Milagro en Sofía

Día 25 – Lunes 22 de agosto – De Sofía a Idilevo (273km)

Mientras preparaba este viaje vi un hilo sobre Bulgaria en el HUBB y pregunté por sitios a que ver, ya que era el país sobre el que había buscado menos información. Alguien mencionó el Motocamp de Doug allí, que sonaba a algo parecido al Biker Camp en el que estuve cuando fui a Budapest. Disfruté mucho de aquella experiencia, así que tenía muchas ganas de ir hacia las montañas del centro del país y ver de qué iba el tema.

Se supone que el Motocamp debería haber sido el tema principal del día, al fin y al cabo resultó ser un sitio maravilloso, si no fuera porque algo distinto y completamente inesperado ocurrió por la mañana, mucho antes de que me pusiera en camino.

De hecho, la historia comienza la noche anterior. Estaba publicando los artículos del blog y las fotos en Facebook cuando vi que tenía una solicitud de amistad de alguien llamado Julian que vivía en Sofía. Que yo recordara, no habíamos conocido a nadie en los últimos días, así que no le presté atención y seguí escribiendo.

A la mañana siguiente, cuando agarré el teléfono de la mesilla de noche para detener la alarma del despertador, vi una notificación de una de esas aplicaciones que vienen con el móvil y que no se pueden eliminar a pesar de que nadie las usa. Iba a ignorarla, pero entonces vi que era de la misma persona que me había enviado la solicitud de amistad en Facebook y me pudo la curiosidad por ver quién insistía tanto en contactarme. Abrí el mensaje y leí: ‘Hola, creo que he encontrado tu cámara, estoy intentando contactarte a través de tu cuenta de Facebook’.

No me lo podía creer. Medio dormido aún, tuve que leer el mensaje dos veces más antes de responder a toda prisa. Me preguntó si aún estaba en Bulgaria, y cuando le dije que estaba en Sofía, no en Bansko, contestó que él también estaba en la capital. Me envió una dirección y vi que estaba al sur del centro, así que le dije que podía estar allí en una hora. Aun estaba en calzoncillos y tan anonadado que ni se me pasó por la cabeza cómo podía haber dado conmigo. Me vestí, bajé a la cafetería a hacer un desayuno exprés, cargué la moto, hice el check out y seguí las indicaciones del GPS hasta su dirección. No fue hasta que estaba ya en la moto rodeado del tráfico de hora punta de un lunes por la mañana cuando me planteé la pregunta: no había ningún tipo de detalles de contacto en la propia cámara, y en las fotos y vídeos que contenía no se mencionaba mi nombre en ningún momento. ¿Quizá la matrícula de la moto? ¿Pero cómo puede alguien el Bulgaria conseguir mi nombre usando la matrícula de un vehículo extranjero? Estaba intrigadísimo.

Cuando llegué al punto de encuentro ya me estaba esperando y, efectivamente, tenía mi cámara. Estaba tan contento de haber recuperado las fotos y los vídeos que me lancé de inmediato a una retahíla de profundo agradecimiento, y una vez más, tardé en caer en hacerle la pregunta del millón: ¿Cómo me había encontrado?

20160822024914Mediante una increíble sucesión de golpes de suerte y a base de puro talento de detective, así fue cómo. Me contó que había pensado en dejar la cámara en el refugio Vihren, pero luego cayó en que quién fuera que la había perdido quizá ya no estaba en la zona, así que dejó su número de contacto con una nota y se llevó la cámara con él a Sofía. Una vez allí miró las fotos para ver si había algo que le pudiera ayudar a identificar al propietario. Examinándolas, vio que yo llevaba un pin en mi chaqueta de moto que decía ‘Rider1000’ y pensó que quizá era algún tipo de club, así que lo buscó en Google y encontró la web. Como puede que sepáis si seguís este blog, la Rider1000 es un reto que consiste en hacer 1000km en un día alrededor de Catalunya, y casualidad de casualidades, la lista de los participantes de la última edición aún está colgada en su web.

‘Un momento’ puede que penséis. ‘No sabía tu nombre, así que ¿cómo te encontró en la lista?’ Buena pregunta. También había visto mi moto en las fotos, y la reconoció como la nueva Africa Twin. En la lista de participantes de la Rider1000 se publica el nombre completo del motero y la marca y modelo de la moto, pero no la matrícula ni ninguna otra información, así que tuve mucha suerte no solo de que quien encontró mi cámara entendiera lo suficiente de motos como para identificar marca y modelo de la mía, sino de tener esa moto en particular. Imaginad, había 850 personas en esa lista, y solo dos se habían apuntado con la nueva Africa Twin. ¡Gracias a Dios que no tengo una GS!

a383a578De modo que ahora nuestro hombre tenía dos nombres, y en la misma web se pueden ver las fotos que se hacen de cada participante antes de tomar la salida, frente a un tablero de patrocinadores. Buscó los dos nombres y me identificó a mí comparando las fotos con las de la GoPro. Voilà, ya tenía mi nombre completo. Tras eso, le bastó con buscarme en Facebook para contactarme.

