de Osor y llega a Sant Hilari de Sacalm, famosos por las numerosas fuentes que producen gran parte del agua embotellada que se vende en el país. Desde allí vamos a tomar una carretera más estrecha hacia las montañas del Montseny. Esta resulta un poco más complicada de encontrar, pues no está indicada, pero al cabo de un rato descubrimos que era tan sencillo como seguir los indicadores hacia la planta embotelladora de Fontvella, la principal en la zona, desde donde sale la carretera. Ya ha pasado el mediodía, y el asfalto está completamente seco, así que podemos ir a buen ritmo y disfrutar de una carretera fantástica: asfalto en perfecto estado, nada de tráfico, vistas excelentes.

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Poco después cruzamos de nuevo la C-25 y tomamos la GI-543 y BV-5303 resiguiendo el límite norte del parque natural del Monseny hasta terminar nuestra ruta en la C-17 en dirección a Barcelona.

Mapa

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Qué ver

Roda de Ter – El puente viejo: data de la época romana, era parte de la Strata Franciscana que llevaba hasta Francia.

Tavertet – Un grupo minúsculo de pintorescas casa de piedra construidas al borde de las paredes que llevan el mismo nombre. Vale la pena una visita y un paseo por los alrededores con vistas imponentes de toda la región a tus pies.

Rupit – Un pueblo del siglo XII con estrechas calles adoquinadas, un puente colgante de madera y los restos de un castillo medieval

Pantà de Sau – La punta de la torre del campanario es todo lo que queda visible del pueblo de Sant Romà de Sau, que quedó sumergido tras las construcción de la presa en 1962. Cuando el nivel del agua baja lo suficiente en los veranos más secos la iglesia emerge y es posible acceder a ella a pie desde la orilla.

Dónde comer

Al llegar a Seva, casi al final de la ruta, nos podemos desviar siete kilómetros por la BV-5301 hasta el núcleo de El Brull, donde encontramos dos restaurantes excelentes que sirven comida casera tradicional catalana: Can Pasqual y Castell del Brull.