Una de las primeras cosas que nos miramos una vez teníamos las fechas y una idea general de la ruta eran las opciones que teníamos para llegar hasta Marruecos. Hay más de 1.000 km de autopista y autovía hasta el ferry que cruza el estrecho de Gibraltar, demasiado para hacer en un día.
La primera alternativa que consideramos era el ferry de Barcelona a Tánger; nos ahorraríamos una larguísima jornada, gasolina, peajes, desgaste de neumáticos… pero el ferry no sale todos los días, y la mala suerte quiso que no hubiera ferry disponible para nuestra fecha de partida prevista, el 26 de diciembre.
La segunda alternativa era poner las motos en un remolque y conducir hasta Algeciras. Nos podríamos turnar al volante para mitigar el cansancio y pagar gasolina y peajes por un solo vehículo. Parecía un buen plan, si no fuera por un par de detalles… uno: no tenemos remolque y dos: ninguno de nuestros coches tiene bola. Entonces Gerard dijo que su familia tienen un remolque en el pueblo; no uno de motos, pero al menos uno grande, quizá lo bastante para llevar tres motos trail. Como no somos de los que se desaniman fácilmente nos fuimos a la otra punta de Cataluña para verlo y probar si las motos entraban. Si era así, entonces podríamos empezar a mirar precios para poner una bola en mi coche y repartir el coste entre los cinco.
El remolque era grande, sin duda, pero no pensado para motos. Era bastante alto y no tenía rampa, así que tuvimos que improvisar. Gerard encontró un escritorio que parecía suficientemente resistente para aguantar el peso de mi moto (la más grande) y poco a poco la hice subir jugando con el gas y el embrague andando desde el lado mientras el resto vigilaba que no se cayera.
Con ella en el remolque se hizo evidente que no iba a haber manera de meter tres motos allí.
Eso hubiera sido el final de la historia de los remolques, pero un amigo nos ofreció el suyo, que sí que era específico para motos. Con renovadas esperanzas, fui a pedir presupuestos para montar la bola en el coche, pero para desesperación mía, el coste era muy superior a lo que habíamos imaginado. No solo eso, sino que habría que sumarle el coste de homologarla en la ITV, ampliar el seguro, el papeleo, la placa de matrícula adicional… Además de todo eso, el remolque está diseñado para tres motos, pero no tan grandes (enduro, de circuito…); no teníamos la seguridad de que tres trails grandes fueran a caber. Todo eso, más el tiempo que nos iba a tomar encontrar un lugar donde dejar el coche y el remolque durante dos semanas en Algeciras y lo que podría costar, nos hizo desistir finalmente de la idea.
También pensamos en mandar las motos como hice cuando visité el sur hace un par de años, pero el precio de mandarlas de ida y vuelta más los billetes de avión era demasiado elevado comparado con la gasolina y peajes.
Finalmente, nos dijeron que hay otra línea de ferry que une Almería con Melilla y Nador, lo que nos ahorraría unos 300km, rebajando la primera etapa a unos 800, algo más razonable. Si salimos temprano podríamos estar en Almería a media tarde, a tiempo de descansar bien y disfrutar de unas tapas antes de tomar el ferry a primera hora del día siguiente.