Tenía que irse, así que no tuvimos tiempo de hablar mucho más, pero está claro que me devolvió la fe en la especie humana durante una buena temporada.

Pero las aventuras de tener una Africa Twin no terminan ahí… Después de que se fuera me quedé donde nos habíamos encontrado para mandarle un mensaje a Nat, que se alegró sobremanera al recibir las noticias y no terminaba de creérselo, sobretodo al recibir una historia semejante en versión condensada a través de WhatsApp. Estaba yo sentado en la moto, en la cuneta de una gran avenida, con los warnings puestos, trasteando con el móvil, cuando un chico en un escúter se paró a mi lado y me preguntó si necesitaba ayuda. Resulta que él también tenía una AT nueva, empezamos a hablar y me dijo que vivía justo a la vuelta de la esquina, y me llevó al garaje a enseñármela. En lo que debía ser ya la enésima coincidencia de la mañana, cuando mencioné que iba hacia el Motocamp en Idilevo me dijo que acababa de estar allí el día anterior, que era amigo de la gente que lo llevaba y sacó un mapa para recomendarme las mejores carreteras para llegar hasta allí evitando las vías principales. Increíble. Y aun no eran ni las 11 de la mañana.

20160822032326Tras darnos los contactos, salí de Sofía siguiendo las indicaciones de Nikolay y disfruté de lo lindo por las carreteras perdidas de las montañas del parque nacional de los Balcanes Centrales, atravesando pueblecitos, bosques… completamente solo, sin tráfico que me molestara.

20160822060324Vi una estación de pesaje abandonada al lado de la carretera y, a su lado, un par de mesas, una barbacoa y un pequeño altar con una fuente, todo ello junto al río, y pensé que era un buen lugar para parar a comer. Cuando aparqué la moto sobre la plataforma de la báscula vi a través de los cristales rotos que la báscula seguía allí, a diferencia de lo que ocurre con estos aparatos una vez caen en desuso, y que la puerta estaba abierta.

20160822060109Atraído por la curiosidad, di la vuelta y entré en el edificio. Había un pequeño baño, una habitación con un sofá y una cama y los restas de una cocina y una sala más grande con un escritorio y la báscula, que se veía en buen estado y parecía funcionar. Jugueteé un poco con ella para ver cuánto pesaba mi moto con todo el equipaje y el depósito casi lleno. La báscula era muy precisa, se podía ajustar hasta unidades de kilo, y después de trastear con ella un rato me dio una lectura de un poco por encima de 280kg. Mmm…

A primera hora de la tarde llegué al pueblo de Idilevo. A unos pocos km de la carretera principal, era un pueblecito minúsculo, casi salí por el otro lado antes de darme cuenta de que había llegado, y justo antes del final vi una vieja moto pintada con la Union Jackm y frente a ella, del otro lado de la calle, una valla con un cartel de madera tallada que decía ‘Doug Motocamp’.

P1280484Paré frente a la valla y Polly salió a recibirme. Era la única que había de los tres que llevan el sitio, los otros dos, Doug e Ivo, estaban de viaje. Me enseñó el lugar, había cuatro habitaciones para huéspedes (Yamaha, Honda, BMW y Harley), me tocó la Yamaha, la Honda ya estaba ocupada. Había también una sala/bar en un pajar, una zona de barbacoa y un taller con herramientas y espacio para guardar motos.

20160823032938Me di una ducha y me senté en una de las mesas a lado de la barbacoa a escribir un rato cuando empezó a llegar más gente. Había una barbacoa esa noche y Polly me había invitado a unirme a ellos. Antes de que me diese cuenta, había mucha más gente de la que podía entrar en las cuatro habitaciones, y la cerveza de la nevera self-service no me ayudó a recordar todos los nombres que me dieron en cuestión de minutos.

20160823042113Hablando con varias personas me di cuenta de que la mayoría no eran huéspedes, sino viajeros cuyos caminos les habían llevado a este minúsculo pueblo en medio de Bulgaria algún momento de sus vidas y se habían dado cuenta de que era la base de operaciones perfecta tanto para explorar esta parte del mundo (Grecia, Turquía, Macedonia, Albania, Kosovo, Montenegro, Rumanía, etc. quedan todos muy cerca) como para punto de partida de viajes más largos hacia el este.

Algunos de ellos habían dejado una moto aquí y volaban desde Alemania o el Reino Unido (donde vivía la mayoría de ellos) para pasar el verano aquí en moto en vez de invertir una semana en llegar y otra en volver, otros habían incluso comprado una casa en el pueblo y la estaban arreglando, ya que tanto el precio de las propiedades como la mano de obra eran increíblemente bajos.

La tarde pasó a ser noche y nos dedicamos a comer carne, beber cerveza y compartir incontables historias sobre motos y viajes. Esto era un pequeño paraíso, un Shangri-La donde todos los moteros que vagan por el mundo pueden encontrar un momento de descanso, comodidad y la compañía de aquellos que como ellos, piensan en la aventura

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