Kayak en el cañón Matka

Día 18 – Lunes 15 de agosto – Skopje al cañón de Matka y vuelta (37km)

Los efectos de la inundaciones en el centro de la ciudad apenas eran visibles aparte de en los bordes del río, donde se podían ver desechos y ramas. Aparte de la ciudad en sí, el otro motivo de nuestra visita a Skopje era el cañón de Matka, que queríamos explorar en kayak.

Me temía que fuera peligroso por culpa de las inundaciones, pero resultó que hay una presa que forma el lago Matka y regula el caudal del agua, además del hecho que las inundaciones habían afectado la zona norte de la ciuadad y el cañón está al suroeste, así que Goran nos aseguró que no había ningún problema. También nos descubrió algo que desconocíamos: en el lago se encuentran las cuevas de Vrelo, unas cuevas bastante grandes con interesantes formaciones de estalactitas y estalagmitas y dos lagos en su interior. También nos dio indicaciones para llegar a la boca del cañón, que está a tan solo 18km de la ciudad.

Al poco de salir del hostel me acordé de las indicaciones de Goran (‘recto, imposible perderse, imposible perderse’) mientras el GPS nos llevaba a través de una estrecha carretera que cruzaba un barrio a las afueras de Skopje donde vimos exactamente ningún indicador que apuntara al cañón. El única que encontramos fue ya al llegar, así que una vez más me alegré enormemente de tener el GPS.

La carretera terminaba en un pequeño aparcamiento donde no parecía haber ningún sitio que alquilara kayaks (ni lago), pero se veía una carretera más estrecha que salía de la esquina opuesta, así que por ahí nos metimos con la moto. Se volvía mucho más estrecha unos metros más arriba, y nos dimos cuenta de que era un camino para peatones, así que aparqué la moto en un rincón donde se ensanchaba y Nat se avanzó a preguntar por el lago y los kayaks.

DCIM123GOPROResultó que la presa estaba justo a la vuelta de la esquina, y el sitio de los kayaks unos cinco minutos más lejos. Mientras nos cambiábamos la ropa de moto, un guarda de seguridad, sin duda de la presa, pasó por allí y le pregunté si había problema para dejar la moto allí. Levantó un pulgar y señaló a una cámara de seguridad que yo no había visto antes.

20160815045039Tras un corto paseo llegamos a un sitio donde las paredes del cañón se abrían un poco y había un restaurante y un pequeña caseta de madera con unas escaleras que bajaban a un embarcadero donde había tres barcos y varios kayaks de plástico amarrados. Nos dijeron que un par de horas era suficiente para llegar a las cuevas, visitarlas y volver en kayak, y que también ofrecían viajes en barco. Viendo que el kayak era muy poco más caro y duraba mucho más, además de darnos más libertad, alquilamos uno.

20160815063542Esta era la tercera vez que Nat y yo usábamos un kayak, y me alegra decir que tras ser capaces de ir de compras a IKEA sin discutirnos, remar un kayak en línea recta sin soltarse improperios es una clara señal de que nuestra relación es sólida.

20160815063415El trayecto por el lago hasta las cuevas nos brindó unas vistas excelentes, y llegamos a destino antes de lo que esperábamos. Tras unas maniobras un tanto amateurs, amarré el kayak a las escaleras que subían a las cuevas y desembarcamos justo cuando llegaba otro barco con un pequeño grupo de turistas.

20160815054801La coincidencia no podía ser más oportuna, pues no teníamos linternas y nos habían dicho en la caseta de los kayaks que las cuevas estaban iluminadas pero el generador lo ponían en marcha los guías que llegaban en barco con grupos. Nos unimos a los que acababan de llegar y aprovechamos la luz y la explicación.

20160815060331Las cuevas eran fascinantes, y parece que hay mucho más debajo del agua, al menos otras tres cuevas según nos dijeron. No se ha explorado todo aun, y se dice que pueden ser las cuevas submarinas más profundas del mundo. No puedo imaginar la sensación de claustrofobia que se debe experimentar en esas situaciones, nadando hacia adelante por huecos estrechísimos sabiendo que no hay superficie a la que salir si algo falla.

Nos tomamos el trayecto de vuelta con mucha más calma sabiendo que teníamos tiempo de sobra, y cuando llegamos a la caseta nos dijeron que el corto trayecto para cruzar el cañón hasta la otra orilla, desde donde un sendero salía montaña arriba hacia una iglesia, era gratuito para los clientes que habían alquilado un kayak, así que aprovechamos para ir a visitar la iglesia. Cuando nos bajamos tras el corto viaje, el chico nos advirtió sobre el calor a esas horas y nos enseñó una placa de hierro y un martillo colgando de un árbol y nos dijo que lo usáramos para llamar el barco de vuelta.

20160815073915Me considero un buen montañero, pero casi me muero en la subida hasta la iglesia con aquel calor… al menos la visita valía la pena, la iglesia estaba en una pequeña esplanada en un collado donde también había una fuente e instalaciones de picnic y acampada para la gente que hacía el camino de 16km que llega al cañón desde Skopje, al otro lado de la montaña.

20160815073517De vuelta paré a recoger mis calzoncillos, que se habían mojado en el kayak y que había dejado tendidos al sol en la subida, y cuando llegamos a la orilla usamos el intercomunicador para llamar el barco.

El GPS nos llevó por un camino mucho más directo a la vuelta, que imagino que era el que Goran me había querido explicar el día anterior, y volvimos al mismo restaurante para una comida muy tardía, ya que tanto los platos como el servicio había sido excelentes el día anterior. Allí estuvimos charlando mucho rato con Ace, nuestro camarero, que nos contó, entre muchas otras cosas, que había estado trabajando de voluntario para ayudar en las inundaciones y se quejó de que la ayuda se estaba repartiendo de forma desigual según a qué partido estuvieran afiliados los afectados. Si visitáis Skopje, os recomiendo el restaurante, Etno Bar Grill, a la orilla del río en el centro.

¿Skopje o no Skopje?

Día 17 – Domingo 14 de agosto – de Prizren a Skopje (104km)

Hacía una semana, mientras estábamos en Dubrovnik, nos llegaron las noticias de que unas inundaciones relámpago habían afectado Skopje, dejando al menos una docena de muertos y más de 60 heridos tras de sí y dañando las carreteras en la capital y sus alrededores, y que el gobierno tenía la intención de decretar el estado de emergencia.

