Día 69 – Domingo 1 de setiembre – De Interlaken a Ginebra a St. Thomé (559km)
Hoy comenzó la larga vuelta a casa. Recogimos las cosas e intentamos ponernos en camino temprano, ya que quería cubrir tanta distancia como fuese posible después de dejar a Nat en el aeropuerto de Ginebra para evitar tener que pasar mucho rato sobre la moto al día siguiente, pues no quería tener que coger la autopista para mi último día en la carretera.
Decidimos evitar la autopista que pasa por Berna y cortar por las montañas por la nacional 11, que nos llevóa a Aigle, y desde allí seguimos la orilla sur del lago Leman hasta Ginebra. Hacía una mañana precisa y había poco tráfico, lo que nos permitió disfrutar de las últimas horas de viaje juntos.
Llegamos al aeropuerto de Ginebra a buena hora y nos despedimos delante de la terminal. Bajé la vista hasta el GPS y en vez de introducir las coordenadas para el siguiente destino, como llevaba más de dos meses haciendo, esta vez pulsé la opción “ir a casa”. Como estaba programado para evitar autopistas y peajes me dio una ruta larga, pero tenía dos días por delante. Dije adiós y me puse en marcha. Que Nat me acompañase tanto tiempo había sido una grata sorpresa, y me sentí un poco solo mientras dejaba atrás Ginebra.
Me estaba quedando sin gasolina, pero pensé que pararía a repostar una vez hubiese salido de la ciudad. Resultó ser un error. Pasó bastante rato sin que viese ni una gasolinera, y empezaba a ponerme nervioso, el depósito estaba prácticamente vacío y no tenía gasolina en la lata, ya que la había usado toda cuando volví a Europa, pensando que aquí no iba a tener problemas. Programé el GPS para que buscase una gasolinera, incluso si tenía que dejar la carretera que estaba usando, y me mandó a un pueblo aletargado ya en Francia donde encontré una gasolinera de supermercado desierta. Por suerte, la máquina aceptó mi tarjeta y pude llenar el depósito. Sin embargo, al volver a subir a la moto vi que ahora el GPS me estaba dando una ruta mucho más larga que al principio. Intenté reprogramarlo, pero me decía que la ruta era demasiado larga y no podía calcularla. Salí del pueblo siguiendo la dirección general en la que sabía que tenía que ir, con la esperanza de poder programarlo más adelante, pero no hubo manera, se negaba a darme una ruta que no fuese por la autopista. No tenía un mapa en papel, y encontrar el camino por el laberinto de carreteras secundarias francesas sin dar mil vueltas es una pesadilla si no sabes dónde vas. Al atardecer ya estaba demasiado cansado para viajar así y decidí coger la autopista, ir tan lejos como pudiera y luego buscar un cámping.
Llegué hasta pasado Montélimar, donde paré a llenar otra vez el depósito. Miré en el GPS y ¡voilà! Había una camping a tan solo 12km de donde estaba. No me esperaba ninguna maravilla, sólo un sitio donde pasar la noche, pero la zona era muy bonita y una vez más me supo mal no tener el tiempo necesario para visitarla. Era casi de noche para cuando terminé de montar la tienda, así que pedí una cerveza en el bar, comí algo y me fui a la cama.