La Kawasaki J300, el primer escúter de la casa japonesa. Honda, Yamaha y Suzuki, las otras grandes casa japonesas, cuentan hace ya mucho tiempo con numerosos productos en este sector y Kawasaki no quería quedarse sin un trozo de un pastel tan suculento como es el mercado Europeo. Sin embargo, la aparición de este escúter de supuesto carácter deportivo no ha estado exenta de polémica.
Pero… un momento. ¿Un escúter? ¿Esto no era un blog de motos? ¿O al menos de viajes en moto?
Bueno, sí, lo es. La cuestión es que la V-Strom necesitaba ya un cambio del kit de transmisión y de los cojinetes de la dirección, y me tocaba dejarla en taller. Como la moto la necesito a diario, me pasé una mañana por Hamamatsu motor a ver si podía concertar una cita con tiempo y dejarla y recogerla el mismo día, pero Fabio, atento como siempre, me dijo que la trajera cuando quisiera, que me dejaba otra de substitución. Perfecto. Quedamos para un par de días más tarde.
El día acordado dejo la moto en manos de su mecánico y me ofrecen una Burgman de 125, pero con la enorme bolsa del trabajo ya metida bajo el asiento (cabía perfectamente, buen punto a favor de ese modelo) nos damos cuenta de que el anclaje del asiento no se cierra. Tras jugar un poco con la llave e intentar ajustar los soportes para que el asiento encajara mejor, el mecánico determina que no me puedo llevar por ahí una moto a la que no se le puede cerrar con llave y me dan otra: la Kawasaki J300 que tienen como moto de pruebas.
Mira qué bien, 175cc más para poder hacer los viajes que me tocan esa mañana y además un modelo reciente. Aprovecha para escribir algo para el blog, pensé.
Pues nada, vamos a ver qué tal esto de llevar escúter. Como la cosa ha sido un poco improvisada, no llevo el equipo adecuado para ello: ni zapatillas Bikkembergs, ni plumón con capucha y sin ninguna protección en codos, hombros o espalda, ni casco tipo jet con la cinta medio suelta, ni iPhone 6 para ir mirando mensajes en cada semáforo. Bueno, habrá que apañarse con las botas y la chaqueta de moto, oye.
Tras constatar que el hueco bajo el asiento es mucho menor que el de la Burgman me cuelgo la bolsa al hombro, me subo al bicho y le doy al contacto. El monocilíndrico de 300 arranca al instante y me incorporo al tráfico Barcelonés que pasa por delante del concesionario. La primera impresión es que frena, y mucho, pero puesto en perspectiva, hasta una bici de montaña con unas buenas pinzas hidráulicas frena más que mi pobre V…
Le voy pillando el tacto a la frenada, al principio hacía saltar constantemente el ABS en la rueda trasera acostumbrado a apretar con decisión una palanca que para mí es el embrague, y a la posición, mucho más adelantada y con el manillar cerca. Los retrovisores tampoco ayudan a hacerme sentir cómodo entre el tráfico, demasiado pequeños y demasiado cortos. Algo más familiarizado con la moto para cuando llego a la Avenida Meridiana, me coloco en primera línea en un semáforo dispuesto a hacer la clásica salida en verde de escúter. A mi alrededor otros aparatos semejantes, la mayoría de menor cilindrada. El semáforo cambia y para mi sorpresa me quedo atrás, humillado por toda la maquinaria que esperaba conmigo tras el paso de peatones. ¿Qué pasa aquí? Esto es una 300, debería merendarse a casi todas… En el siguiente semáforo lo entiendo: estaba conduciendo como lo hago con la moto. Un poco de gas, abrir embrague, acelerar progresivamente cuando éste ya ha mordido y aprovechar el par. Parece que no se hace así con un escúter, la cosa es más, digamos, dual. Se pone verde, se le retuerce el puño del gas sin miramientos ni simpatía alguna por la mecánica y se frena a fondo 20 metros más adelante en el siguiente semáforo. Llevado así, se desenvuelve con soltura y potencia de sobra por el tráfico, pero no compraría un trasto de estos de segunda mano ni loco. Qué vida tan dura tienen los pobres…
Ya fuera de Barcelona, en la autopista, es hora de probar cómo va en vías rápidas. Ahora que ya no tengo que poner el pie en el suelo en cada semáforo me acomodo y estudio la ergonomía del puesto de conducción. La protección para las piernas es claramente mejor que en una moto, pero con la pantalla baja de serie, se echa en falta mayor protección para la cabeza; imposible circular con la visera abierta. No hay sitio para apoyar los pies en la parte interior del carenado y estirar un poco las piernas al estilo de una T-Max, y con los pies sobre la plataforma las puntas de las botas quedan ligeramente mirando hacia adentro, cosa que me hace ir algo incómodo.