Después de aquello las principales fuentes de noticias internacionales se olvidaron del problema y a nosotros nos llegó el momento de tomar una decisión sobre si ir hacia allí y pasar dos días, tal y como teníamos planeado, o saltarnos Macedonia y pasar a Bulgaria. Teníamos una reserva en un hostel en Skopje, así que escribimos a nuestro anfitrión y le preguntamos por la situación, y nos respondió al momento asegurándonos que no había problema ni en la ciudad ni en los alrededores.

20160814050122En vez de dejar Prinzen por la carretera principal hacia Pristina y luego girar hacia el sur camino a Skopje, tomamos la R115, una carretera regional que sigue un cañón nada más salir de la ciudad, justo debajo de la fortaleza desde la cual habíamos visto la puesta de sol y luego ascendía a más de 1000m a través del parque natural de Malet e Sharrit.

En el otro lado del parque tomamos la carretera que va de Pristina a la frontera, donde encontramos mucho tráfico y una cola interminable en la frontera.

20160814062021Después de cruzarla el trayecto hasta la capital fue rápido y sin incidentes, pero mi primera impresión de Macedonia fue la peor hasta el momento estas vacaciones; tras todo lo que habíamos visto el paisaje era anónimo, requemado por el sol, con fábricas y naves industriales desperdigadas aquí y allí. Al menos el tráfico no era denso y curiosamente entramos a la ciudad y llegamos hasta el hostel casi sin parar. No está mal para la primera capital que visitamos.

Mi primera mala impresión se desvaneció por completo en el momento en que entramos en el hostel y conocimos a nuestro anfitrión, Goran. Me dejó aparcar la moto dentro del jardín de la casa, nos ofreció una habitación mucho mejor que la que habíamos reservado (que era la más barata, viajamos con un presupuesto ajustado) sin cobrarnos de más y nos dio una explicación completísima de todo lo que había que ver en la ciudad y sus alrededores, con recomendaciones de los mejores bares y restaurantes incluidas. Habiendo absorbido toda esa información y tras una ducha y algo de comer, nos fuimos a ver la ciudad.

Skopje resultó ser mucho más interesante de lo que me esperaba: me dio la sensación de ser una ciudad en estado de flujo, ocupada en transformarse a si misma rápidamente, y que parecía tener un poco de otras ciudades mezclado en un solo lugar.

20160814112842Caminando del hostel al centro vi Varsovia como imagino que debía ser hace unos años, con grandes edificios grises reliquia del comunismo y hoy vacíos, esperando a ser remodelados o destruidos, la mitad del edificio que alojaba la estación principal ya derribado y la otra mitad convertido en el museo de la ciudad, y el antiguo patio de vías, desnudo de raíles, a la espera de su uso futuro.

20160814110335Vi Berlín en el frenético ritmo de construcción en el centro, en los edificios modernos creando centros alternativos. Vi un guiño a Praga en las muchas estatuas que adornaban los dos nuevos puentes peatonales y las orillas del río en un homenaje a las figuras más prominentes de las artes, cultura, educación, política y religión de Macedonia.

20160814120404Vi Sarajevo en el casco antiguo, caminando por sus calles adoquinadas llenas de pequeños comercios con fachada de madera y cristal, hombre tomando té en pequeños cafés y la visión fugaz de una mezquita entre tejados viejos.

20160814123619Vi hasta una pincelada de Londres en los autobuses rojos de dos pisos que dan servicio a la ciudad.

20160814110347Absorbimos todo eso, no sabíamos nada en absoluto de la ciudad y cuando llegamos aquí no teníamos expectativas ni nociones previas, de modo que éramos un lienzo en blanco donde la ciudad podía pintarse a si misma en su forma más pura. Contemplamos otra puesta de sol desde otra vieja fortaleza y luego disfrutamos de una cena de comida tradicional macedonia en un restaurante recomendado por Goran.

20160814131208Siempre digo que cada capital tiene una personalidad única y muy poderosa, y esta no era la excepción. Paseamos con calma de vuelta al hostel, felices de no habernos saltado la ciudad.

20160814155203

Un viejo ferry y un país joven

Día 16 – Sábado 13 de agosto – De Shkodër a Prizren (140km)

El lago de Koman no es un lago natural sino una pantano con por lo menos dos paredes y centrales hidroeléctricas. Tras su construcción un enorme valle quedó inundado y se estableció un servicio de ferry para los pueblos de la zona. Es importante poner esto en perspectiva: estamos hablando de Albania, de modo que cuando digo ‘pueblos’ digo una o dos casas como mucho, y el ferry era una experiencia de verla para creerla.

20160813035453Habíamos visto que solo había un ferry por día hasta Fierzë, que salía a las 9:00, y llegamos a Koman con 20 minutos de margen. La carretera hasta allí era del estilo de la del parque natural el día anterior, pero al menos esta vez no se convirtió en una pista sin avisar, aunque en algunos tramos estaba en tan mal estado que lo parecía. Al pie de la presa de Koman se metía en un túnel excavado en la roca que según el mapa daba al pantano y al embarcadero del ferry. Justo antes del final del túnel vimos coches parados y una furgoneta que estaba bloqueando la salida al embarcadero y parecía estar descargando pasajeros, así que paramos a esperar que terminase.

Antes de que tuviera tiempo de ira a echar un vistazo fuera del túnel un chico que parecía trabajar para el ferry se nos acercó y nos preguntó si teníamos una reserva para el trayecto. Ehhh… no, no sabíamos que se podía o se tenía que reservar con antelación, pero viendo que en los aproximadamente cinco minutos que llevábamos allí seis o siete coches más habían llegado y aparcado detrás nuestro en el túnel, empecé a preocuparme por el tema.

DCIM123GOPRO‘No problem, no problem, I find you place, I call you’ dijo, y se fue por donde había venido. La furgoneta había terminado de decargar gente pero seguía parada en el mismo sitio, así que decidí ir al embarcadero a ver cómo estaba el tema.

DCIM123GOPROSalí del túnel y me encontré en medio del caos más absoluto. El embarcadero era minúsculo y había mas de una docena de coches y furgonetas con familias enteras y hasta animales aparcados sin orden alguno, apuntando en todas direcciones y ocupando cada centímetro de espacio disponible, era como un juego de Tetris que había terminado muy, muy mal. En el agua había un ferry de pasajero y dos de coches, aún medio llenos de vehículos que querían desembarcar pero no podían porque no había espacio para salir, y yo de pie en medio de todo esto contemplando la escena con la ropa de moto y comiendo un plátano que acabábamos de comprar a un vendedor ambulante a precio de oro. Mi aspecto no podía estar más fuera de lugar.

