Día 67 – Viernes 30 de agosto – De Sta. Maria a Interlaken (305km)
En mi último post dije que estaba de acuerdo con la conclusión de Top Gear que dejaba la Transfagarasan por delante del Stelvio, pero eso no significa que sea la carretera de la que más disfruté durante mi viaje. Ese honor recae en el trayecto que hicimos hoy desde Sta. Maria a Interlaken, que nos llevó a través de no menos de cinco puertos de montaña.
Comenzamos a subir el primero solo salir de Sta. Maria, era el Ofenpass, y a esa hora de la mañana no había tráfico en la carretera. Puede que no fuese tan visualmente espectacular como el Stelvio, pero como carretera para disfrutar en moto era perfecto. Curvas rápidas, un bonito paisaje, asfalto de calidad suiza… hay pocas carreteras mejores.
Llegamos al otro lado con el depósito casi vacío, así que paramos en una gasolinera en el primer pueblo que encontramos. Había unas cuantas motos haciendo cola, y parecía que no había nadie atendiendo los surtidores ni en la caja, teníamos que usar la tarjeta de crédito o billetes para pagar la gasolina. Varios moteros, incluyéndonos a nosotros, intentamos instertar diferentes tarjetas en la máquina, que las rechazaba todas y tampoco quería coger los billetes de nadie. Frustrados y con el depósito prácticamente vacío, seguimos con la esperanza de encontrar otra gasolinera antes de tomar el desvío hacia el siguiente puerto, que quedaba ya muy cerca. Programé el GPS para que buscase una (es una de las cosas que hace bien) y nos llevó a una que estaba a pocos metros pasado el desvío hacia la carretera del puerto.
Con el depósito lleno empezamos la subida al siguiente puerto, el Albulapass, que nos iba a llevar a la zona de Chur. Desde allí la carretera se tornó algo monótona, era agradable y con curvas, y el paisaje precioso, pero sin la diversión y las vistas de los puertos y con bastante más tráfico, pues era una carretera principal. El trayecto hasta los siguientes tres puertos era algo largo, pero se nos hizo entretenido gracias a la presencia de un convoy de coches clásicos que encontramos, cerrado por un Ferrari 575 que nos brindó una magnífica banda sonora para disfrutar del paisaje.
Paramos antes de subir al siguiente puerto, el Oberalpass, y me tomé una lata de bebida energética para mantener el ritmo, ya que estaba siendo un día largo. Hacía sol y buena temperatura, las carreteras eran excelentes y no íbamos a hacer demasiados kilómetros hasta Interlaken, pero ir por carreteras tan divertidas era agotador y aún nos quedaban tres puertos.
Poco después del Oberalpass empezamos a subir el Furkapass y el Grimselpass, que estaban uno tras otro. De subida al primero vimos un espeso humo negro ascendiendo del fondo del valle. Paramos a hacer unas fotos unas cuantas curvas más arriba y vimos que se trataba de un tren de vapor que estaba subiendo trabajosamente por el valle. Iba avanzando muy lentamente, escupiendo una densa columna de humo. Paramos a comer al coronar el puerto y lo vimos acercarse a la boca del túnel que lo iba a llevar al otro lado de la montaña, muchos metros por debajo nuestro. Había estado pensando en lo interesante que sería atravesar las montañas por esas vías en un viejo tren turísitico de vapor, pero al ver la cantidad de humo que salía de la chimenea de la máquina mientras se metía en el túnel pensé que no sería tan divertido para los pasajeros que iban a tener que respirar hollín durante la travesía.
Comimos sobre la hierba en la ladera de la montaña por encima de la carretera, contemplando los magníficos coches que pasaban en ambas direcciones; cualquiera que se os pueda ocurrir, pasó por allí. Desde los típicos Ferraris, Porsches y Lamborghinis a Lotuses, Caterhams, TVRs y algunos deportivos artesanales que no fui capaz de identificar. En cuanto a las motos, había cientos de GSs, uno creería que son baratas de comprar vista la cantidad que pueblan las carreteras de toda Europa.
La carretera nos llevó por un valle profundo donde vimos una antigua estación de tren donde la línea que subia del otro valla terminaba y los pasajeros cambiaban a los trenes de vapor para el resto de la ascensión. La carretera que bajaba del Furkapass iba cruzándose con la vía del tren, y una vez llegaba al fondo del valle empezaba inmediatamente a ascender de nuevo hacia el Grimselpass, el último que íbamos a cruzar antes de Interlaken. Desde la parte de arriba de la última sección del Furkapass gozamos de una vista de conjunto privilegiada que incluía la vía hasta el fondo del valle, la estación, la carretera que subía al siguiente puerto e incluso parte del lago que había allí arriba, todo bañado en la luz de última hora de la tarde. Pasamos por otro lago de bajada del Furkapass, por una carretera que nos ofrecía aún más vistas magníficas en lo que era nuestro último tramo en el corazón de los Alpes.
Tras ese maravilloso trayecto puedo extraer mis propias conclusiones y elegir la carretera que va del Furkapass al Grimselpass como la mejor carretera que he hecho.
Sé que me perdí otros grandes nombres como el puerto de San Gothardo o el de San Bernardino, pero simplemente no teníamos tiempo de explorar la zona más en profundidad. Bueno, es una buena excusa para volver en el futuro.
Paramos en un pueblo llamado Innertkirchen para hacer un poco de compra para cenar y luego hicimos los últimos kilómetros hasta Interlaken, donde no tardamos mucho en encontrar un camping genial justo al lado del canal que conecta los dos lagos, a pocos minutos a pie del centro.