Vuelta al Song-kul

Día 8 – Miércoles 7 de agosto – Song-kul (95km)

El lago Song-kul se encuentra a 3016 metros y solo es accesible por pista. Sus orillas están salpicadas de campamentos de yurtas que pertenecen a los nómadas que crían ganado allí (caballos, vacas, ovejas y cabras) y que también ofrecen alojamiento a los pocos turistas que visitan la zona. Cuando digo pocos me refiero a pocos en comparación con lo que un lugar así sería en Europa, por ejemplo, pero es una de las principales atracciones turísticas del país. La gente que viene hasta aquí se engloban principalmente en tres grupos: montañeros, cicilistas y moteros de aventura.

Hoy pasamos la mayor parte del día dando la vuelta al lago y haciendo fotos de este sitio tan maravilloso. Por el camino nos encontramos con una pareja de Francia que estaban dando la vuelta al mundo en moto me hablaron de la carretera del valle del Wakhan, que espero poder hacer. Dijeron que había mucho washboard, esas ondulaciones que se forman en las carreteras de tierra compactada por el rebote de las suspensiones de los vehículos, que tienen ese nombre porque parecen las tablas de lavar ropa que usaban nuestras abuelas, combinado con arena, que vienen a ser las peores condiciones posibles para ir en moto, pero solo durante los primeros 80 kilometros más o menos, después estaba bien, y añadieron que sin duda valía la pena hacer la ruta por las vistas y la cercanía con Afganistán. Imagino que si ellos habían sido capaces de hacerlo con dos en la moto y la cantidad de equipaje con el que cargaban, valía la pena intentarlo.

En la orilla norte de llago encontramos esta edificación y nos aceracamos a ver qué era, penando que podía ser un caravanisai, las posadas donde las caravanas hacían noche y repostaban suministros, pero resultó ser un mausoleo donde estaba enterrado Olzhobolot uulu Andash, un héroe que luchó contra los kazajos en 1847.

Antes de llegar al extremo oeste del lago, por donde desemboca el lago, encontramos una playa agradable y nos zambullimos en el agua, marcando un nuevo récord personal del lugar más alto donde me he bañado, y luego nos dirigimos ya al campamento como si estuvieramos en una etapa del Dakar.

De vuelta en el campamento decidimos dar un paseo hasta la orilla del lago para estirar un poco las piernas, ya que en un viaje así uno pasa muchas horas encima de la moto. Salimos pensando que el agua que veíamos estaría a unos 15 minutos a pie, pero para cuando habíamos andado ya casi dos kilómetros aún no estábamos cerca de ella. Esto nos sirvió de lección sobre como en un terreno tan llano y extenso la perspectiva canvia y, sin un punto de referencia para distinguir el tamaño, todo está mucho, mucho más lejos de lo que parece; nuestro cerebro europeo no está calibrado para estas distancias.. Dimos media vuelta y nos dirigimos al campamento antes de que se escondiera el sol, con las yurtas diminutas vistas desde aquí.

 

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