En lo que solo puedo describir como una combinación alucinante de unos de esos rompecabezas de fichas deslizables que tienen siempre un solo hueco pero a tamaño real y unos dotes logísticos incomparables, los trabajadores del ferry, moviendo un coche a la vez en huecos que parecían crear de la nada, consiguieron descargar los coches de ferry y hacerlos pasar por el túnel, algunos marcha atrás, cosa que tiene mérito considerando que el túnel era largo, en bajada y con curvas, y empezaron a embarcar los coches que estaban esperando.

El embarcadero era muy básico, la rampa del ferry muy estrecha y había un hueco considerable entre ambos que algunos hombres intentaban cubrir con un cabo de amarre viejo. Los coches encajaban parachoques contra parachoques, y el personal llegó incluso a levantar un VW de la parte trasera para para acercarlo más a la barandilla y hacer espacio para el último coche, que quedó de lado y con una rueda en la rampa.

La mayoría del pasaje eran de la zona y parecían acostumbrados al proceso, pero este último coche pertenecía a una pareja de suizos de cierta edad que casi sufren un infarto intentando subirlo abordo.

Una vez completada la operación el chico de antes vino a buscarme corriendo y me dijo que había un hueco para la moto. Miré y solo quedaba un rincón al lado de la rampa. El anciano motor diésel del ferry ya empezaba a toser, y me apremió a que fuese a por la moto. El corredor había desaparecido, el espacio que habían hecho para descargar los coches ya había sido ocupado por más coches que no paraban de llegar, y tuve que pasar entre parachoques y retrovisores, bajar tras un utilitario, rodearlo y subir por delante suyo, pasar por encima de un amarre con la rueda patinando y cinco tíos aguantando la moto, bajar por la rampa resbaladiza y encajar la moto de lado en la cubierta de madera entre el poste que aguantaba los cables que izaban la rampa y el VW. La cubierta no era plana, así que no había manera de dejar la moto con la pata de cabra sin que se cayera encima del VW, y no había sitio ya para tirar de ella hacia atrás y ponerla sobre el caballete central. El chico que me estaba ayudando a aguantarla de pie me indicó que la atara al poste de la rampa, pero no me dio ningún cabo. El ferry ya estaba empezando a maniobrar y alejarse del embarcadero, así que me quedé solo deshaciendo una de las cintas que aguantaba el petate en la parrilla trasera y atando la moto al poste mientras hacía fuerza contra ella con el cuerpo para mantenerla de pie y evitar que me aplastara contra el VW.

Con la moto aparentemente segura pero demasiado cerca del borde de la cubierta para mi tranquilidad, subí a la cubierta superior a intentar disfrutar el viaje. Lleno hasta el límite de su capacidad, el ferry empezó a deslizarse laboriosamente por las aguas del lago contra el fuerte viento de la mañana, con la línea de flotación inquietantemente cerca del borde de la cubierta. No había salvavidas ni flotadores, y el barco parecía estar construido con cachos de chatarra y piezas de camiones viejos. Toda una experiencia.

El puerto en Fierzë, al que llegamos tras más de tres horas de un trayecto que poco tenía que envidiar a un crucero por los fiordos noruegos, tenía mucho más espacio, pero para ser honestos no podía considerarse un puerto. El ferry simplemente llegaba, se acercaba lo máximo posible a la orilla y bajaba la rampa sobre una subida de gravilla y piedras.

20160813065815Los coches salieron como podían, con las ruedas patinando y los del ferry empujando, y luego le tocó el turno a la moto, que salió empujando marcha atrás orilla arriba.

Aliviados de haber llegado a destino de una pieza, salimos del puerto y paramos en el primer restaurante que encontramos, donde un camarero muy amable nos ofreció medio kilo de pescado fresco del lago. Un merecido banquete para celebrar la experiencia.

20160813085731Del puerto a la frontera la carretera era excelente, y llegamos al siguiente país en un momento.

Hace unos cuantos posts dije que siempre hay que prestar atención a los consejos de la gente del lugar cuando se viaja. A menos que, por lo que parece, dicha gente haya dejado el país en busca de una vida mejor. Un muy buen amigo mío trabaja para la UE en Bruselas y cuando le hablamos de nuestra intención de viajar a Kosovo tuvo el detalle de pedir información sobre el país a una colega suya que es de allí. Le dijo que solo había ‘pobreza, miseria y nada que ver’.

Bien, me alegro de poder decir que, al menos en la parte sur del país, el paisaje era precioso, lo pasé en grande en el trayecto desde la frontera en las montañas hasta Prizren, donde íbamos a pasar la noche, y la ciudad en sí fue una agradable sorpresa, con el casco antiguo lleno de vida y bares y restaurantes con terrazas y un sorprendente parecido a Sarajevo.

20160813121155Subimos hasta la fortaleza, desde donde contemplamos una preciosa puesta de sol con música en directo de un grupo que estaba dando un concierto allí, y cenamos en uno de los restaurantes del casco antiguo antes de volver al hostel, donde nos habían proporcionado espacio en un aparcamiento con videovigiliancia gratis.

20160813133150

Off the road again

Día 15 – Viernes 12 de agosto – De Theth a Shkodër (73km)

El único plan del día era subir por la pista, salir del valle y volver a Shkodër a pasar la noche antes de dirigirnos al lago Koman al día siguiente, así que por primera vez desde hacía tiempo no hacía falta madrugar. Eso no significa, sin embargo, que pudiéramos dormir hasta que nos diese la gana; estábamos en la misma zona horaria que en casa pero mucho más al este, de modo que el sol ya estaba alto y brillante a las 6:00, y nuestra habitación no tenía persiana ni porticones, ni siquiera tenía una ventana que cerrase como es debido, por lo que había pasado la noche debajo de una manta y un nórdico.

Sin otra alternativa que empezar el día temprano, nos tomamos el desayuno con calma y disfrutamos de una cantidad y calidad equiparables a la comida de día anterior, y nos esperamos a que el sol secara un poco la pista. Charlamos con los italianos, que nos contaron que, efectivamente, lo habían pasado fatal para bajar por la pista el día anterior y que también se iban hoy.

