Día 11 – Viernes 5 de julio – De Kiev a Rus’ka Lozova (517km)
Hoy fue un día tranquilo y agradable. Salir de Kiev me costó mucho menos de lo que esperaba, ya que el tráfico no era tan malo y no tuve que atravesar el centro de nuevo. El único problema que tuve fue que había perdido una de las cintas Touratech que amarran el petate impermeable a los neumáticos de recambio, seguramente cuando ya había dejado las cosas en casa de Sofia y su amigo me guió hasta su parking con su coche. Tengo repuestos, así que tampoco pasa nada.
La carretera era pasable, y a pesar de ser bastante distancia pasó muy rápido, el único problema el calor. Había quitado la capa impermeable y abierto toda la ventilación del traje, pero seguía teniendo calor. El agua en los botellines de plástico se había vuelto imbebible, y cuando paré a poner gasolina compré agua fría, pero en una hora volvía a estar caliente, a pesar del aire.
Llegué al pueblecito cerca de Kharkov donde iba a alojarme por la tarde y llamé a mi anfitrión, que aún estaba en el trabajo. Llegó en media hora, lo que me dio tiempo para aprovechar y sentarme a leer un libro en la entrada de la iglesia, cosa que no había hecho aún desde que empecé.
Denys llegó y me guió hasta su casa, que estaba subiendo un camino estrecho y complicado en el pueblo, un buen reto con la moto bien cargada y después de un día largo, pero era buena práctica de off-road. Me dejó meter la moto en su jardín y tuve tiempo de limpiar y engrasar la cadena y comprobar la fuga de aceite (que no había ido a peor) mientras me preparaba una ensalada con las verduras que había cogido de su enorme huerto, en la parte de detrás de su casa.
También tenía tres panales de abejas y estaba haciendo miel. Era una persona genial, y después de cenar me llevó a dar una vuelta por el bosque que rodea el pueblo y me habló de las plantas y animales que viven en él.
De vuelta a la casa, me enseño algunas fotos de sus vacaciones en las montañas Altai, en Rusia. Pasaré por era región antes de cruzar la frontera a Mongolia, pero desgraciadamente no tendré tiempo de visitarla bien, y a juzgar por las fotos, que mostraban paisajes de una belleza imponente, será una verdadera lastima. Hablamos de ello en español, lo que se hacía raro después de casi dos semanas usando el inglés en todas partes, y debo decir que su habilidad para el idioma era excelente. Solo había estudiado durante seis meses para preparar unas vacaciones de un mes en Suramérica, y su español era perfecto.