Aparte de estas quejas, la J300 alcanza sin problemas los 140km/h y se muestra bastante estable. Volviendo a la polémica que mencionaba al principio, aparte de las críticas que recibió Kawasaki, una marca de corte deportivo, por sacar un escúter, también le tocó recibir por haberlo desarrollado sobre la base de una Kymco 300. Cierto es que entra en un mercado muy competido y no se la podían jugar a comenzar con un diseño desde cero, pues eso supone una enorme inversión y un error puede ser fatal, pero ello no ha ayudado demasiado a la imagen deportiva. Se supone que los ajustes de suspensión son diferentes para darle carácter propio, y es cierto que se comporta bien en curvas, pero eso pasa factura en la conducción por ciudad, que es donde más se va usar, resultando la suspensión algo seca.
Ya en Sabadell aparco para ir a hacer unos trámites y veo que mi casco tampoco cabe bajo el asiento… vale, es un Shoei dual, de los que llevan visera, quizá uno integral normal entraría, pero lo vi un poco justo. Toca cargar con la maleta y el casco. Al cerrar el asiento descubro un pequeño problema de acabado: tiene dos anclajes, pero solo se fija uno. Para que cierre bien hay que bajar el asiento con decisión, demasiada. En una nota más positiva, la J300 es facilísima de subir y bajar del caballete y mover en parado.
Siguiente etapa: vuelta a casa a comer; después de ciudad y autopista, ahora toca ruta por carretera se curvas para terminar de opinar. Aquí las suspensiones vuelven a dar un excelente resultado, la moto se mueve bien, es ágil y el motor tiene suficiente solvencia hasta para pasárselo un poco bien. El problema para mí es que sigue siendo un escúter, con lo que eso implica en cuanto a dinámica de conducción. El variador continuo tiene un instante de retraso antes de mandar la potencia que uno cree que está modulando con el puño al suelo; al entrar en una curva o en una rotonda y tumbarse, ese pequeño vacío de potencia me resta mucha confianza. El otro gran pero es la postura; en una conducción un poco animada o a velocidades de autopista, ir sentado como se sienta uno en una taza de váter da una sensación de control nula. No se pueden usar los pies ni las piernas para ayudar en los giros, y no me quité en todo el día la sensación de que en cualquier momento iba a salir disparado del trasto por un lado.
Antes de entrar en la ciudad de nuevo paro para hacer unas fotos y valorar un poco el tema estética. Con una línea aguda y rasgada, terminada en la parte delantera en una óptica que recuerda un poco a la gama Z de la marca, la J300 da el pego como opción deportiva en su segmento, aunque éste es un tema altamente subjetivo, que cada cual juzgue las fotos.
De vuelta a Barcelona, las ventajas de no tener que estar cambiando de marcha en tráfico denso vuelven a hacerse evidentes, pero sigo sin acostumbrarme a algunas cosas, como por ejemplo no poder aguantar el freno con el pie en un semáforo y tener las dos manos libres sin que se vaya la moto hacia adelante o hacia atrás.
Tras recuperar mi moto a la mañana siguiente, el veredicto más concluyente que puedo dar es que en ningún momento he añorado el escúter. Es una buena máquina, con un motor solvente y agradable, cómoda, ágil y bien acabada, y para moverse exclusivamente por la ciudad es una buena opción, pero no me gustó en carretera comparada con una moto, lo que lleva a lo que siempre me pregunto: para moverse por ciudad, 125cc bastan y sobran, y para salir a carretera, cualquier moto es mejor que un escúter. Entonces, ¿para qué un escúter de mayor cilindrada? Especialmente cuando entramos en precios por los cuales se puede comprar una muy buena moto. A no ser que uno tenga el poder adquisitivo para darse el capricho, y mantener dos máquinas, el fenómeno de los escúter de gran cilindrada es algo que sigo sin entender.
Más fotos aqui.
Si jo fos el de Luikemotor press et fitxava!!!! La veritat és que si t’hi caben moltes coses a l’estil Burgman aleshores té un passi, però si no hi caben és ben bé un caprici.