2016081202531320160812032308Con la moto cargada, y tras despedirnos de nuestros anfitriones nos pusimos en camino, listos para enfrentarnos a la pista. Me alegro mucho de decir que si estáis esperando una historia emocionante en la que tenemos que empujar la moto a través del barro, recogerla del suelo repetidas veces y, en general lo pasamos fatal, os vais a llevar una decepción. A pesar del barro en algunos puntos, algunos charcos y 4x4s que aparecían demasiado rápido en las curvas, lo pasamos bastante bien durante la subida. De hecho me divertí bastante, y la moto se portó como una campeona, tragándose piedras, baches, grava, barro y charcos sin inmutarse. Hasta tuvimos tiempo de ir parando para contemplar las preciosas vistas del valle.

201608120520172016081205474420160812060631De vuelta en Shkodër volvimos al mismo hotel donde habíamos estado dos días antes, salimos a tomar unas cervezas por el centro y nos retiramos temprano; al día siguiente nos levantábamos a las 6:00 para llegar a tiempo de coger el ferry que cruza el lago Koman.

20160812122916

Los Alpes Albaneses

Día 14 – Jueves 11 de agosto – de Shkoëder a Theth (72,3km)

El plan del día era ir hacia el norte a Theth, una población en uno de los parques naturales más grandes del país, visitar la zona, quizá hacer alguna excursión y pasar la noche allí. Solo estaba a 70km y según el mapa la carretera debería ser buena; estaba marcada como carretera principal y llevaba al parque natural más importante del norte del país, al fin y al cabo.

Salimos de Shkodër a las 8:00 por la carretera que lleva a Podgorica y unos kilómetros después de dejar la ciudad giramos hacia el norte tras ver una señal que indicaba el parque. La carretera principal se volvió inmediatamente como la que habíamos encontrado en el lago en Montenegro: muy estrecha e irregular, pero al menos no había socavones y había gasolinera en casi todos los pueblos que atravesamos.

20160811034626Ante nosotros se elevaban grandes montañas recortadas contra el cielo de la mañana, dejando claro que estábamos en un parque mucho más salvaje que Plitvice o Lovćen; estas eran el tipo de montañas que estaba acostumbrado a ver en el Pirineo central. La carretera empezó a ganar cada vez más altura y nos sorprendió descubrir que mejoraba; seguía siendo estrecha pero el asfalto era nuevo, todo un placer. Seguimos ascendiendo a través de un valle, adelantando algunas furgonetas viejas cargadas de gente (los autobuses locales) hasta que llegamos al final del valle, donde la carretera se encaramaba por la empinada ladera de la montaña en una serie de horquillas cerradas hasta culminar en un puerto… donde terminaba.

20160811103332Había leído que esto ocurre con frecuencia en Albania; si el mapa dice que hay una carretera, habrá una, pero es imposible saber cómo de ancha será, en que condición estará o si estará asfaltada o no, y a menudo la carretera se termina y lo único que hay es una pista como la que encontramos 11km antes de llegar a Theth, nuestro destino. Es de destacar también que solo habíamos visto una señal más tras dejar la carretera principal, anunciando que entrabamos en el parque natural, pero no había caseta de control, centro de información turística ni carteles indicando rutas a pie. Cero infraestructura, solo las montañas, que en este punto ya se parecían más a los Alpes que a los Pirineos.

Un poco más allá del inicio de la pista encontramos una casa de madera que parecía un bar y paramos a preguntar sobre el estado del camino. Aparcados delante había un suizo y un italiano en KTM 990 Adventures que nos preguntaron si teníamos gasolina de sobra. Habían llegado por la misma ruta que nosotros, divirtiéndose de lo lindo, y no habían repostado en la última gasolinera.

Gente del lugar nos dijo que la pista estaba en buen estado, y parecía haber bastante tráfico, si bien era todo 4x4s y furgonetas. Decidimos seguir, y a pesar de que vimos dos o tres turismos, en algunos tramos la pista estaba tan mal que no creo que nadie en Europa occidental se atreviera a meter sus SUVs por ahí. Los de las KTMs se pusieron de pie y se lanzaron a por la pista con gusto, pero yo lo pasé bastante peor con la moto cargada a tope y pasajera para llegar hasta el fondo del siguiente valle, donde se encontraba Theth.

20160811065534A pesar de que los mapas lo indican como pueblo, Theth es poco más que unas cuantas casas desperdigadas sin calles, tiendas, ni servicios, y una pista en mal estado que lo conecta con el resto del mundo. Una de las poblaciones más importantes del parque natural era la definición misma de territorio virgen, como imagino que los Alpes debían ser hace siglos, antes de los turistas, los resorts de esquí y las excursiones con guía.

20160811054908A pesar de todo ello, habíamos encontrado la casa donde íbamos a pasar la noche en Booking.com, y había muchas otras casas de Theth en la web. La nuestra era una casa de campo de piedra de tres pisos donde una familia tenía tres habitaciones en alquiler, y justo tras nuestra llegada el hijo menor, que hablaba algo de inglés, nos presentó toda la familia, incluyendo la abuela, que nos recibió con un abrazo de oso. Era mediodía, y tras preguntar si éramos vegetarianos nos sirvieron una de las mejores comidas que he visto, todos los ingredientes naturales y del lugar. Ir un momento al súper no era una opción allí arriba.

20160811073554Por la tarde fuimos a dar una vuelta al ‘centro’ del pueblo: una caminata por el bosque hasta que encontramos más casas y el río que pasaba por el fondo del valle, y vimos que había una escuela que parecía en uso. Bueno, al menos una aula en la planta baja, ya que el piso superior parecía abandonado y el techo estaba dañado.

20160811104401201608111006412016081110462620160811104804Seguimos andando valle abajo intentando encontrar el camino hacia una cascada que parecía ser una de las atracciones del lugar, pero no había ninguna indicación. Preguntamos a varias personas y nos sorprendió encontrar unos cuantos turistas, hasta que descubrimos que el pueblo es el punto de inicio de muchas rutas de trekking, incluyendo una conocida como Ruta de los picos de los Balcanes, una travesía de 10 días que entra en Kosovo y Montenegro, a tener en cuenta de cara a futuras vacaciones.

Aun buscando el camino a la cascada vimos un cartel que anunciaba el museo local y decidimos ir a visitarlo.

20160811111447Como podéis ver, el acceso estaba adaptado para discapacitados.

20160811112652El edificio del museo tenía dos pisos: en la planta baja había un corral (en uso), y la planta superior alojaba el museo etnográfico, con la exposición dividida en dos salas.

2016081111190220160811112408DCIM123GOPRODCIM123GOPROSaliendo del museo vimos lo que asumimos que eran los curadores, pues no había otro ser vivo a la vista.

20160811112544De vuelta a la ‘calle’ principal encontramos otra casa de huéspedes donde por fin nos explicaron como llegar a la cascada. Caminamos hasta que la tuvimos a la vista, pero se estaba haciendo tarde y no llevábamos linternas para la vuelta, además el cielo se estaba cubriendo y se oían truenos justo detrás de los picos más cercanos, así que decidimos volver, ya que teníamos una buena caminata valle arriba hasta nuestra casa.
La lluvia nos pilló justo cuando pasábamos por la escuela y corrimos a refugiarnos bajo el porche, donde esperamos más de una hora a que pasara el diluvio mientras pensaba en qué íbamos a encontrar la pista para salir del valle al día siguiente.

20160811135359Cuando llegamos a la casa me sorprendió ver una Honda CBF1000 con neumáticos de carretera aparcada al lado de mi moto. Si a mi me había costado llegar hasta aquí, ese tenía que haberlo pasado fatal. Pregunté en la casa y me dijeron que pertenecía a un par de italianos que no sabían que la carretera era como era. No hay ninguna advertencia, y si se busca Theth en Google uno se imagina un pueblecito de montaña típico de un parque natural, así que no creo que los italianos fueran los únicos que habían reservado una habitación en una de las muchas casas disponibles pensando que esto era un destino turístico popular de fácil acceso.

Veremos qué pasa mañana cuando tengamos que volver a subir por la pista para salir del valle.

Otra ‘best road… in the wooooorrrrld’?

Día 13 – Miércoles 10 de agosto – de Kotor a Shkodër (209.1km)

Hoy era el gran día: ¡Albania! Estaba muy emocionado, había oído muchas cosas sobre el país, la mayoría contradictorias; que era un lugar precioso, pero que las carreteras eran las peores de Europa, que la gente era muy agradable, pero que era el lugar donde terminaban muchos de los vehículos robados en Europa… Pero todo eso tendría que esperar aun un poco. Primero teníamos un día entero por delante para cruzar Montenegro y descubrir grandes contradicciones.

En la agenda del día había una visita al parque nacional de Lovćen para ver el mausoleo de Njegoš, en lo alto de una de las montañas más altas en la zona de la bahía de Kotor, una visita a la ciudad costera de Budva, donde queríamos ver algo llamado ‘mini Montenegro’, un pueblo construido sobre una roca conectada a la costa a través de un estrecho puente, y un largo recorrido siguiendo la orilla sur del lago Skadarsko antes de cruzar la frontera a Albania y pasar la noche en Shkodër, la primera ciudad en el lado Albanés. Un día completo, sin duda.

20160810041018_1El mausoleo de Njegoš está construido en el pico Lovćen, sobre la bahía de Kotor. Njegoš era un noble, obispo y poeta de gran importancia en Montenegro cuya voluntad era ser enterrado en la montaña que había visto toda su vida desde el pueblo de Cetinje, de donde era originario, pero cuando murió en 1851, el mal tiempo y enfrentamientos con los turcos no permitieron a su gente enterrarlo allí. Más de un siglo después, entre 1970 y 1974, el gobierno yugoslavo construyó el mausoleo en la montaña para cumplir su voluntad.

20160810032325La manera más directa de acceder al pico desde Kotor es tomar la carretera P1, que lleva desde el nivel del mar hasta casi 1.600m a través de más de 30 horquillas que nada tienen que envidiar a las del Stelvio, con unas vistas incomparables de la bahía para rematar la experiencia. Eso sí, tampoco es muy buena idea andar distrayéndose con el paisaje, casi no hay protecciones que te separen del borde del precipicio si vas en moto y de vez en cuando un vecino pasa a todo trapo en dirección contraria sin que le importe mucho que haya apenas espacio para que dos coches se crucen en la carretera. Del otro lado de la montaña, la M23 hasta Budva, en la costa, es más rápida, ancha y con unas vistas muy buenas a las montañas. No sé cómo se escriben esos artículos que hablan de ‘las mejores carreteras del mundo’ o cómo seleccionan las carreteras, pero estoy seguro de que es imposible tener en cuenta todas las carreteras del mundo. Bueno, esta es una que debería figurar en una posición alta en cualquier de esas listas, no os la perdáis si venís a Montenegro.

DCIM123GOPROEl mausoleo también vale la pena, se accede a él a por una escalera con más de 400 peldaños a través de un túnel que desemboca en el pico mismo, y contiene una estatua enorme del poeta tallada de un solo bloque de granito y un techo cubierto de oro de verdad.

DCIM123GOPRODCIM123GOPROTras un maravilloso trayecto de bajada llegamos a la ciudad de Budva, un destino turístico costero muy popular por estos lares. No entramos, pues el ‘mini Montegro que queríamos visitar quedaba algo más al sur, pero al menos desde mi punto de vista no parecía el tipo de lugar al que querría ir: grandes hoteles y bloques de apartamentos de mal gusto, y el tráfico de siempre.

Unos pocos kilómetros carretera abajo nos desviamos siguiendo una señal que indicaba ‘Sveti Stefan’, que es el nombre real de lo que habíamos visto anunciado en varias oficinas de turismo y panfletos como ‘mini Montenegro’ y nos encontramos con una calle que supuestamente era de doble sentido pero estaba tan llena de coches aparcados que era casi imposible circular por ella. Al final, ni un solo sitio donde aparcar, ni siquiera una moto, tan solo un aparcamiento privado lleno de coches de lujo donde nos dijeron que costaba 2€ por hora dejar la moto. Cansado de menear la moto con el calor asfixiante que hacía decidí que no íbamos a pasar mas de eso visitando el pueblo, especialmente con la ropa de moto puesta, así que pagamos y aparcamos.

Nada más poner un pie en el puente que conecta la playa con el pueblo oímos una voz detrás nuestro que gritaba: ‘¡Oiga, oiga, no pueden pasar, es privado!’ Me giré y me encontré con un ejemplo de manual de guardia de seguridad privado: alto, cuadrado, cabeza afeitada, gafas de sol, pinganillo, todo el lote vamos, que nos explicó en tono condescendiente que el pueblo era un hotel y que el acceso estaba reservado solo a los huéspedes. Miré el pueblo al final del puente, volví a mirar al guarda y le pregunté: ‘¿Todo el pueblo?’ ‘Todo el pueblo’, respondió en un tono que decía: ‘Saca tus sucias botas de mi puente, siervo’.

20160810062304Miramos alrededor y nos dimos cuenta de que el acceso a las playas a ambos lados también estaba controlado por guardias de seguridad, y que todo el mundo llegaba en coches de alta gama o minibuses de lujo directos al aeropuerto, vistiendo ropa y accesorios que debían costar más que mi moto. ‘Pues que jodan a los ricos’, pensé, sacamos la moto del aparcamiento y nos largamos de allí tan rápido como el tráfico nos permitió.

Ya era bien pasado el mediodía y la temperatura se estaba volviendo insoportable, así que nos dirigimos rápido hacia el interior en busca de la carretera que bordea la orilla sur del lago Skadarsko y de un lugar fresco para parar y comer. Entre el tráfico, el calor y la decepción de Sveti Stefan iba yo pensando que si oía las palabras ‘playa’ y ‘vacaciones’ en la misma frase antes de 2030, me divorciaba.

20160810080722Por suerte la carretera a lo largo del lago era muy agradable y encontramos un rincón a la sombra bajo los árboles de un pequeño memorial de la guerra donde comimos, de modo que mi humor no tardó en mejorar.

20160810083247Según el mapa esta era la segunda carretera principal al sur del lago para llegar a la frontera después de la de la costa, pero estaba lejos de parecerlo. Era poco más que una pista asfaltada, a penas lo suficientemente ancha para dos coches, que unía los pequeños pueblos del lago, y el lugar estaba en las antípodas de Budva; estábamos en el Montenegro profundo y yo lo estaba pasando en grande.

20160810080742Al girar la última curva de la carretera dejamos el lago atrás y a nuestros pies apareció Albania, a tan solo unos kilómetros montaña abajo. Esta vez no había paso fronterizo pequeño en alguna carretera secundaria y nos unimos a la carretera que venía de la costa esperando encontrar largas colas para dejar Montenegro y largas colas para entrar en Albania. Había bastantes coches, autocares y autocaravanas, pero dos cosas nos facilitaron mucho el proceso: este era, según un cartel que lucía orgulloso en la pared del edificio, el primer paso fronterizo conjunto de los Balcanes occidentales, construido con la ayuda de la UE, de modo que nos ahorramos el doble proceso de salida-entrada, y además nos indicaron que pasáramos por la entrada de peatones, donde ya había otra moto enseñando pasaportes, así que nos ahorramos la cola.

DCIM123GOPROUna vez en el otro lado, paramos a comprar un seguro para la moto, pues había leído que Albania no entra en la mayoría de pólizas Europeas, pero el chico que nos atendió en una de las muchas casetas que ofrecían seguros comprobó nuestra carta verde y nos dijo que sí teníamos cobertura. ¡Genial!

20160810105005El tráfico y la carretera hasta Shkodër no eran peores de lo que había visto en otros lugares dfe Europa del este, con carros y otros vehículos cuanto menos curiosos compartiendo la vía con los coches, buses y camiones

DCIM123GOPROEncontramos nuestro hotel, más por casualidad que gracias al GPS, y nos sorprendió ver que tenía un garaje vigilado con cámaras y una habitación que, aparte de enorme, era mucho más lujosa de lo que uno podría esperar por estos precios. Tras una ducha nos fuimos al centro a cambiar dinero, buscar una pegatina para la moto y tomar una cerveza para celebrar nuestra llegada a un nuevo país.

20160810131520

La bahía de Kotor

Día 12 – Martes 9 de agosto – Bahía de Kotor (0km)

Tras haber visitado el casco antiguo y las murallas el día anterior, hoy decidimos hacer un tour en barca para ver toda la bahía desde al agua (mucho más agradable que las vistas desde la moto mientras estábamos en pleno atasco) y que nos llevó también a mar abierto, con una parada a mediodía en una playa precisa donde nos dimos un baño y comimos al lado del mar y luego a una cueva en los acantilados llamada la cueva azul.

20160809033539201608090713232016080909225520160809094522Fue una buena experiencia, a pesar de que el mar estaba demasiado picado para permitir a la barca parar el tiempo suficiente para nadar en la cueva y de que en el trayecto de vuelta no nos dio tiempo a visitar Nuestra Señora de las rocas, una iglesia construida en una pequeña isla frente a la costa en el pueblo de Perast. Al menos la visita a Perast valió la pena, y el hombre de la barca nos ofreció un trayecto gratis al día siguiente para ver la iglesia, pero ya teníamos reservado alojamiento en Albania, así que tenemos una excusa para volver aquí algún día.

2016080911384520160809125150

No te fíes de las primeras impresiones

Día 11 – Lunes 8 de agosto – de Dubrovnik a Kotor (107,1km)

Hoy me levanté con la emoción de cruzar una frontera a un país en el que nunca había estado: Montenegro.

Cargamos la moto, que como he contado en el post anterior estaba en el aparcamiento de un centro comercial, y cuando bajamos por la rampa que daba a la calle vimos que, a diferencia del fin de semana, la barrera estaba bajada y había un vigilante en la cabina. Había visto un cartel que especificaba los precios por hora y lo más preocupante, el precio a pagar en caso de pérdida del ticket y no tenía intención alguna de pagar eso, así que cuando vimos que el vigilante estaba ocupado cobrando al conductor de un coche aprovechamos el momento y nos colamos por el hueco entre la barrera y la pared y salimos disparados calle abajo. Estaremos en la frontera antes de que se enteren, Joe.

20160808025014Y efectivamente llegamos a la frontera rápido tras una visita al fuerte para hacer una foto panorámica de la ciudad. Anticipando largas colas de nuevo nos habíamos puesto en camino temprano y habíamos tomado una carretera más al sur de la principal que seguía la costa para evitar el tráfico. No estábamos seguros si habría un paso fronterizo allí o si estaría abierto. No había coches en la carretera, que era realmente bonita, descendiendo suavemente hacia el mar por las laderas que dan al Adriático. Tras disfrutar de la carretera un rato encontramos la frontera croata, con solo dos coches esperando, y nos dejaron pasar muy rápido.

Dos curvas más abajo encontramos la frontera de Montenegro, donde había tres coches esperando, pero la policía se tomaba las cosas con mucha más calma, recogiendo los pasaportes de cada coche, llevándoselos al edificio y volviendo al cabo de un buen rato. Esperamos pacientemente al, con la temperatura en aumento a medida que avanzaba el día, hasta que al final nos dejaron pasar y llegamos a la primera población importante del otro lado, Herzeg Novi, diez minutos después de unirnos al tráfico que llegaba de Croacia por la carretera principal. En la primera gasolinera que encontramos compramos una pegatina para la moto (la Susi no tiene esta).

20160808041713Estábamos a la entrada de uno de los lugares más bonitos y únicos del Adriático: la bahía de Kotor, una intrincada bahía rodeada de montañas que superan los 1000m sobre el nivel del mar y que constituye lo que puede ser el único fiord en la zona del Mediterráneo. A lo largo de la costa ondeante, más de 100km de una carretera que tenía muchas ganas de hacer.

Desgraciadamente, al contrario que con otras carreteras que me han creado grandes expectativas, esta resultó ser algo decepcionante… la carretera está muy bien, pero es una vía princiopal que en esta época del año tiene mucho tráfico. Pasamos todo el viaje detrás de coches lentos o directamente parados cada vez que la carretera atravesaba una población, había un flujo constante de vehículos en el otro sentido y era demasiado estrecha para intentar circular entre los dos sentidos como hicimos en la frontera en Bosnia. Para cuando llegamos a Kotor, donde el tráfico estaba en su peor momento, y giramos para buscar el apartamento, me alegré de no tener que hacer la carretera entera. Hay un ferry que cruza la bahía en su parte más estrecha y ahorra más o menos la mitad del recorrido, pero no lo usamos porque había leído que la carretera valía la pena. Si venís aquí en plena temporada turística de verano, yo cogería el ferry.

El apartamento estaba colgado de la ladera con unas vistas imponentes de la bahía, el casco antiguo de Kotor y la fortaleza con su muralla. Para llegar hasta él tuve que subir por unas calles de las más empinadas que he visto jamás (y los que sepan donde vivía antes pueden dar fe de cómo eran las calles allí). Esta era la primera toma de contacto de Nat con la arquitectura de la Europa del este más profunda: caótica, gris, funcional, a veces sin terminar… y no se llevó muy buena impresión.

2016080810222520160808102503Solamente tras ver el apartamento, que era el mejor que habíamos encontrado hasta el momento, y dar una vuelta por la tarde en el centro histórico medieval perfectamente conservado empezó a tener una opinión más positiva de Montenegro. Hay que decir que el calor y los atascos no habían ayudado, así que para compensar nos dimos un baño en la playa de la ciudad, cuyas aguas eran increíblemente transparentes para una playa que está justo al lado de un puerto donde amarran grandes cruceros.

2016080811255620160808115859Con el sol y la temperatura ya más bajos nos atrevimos a hacer una visita a las murallas y la fortaleza, una impresionante muestra de arquitectura medieval que protegía la ciudad de ataques desde la montaña. La muralla se aferra casi en vertical a la montaña tras la ciudad, culminando en una fortaleza con una vista que domina la ciudad debajo, la bahía delante y las montañas detrás.

20160808132406Incluso a una hora tardía, con el sol ya tras las montañas, la temperatura era alta, y llegamos arriba empapados en sudor y agotados, pero las vistas valían sin duda la pena.

20160808134816

Desembarco del Rey

Día 10 – Domingo 7 de agosto – Dubrovnik (0km)

El Desembarco del Rey y también el de miles de turistas, ya que Dubrovnik es uno de los destinos más populares en la zona del Mediterraneo, tanto para cruceros como para los que llegan en coche, autocar, avión e incluso autoestop.

Esta corriente constante de gente, sin duda incrementada este verano por el reciente rodaje de Juego de Tronos, es la principal fuente de ingresos de la ciudad, cosa que se relfeja en los precios del alojamiento. Lo más barato que encontramos fue una habitación en un caserón a unos 20 minutos a pie de centro histórico, con baño y cocina compartidos, que no estaba nada mal pero tenía de lejos la peor relación calidad-precio que habíamos encontrado hasta momento. Solo se podía llegar a través de un callejón peatonal, así que lo más cerca que pude dejar la moto fue en el aparcamiento de un centro comercial que había al otro lado de la calle, donde pasó la noche encadenada a una escalera metálica.

DCIM123GOPROHabíamos pensado visitar la isla de Mljet, de la que Josep nos había contado maravillas, pero la previsión del tiempo volvía a pintar mal: fuertes vientos con tormenta y chubascos otra vez, así que decidimos quedarnos y visitar la ciudad, que era el plan para el día anterior si el viaje no nos hubiera tomado tanto tiempo.

20160807033855A pesar de estar abarrotado en pleno verano, el casco antiguo vale sin duda la pena. Rodeado de altas y anchas murallas de piedra, sus calles son un laberinto de inclinados callejones y pasajes donde uno se puede perder con facilidad y encontrar rincones apartados del bullicio de las vías principales y pasear casi sin ver otros turistas. Hace falta tiempo para explorar toda la ciudad, especialmente si se quieren recorrer las murallas o visitar sus muchos museos.

20160807122241Al poco de cruzar la puerta principal empezó a llover, así que seguimos a un grupo de franceses de un crucero a lo que parecía un memorial a los ciudadanos que habían dado sus vidas defendiendo la ciudad durante la guerra. La chica de la entrada asumió que seríamos parte del grupo, así que nos ahorramos unas pocas kunas que luego se reinvertirían en una cerveza fresca, y aprovechamos la explicación de la guía sobre cómo sufrió la guerra la ciudad.

El centro histórico es patrimonio de la humanidad declarado por la UNESCO desde 1979 y a pesar de que ya en 1970 toda la ciudad se había desmilitarizado para evitar que fuese un objetivo en caso de conflicto armado, en 1991 fue atacado y sitiado por el Ejército Popular Yugoslavo tras la declaración de independencia de Eslovenia y Croacia. En aquella época el país aún no tenía un ejército regular, así que la dura tarea de su defensa recayó sobre sus propios ciudadanos durante los siete meses que duró el sitio, hasta que el recién creado ejército croata, formado por policías, lo liberó. El bombardeo tuvo un efecto devastador sobre la ciudad, y a pesar de que hoy en día se ha restaurado gran parte, es fácil ver el alcance de la desrucción si se sube hasta el fuerte que hay en la montaña que se alza tras la ciudad, desde donde se pueden distinguir muchos tejados de reciente construcción.

20160808031654Hay mucho que ver y hacer si tienes tiempo y dinero: salidas en barco a las islas, buenos restaurantes, un par de bares colgados de las rocas en la parte exterior de las murallas que dan al mar, preciosas playas, paseos nocturnos… Hay hasta un circuito de Juego de Tronos. No es de estrañar que tanta gente visite la ciudad hoy en día.

Como siempre, más fotos en la página de facebook.

30km en contra dirección

Día 9 – Sábado 6 de agosto – De Omiš a Dubrovnik (209km)

Hoy tenía que ser un trayecto sencillo, solamente 209km de agradable carretera de costa para llegar a Dubrovnik a media mañana con tiempo de sobra para aprovechar el día y visitar la ciudad, pero las cosas no siempre salen como a uno le gustaría.

La previsión meteorológica anunciaba cielos nubosos con posibilidad de tormentas a mediodía, cosa que de hecho me parecía bien, pues no me apetecía especialmente hacer el camino con el mismo calor de los últimos tres días, máxime si íbamos a cruzar una frontera donde quizá nos tocaba hacer cola al sol. Tras una noche de intensa lluvia y tormenta el día empezó nublado pero seco, y a las 9:00 ya teníamos la moto cargada y lista para partir cuando el propietario de los apartamentos vino a despedirse. La tarde anterior, cuando bajamos a su apartamento a pagar nuestra estancia, nos invitó a una copa de vino tinto de elaboración propia y nos estuvo explicando un poco su vida. Había estado trabajando 30 años en Alemania y se había construido los apartamentos con el dinero que ganó allí como plan de jubilación. No hablaba nada de inglés, pero se hizo entender con el poco alemán que yo recordaba de la universidad. El vino era muy bueno, y viendo que nos había gustado, nos ofreció una botella como regalo de despedida y nos avisó de que fuéramos con mucho cuidado con el viento durante aproximadamente los primeros 20km de trayecto. ‘¡Langsam, langsam!’

20160806042020En el momento en que salimos de Omiš quedó claro que no se trataba de una advertencia gratuita. No había padecido vientos así desde el primer día de mi frustrado viaje a Mongolia. El relieve escarpado de la costa y la carretera revirada hacían que los fuertes vientos que soplaban del mar se movieran en todas direcciones, haciendo muy difícil predecir de dónde iba a venir la siguiente racha, y tuvimos un par de momentos de infarto cuando una nos pilló por el lado malo cuando ya estábamos inclinados a media curva. Al cabo de pocos kilómetros el cielo que veíamos en la distancia se tornó completamente negro y los rayos impactaban contra el mar y los acantilados. Parecía el día del juicio final. Con estos pensamientos en mi cabeza mientras me peleaba con la moto para evitar que el viento nos empujara contra el tráfico que venía de cara o por encima del guardarraíl y al mar, noté unos golpes no precisamente sutiles en el casco: Nat se había cuadrado y se negaba a seguir adelante en esas condiciones.

Paré la moto y gracias a una de esas felices coincidencias de la vida había un restaurante justo al otro lado de la carretera donde nos refugiamos del viento después de aparcar la moto de forma que estuviera seguro de que el viento no la iba a tirar. Con una taza de café y conexión a internet para comprobar la previsión meteorológica estudiamos nuestras opciones, que resultaron ser más bien limitadas. Nat no quería oír hablar de volver a subirse a la moto, así que no podíamos hacernos los valientes y enfrentarnos a la tormenta que aguardaba por delante para intentar superar el tramo con viento y tampoco podíamos volver a Omiš y pasar el día allí a la espera de que al día siguiente las condiciones mejoraran. Así que nos dedicamos a sorber el café y esperar durante unas dos horas.
Cuando el viento amainó por fin un poco seguimos hasta encontrar el primer desvío hacia el interior para ir hacia la autopista y alejarnos de la carretera de la costa en un intento de evitar el viento.

Funcionó, el viento casi no soplaba en el interior, pero en el momento en que recogimos el ticket de la cabina de peaje de entrada, el cielo se abrió y Dios descargó su cólera sobre nosotros en forma de diluvio. Paramos de nuevo en la primera estación de servicio que encontramos, pero para entonces el equipo supuestamente impermeable ya estaba medio empapado. Pasamos otras dos horas allí, viendo como llovía y como otros moteros igualmente miserables llegaban y se iban mientras charlábamos con un holandés jubilado que tenía amigos en la MotoGP.

20160806064306Viendo que la cosa no iba a cambiar en ningún momento decidimos volver a la carretera y, para nuestro regocijo, las condiciones mejoraron un poco para cuando llegamos al final de la autopista en Ploče y empezamos a bajar a la costa en dirección a Dubrovnik.

Ya estábamos a más de medio camino de nuestro destino, la lluvia había parado y el viento también, pero era demasiado temprano para cantar victoria: quedaba un último obstáculo por superar. La región de Dalmacia, que ocupa más de la mitad del litoral croata y al sur de la cual se encuentra Dubrovnik, está cortada en dos por un pequeño corredor que le da a Bosnia acceso al mar. Esto implica que para llegar allí hay que cruzar la frontera a territorio extracomunitario, hacer unos 10km y volver a cruzar otra frontera de vuelta a Croacia. Si crees que suena pesado estás en lo cierto. Ahora súmale el hecho de que estamos hablando de una carretera de doble sentido estrecha que atraviesa todos los pueblos y que es la única manera de acceder al sur de Dalmacia. En plena temporada alta de verano.

Nuestro amigo Josep nos había dicho que se había pasado tres horas para cruzar la frontera, pero no esperaba encontrar el tráfico completamente parado a 20km de la frontera. Además se puso a llover de nuevo, así que hice la única cosa que podía hacer: salir al carril contrario e ir contra dirección. Durante 20km fuimos por el lado contrario de la carretera, apartándome entre los coches parados para dejar pasar si venía algo grande, como un camión o un autocar (o un furgón de la policía), y luego hicimos 10km más en Bosnia, donde el atasco continuaba porque había que volver a cruzar la frontera más adelante. Si no lo hubiéramos hecho así, probablemente seguiríamos esperando en el atasco a día de hoy, y encima empapados.

Justo antes de volver a cruzar la frontera a Croacia paramos en una gasolinera Bosnia para hacer honor a la tradición de conseguir una pegatina para la moto que tenía que empezar a ganárselas. Era la segunda del viaje, la primera se la habíamos puesto en Croacia esa misma mañana.

En los últimos 30km antes de Dubrovnik el tiempo y el tráfico mejoraron por fin, a pesar de que los fuertes vientos hicieron una poco bienvenida reaparición. Finalmente llegamos a la casa donde nos alojábamos a las 19:00, descargamos la moto y fuimos a hacer una visita nocturna al famoso casco antiguo.